El Museo del Vino de Almonte busca catapultar el turismo enológico

La galería se asienta sobre un conjunto bodeguero de finales del siglo XIX con una extensión de más de 1.000 metros cuadrados Saldrá a licitación para que lo gestione alguna empresa

Los visitantes reciben explicaciones de la responsable del museo.
Carlos López Condado

18 de octubre 2014 - 05:01

El vino sigue conquistando nuevos paladares que no sólo se conforman con descorchar y disfrutar un buen caldo para celebrar un acontecimiento importante, para ampliar los sabores de la buena cocina o que lo consume por propiedades funcionales que nos ayudan a cuidar nuestro colesterol o el corazón. El nuevo consumidor gusta de ir un paso más allá y profundizar en este milenario cultivo, conocer las variedades que se alumbran en una determinada zona geográfica y las condiciones del clima o el suelo que luego definen las características organolépticas (aroma, color, sabor) de los caldos.

Es el llamado enoturismo. Con este valor en alza, el Museo del Vino de Almonte (MUVA) aspira, según su alcalde, José Antonio Domínguez, a ser "un espacio de promoción y divulgación de la larga tradición vinícola de nuestra tierra". En este sentido, destacó que estamos utilizando nuestra cultura, patrimonio y valores como un eje trasversal para que sea escaparate con el que fomentar la participación, la economía y convertir a Almonte en un referente obligado" para el visitante. Por tanto, añadió, el museo es un nuevo baluarte "para adentrarse en esta tierra y convertirse en un activo, un proyecto al que hemos dado un enfoque moderno, adecuado a las exigencias actuales, donde la gente no se conforma únicamente con mirar sino que quiere conocer, experimentar, oler, tocar…".

El museo se asienta sobre un conjunto bodeguero de finales del siglo XIX que abarca una extensión de más de 1.000 metros cuadrados. Precisamente el Ayuntamiento insiste que este fue el objetivo número uno a la hora de llevar a cabo una restauración que respetase de forma escrupulosa la fisonomía de estos templos vitivinícolas que se han ido perdiendo con el tiempo.

De esta forma y en contraposición con el Centro de Interpretación del Vino de Bollullos, que presume de ser un edificio de nuevo cuño de estilo vanguardista, su réplica en Almonte apuesta por perpetuar un modelo arquitectónico que entienden entronca con el modelo de museo que demandan los turistas, puesto que son sus propias paredes el mejor modo de hacer pedagogía sobre cómo se diseñaban y distribuían estos templos vitivinícolas.

El MUVA da la bienvenida al visitante en un patio central por donde accedían los carros y animales cargados de vid recién cortada en el campo. De ahí se pasa a la zona del lagar donde se procedía a molturar la fruta, bien pisándola a la vieja usanza, bien con los capachos y la prensa con la que se extraían un primer mosto. El museo conserva estas zonas y también los bocoyes de hormigón donde en antaño se conservaba el vino antes de la llegada de los depósitos de acero inoxidable que han permitido mejorar la calidad de los caldos. También una bodega con bocoyes de madera de roble americano nos muestra el lugar donde se almacenaban las madres que le daban cuerpo y solera a los nuevos caldos. Por último, también encontramos un espacio de audiovisuales para disfrutar de una experiencia mucho más inmersa.

El nuevo referente museístico será gestionado en los primeros tres meses de vida por el Ayuntamiento de Almonte, tiempo en que se redactará y saldrá a licitación pública el pliego de condiciones para que las empresas del sector turístico lo exploten en pos de hacer rentable la infraestructura.

Con el MUVA el municipio suma un nuevo activo a su patrimonio cultura y etnológico, que enriquece y apuntala con nuevas opciones su oferta de sol y playa en Matalascañas, la aldea de El Rocío o sus tradiciones como la Saca de las Yeguas.

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