La Operación Mincemeat
Nuevas revelaciones sobre huelva en la ii guerra mundial 'The Times' rescata la trama de El Hombre que nunca existió
Un libro del inglés Ben Macintyre desvela el colaboracionismo franquista con el Führer Adolf Hitler · Los investigadores diseccionan la traición involuntaria de los espías nazis en Huelva



Destacados miembros del alto mando militar del dictador Francisco Franco intentaron alterar el rumbo de la Segunda Guerra Mundial pasando al contraespionaje alemán documentos secretos británicos sin saber que eran falsos. Esa es la conclusión a la que llega Ben Macintyre en su libro Operation Mincemeat (Carne Picada), en el que cita por primera vez a destacados militares del régimen franquista que violaron la supuesta neutralidad española para ayudar a la Alemania hitleriana.
El libro, del que el diario The Times ha publicado ya un extracto, ofrece detalles sobre las fabulaciones de los servicios de Inteligencia británicos destinadas a hacerles creer a los alemanes que los aliados invadirían inmediatamente Grecia y posiblemente también Cerdeña en lugar de Sicilia.
La historia original se desarrolló en Huelva allá por el año 1943, cuando el cadáver de un ficticio coronel William Martin apareció flotando en las aguas del sur de España, la Mata Negra de Punta Umbría, llevando encima falsos documentos que detallaban una supuesta invasión aliada.
Los espías nazis que operaban en España, dirigidos por el mayor Karl-Erich Kuhlenthal, intentaron frenéticamente hacerse con esos papeles.
El cuerpo sin vida del supuesto coronel Martin pertenecía en realidad a un vagabundo galés llamado Glyndwr Michael y fue arrojado al mar por el espionaje británico frente a las costas de Punta Umbría el 30 de abril de 1943.
Un joven pescador, el portugués asentado en Huelva José Antonio Rey María, muerto en Los Santos de Maimona (Badajoz) en 1999, recuperó el cadáver y lo llevó a tierra para regocijo de los espías nazis que gobernaban la provincia.
La cartera con los documentos fue puesta a salvo mientras que el cadáver del fogonero era enterrado con su nombre supuesto en el cementerio onubense de La Soledad. Y allí ¿sigue?
El coronel José López Barrón Cerruti, destacado policía secreto franquista y simpatizante nazi confeso, logró rastrear los documentos que buscaba desesperadamente el espionaje hitleriano y el teniente coronel Ramón Pardo Suárez, miembro del Alto Estado Mayor español, se los entregó a los alemanes, según recoge la crónica de agencias. Los nazis recibieron también la ayuda del almirante Salvador Moreno, ministro de Marina, y de Francisco Gómez Jordana y Souza, ministro de Exteriores, que ayudaron a verificar los documentos en cuestión, según las tesis del libro.
Los documentos fueron fotocopiados en la embajada alemana antes de que técnicos españoles los reintrodujeran en los sobres, cerraran éstos, volvieran a colocarlos en agua de sal durante 24 horas para devolvérselos a los británicos, haciéndoles creer que se les entregaban tal y como los habían encontrado en el mar.
El almirante Alfonso Arriago Adam, jefe del Estado Mayor de la Armada, fue el encargado de hacer la entrega en persona en la Embajada Británica en Madrid.
El historiador Gabriel Cardona, consultado por The Times, cree que la ayuda prestada entonces a los alemanes obedecía a órdenes directas de Franco. "Estoy seguro de que Franco vio esos documentos. Las gentes como Pardo le veneraban como si fuese un dios. Nada ocurría dentro del estamento militar sin su conocimiento", dijo Cardona.
Pardo hizo carrera en el régimen franquista, fue promovido a general y nombrado gobernador del Sahara español y finalmente director general del ministerio de Salud Pública.
Los servicios de inteligencia británicos no se enteraron de quién había pasado los documentos a los alemanes hasta abril de 1945, cuando un grupo de comandos de la inteligencia naval británica, creado nada menos que por Ian Fleming (el autor de la serie de James Bond), se hizo con el archivo del almirantazgo alemán en el castillo de Tambach, cerca de Coburgo.
Entre los documentos figuraban algunos relacionados con la operación Mincemeat, incluido uno en el que se revelaba la identidad del miembro del Alto Estado Mayor que había entregado los documentos al contraespionaje alemán, un tal teniente coronel Ramón Pardo Suárez.
El espionaje nazi contaba en Huelva (1940) con importantes y destacados personajes. Entre ellos el germanófilo Adolf Clauss, un avezado simpatizante hitleriano, de Falange, agitador antirepublicano, capitán de la Legión Cóndor, y poseedor del primer carnet de excombatiente expedido en Huelva. Tenía fama en aquellos días de ser un inteligente informador para posteriores sabotajes de barcos cargados de mineral inglés. Parece cada vez más claro, después de la tesis que se lee en el libro Operación Mincemeat, que Herr Clauss, transmitió al Reich los datos de una gran mentira que él desconocía. Este servicio que fue en realidad una traición involuntaria le sirvió para recibir de Hitler la Cruz al Mérito de Guerra. El puzzle que conforma la victoria aliada sobre Adolf Hitler tiene cada vez más piezas en Huelva.
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