Muerte y huelga en el Pozo Alicia

en el titán

Se cumple el centenario del fallecimiento de siete personas por el sabotaje en la huelga de Río Tinto Despertó la preocupación del Gobierno y se encontró una solución negociada

Eduardo J. Sugrañes

01 de noviembre 2013 - 01:00

EL año 1913 trajo grandes movilizaciones laborales en la Compañía de Río Tinto, que interesó vivamente al sindicalismo de todo el país. Una huelga que venía celebrándose de manera pacífica, al menos esa era la valoración del comité de huelga. Lo cierto es que el conflicto llevará a sus espaldas la muerte de siete personas. Nadie se atrevió a acusar a los huelguistas, pero la situación movió hasta al mismo presidente del Gobierno, Eduardo Dato. El incendio del Pozo Alicia, el 1 de noviembre de 1913, tiene graves consecuencias, con el fallecimiento de cinco jefes ingleses y dos trabajadores españoles. Nadie fue capaz de calificarlo como sabotaje, sólo el sindicalista Félix Lunar lo relata en sus memorias A cielo Abierto, que escribe en EEUU, en 1956.

Hasta ese momento la sensación es que al Gobierno de España no le importaba la cuestión de Riotinto. Félix Lunar recibió en su oficina a José Carabante y Antonio Mediavilla. "Venían a consultarme si sería conveniente quemar el Pozo Alicia, que era la obra más importante de toda la mina. Ponía en comunicación treinta y seis pisos de la contramina de San Dionisio. Darle fuego no era fácil. La mina estaba muy vigilada. Les dije:

-Habiendo probabilidad de hacerlo, ese pozo debió haber ardido ya. Pero sin que yo me entere. Si arde y yo se quién lo incendió, lo denunciaré.

Salieron cabizbajos. A la mañana siguiente, el Pozo Alicia le tostaba las barbas a San Pedro.

Nunca se pudo saber quién o a quiénes se debió tal acción.

Las llamas del Pozo Alicia calentaron a Madrid".

En la víspera del incendio, el día 31 de octubre, la compañía había lanzado una hoja en la que decía que volvía a realizar "un nuevo esfuerzo para atrae a los obreros de esta mina a términos de paz y de concordia, sin los cuales no es posible la vida del trabajo". Realiza una llamada a los obreros antiguos y a los vecinos de la zona para acabar con el conflicto en la mina, que viene proporcionando trabajo "desde hace 40 años a 15.000 o 20.000 hombres, pagándoles mayor retribución que otras minas". Asegura estar dispuesta "en todo tiempo a rectificar errores y a impedir que se cometan abusos con los operarios antiguos".

Las palabras de acercamiento llevan incluidas la amenaza que, de no cesar el conflicto, "se verá la Compañía obligada a suspenderlas indefinidamente y a buscar nuevo personal de obreros y empleados". Además de que dispondría de las casas de su propiedad que utilizan los obreros. En cuanto a la subida laboral aprobada en junio, dice que el jornal mínimo de diez se subió a doce reales para todo obrero que pueda trabajar en cualquiera de las faenas, "aunque apostilla que "exceptuando tan solo, como es natural, a los pocos ancianos, a los niños y a aquellos que carezcan de fuerzas físicas para los indicados trabajos y quienes tienen jornales especiales". La Compañía insiste en su deseo de "vivir en paz con los obreros", recordando que aquí los sueldos son los más altos de España, que en la cooperativa se pueden adquirir alimentos hasta un 50% más barato que en los comercios, facilita escuela gratuita a los hijos, casas económicas, asistencia médica y farmacéutica, pensiones de retiro para los ancianos, indemnización por accidente, un salario mínimo como no existe en otras minas y "turnos higiénicos en las tareas incómodas o insalubres". De no conseguirse un acuerdo amenaza con el cierre.

El movimiento obrero continúa con un mitin el día 2 en la plaza de toros de Nerva, en el que participan sindicalistas de UGT llegados de Madrid. El acuerdo no fue otro que persistir en el paro y hacer gestiones cerca de la compañía, a fin de llegar a una solución satisfactoria. Un mitin que se reproduce con idéntico acuerdo al día siguiente en Zalamea. En sus reivindicaciones está la jornada de ocho horas, abolición de los contratistas, aumento del jornal un 25%, al año ser considerado personal fijo, jornal mínimo en libreta de 4 pesetas, retiro a los 25 años de servicio y 55 de edad con el 50% del salario y a los 60 con el 75%, suspensión de la peseta mensual para el servicio médico, mayores medidas de seguridad y libertad para una mutualidad médica.

Preocupa la situación de penuria y una comisión de obreros, con los sacerdotes Andivia y de la Haba, se echan a la calle "para allegar recursos con destino a las familias de los huelguistas". En las escuelas católicas se ofrecen vales de comida para los alumnos.

Será clave la llegada, el día 3, de un nuevo gobernador civil a Huelva, Rivadulla. Lo primero que hace es reunirse con el representante de la Compañía, Sánchez Mora, y una comisión de obreros encabezada por Bascuñana. Al día siguiente va a la mina para hablar con el director, Walter Browing, y el comité de huelga.

Mientras se suceden mítines y reuniones el Pozo Alicia sigue ardiendo. Las graves consecuencias llegan el día 3, con el objeto de inspeccionar el incendio penetraron en el mismo el segundo jefe Rober Sach, acompañado de los ayudantes Edwin Wilson, George Wilson, John Gilbert y los obreros Lucas Millán y Luis Márquez. Como extrañara la tardanza en salir del pozo, el jefe de escala y sondeos Drowett bajó al pozo en unión de Anderson, Wilson y Timmis. El incendio, los desperfectos de los ventiladores y los gases habían producido una atmósfera mortífera que hizo desvanecerse a Drewett que dirigía el salvamento, que falleció como los seis primeros que habían bajado al pozo.

Las acciones sindicales continúan y aparece una nueva publicación, Acción Minera, que conmina a los obreros a mantener el paro. Mientras, La Provincia da cuenta de la situación de conflictividad contra los esquiroles, con acosos y palizas.

En la plaza de toros de Huelva hay un gran mitin el día 6, al que acuden mil personas.

Al día siguiente llegan fuerzas del Regimiento de Caballería Cazadores de Alfonso XII, con 82 soldados. El comité de huelga hace llegar las bases mínimas al ministro de la Gobernación.

La compañía quiere reanudará los trabajos en el Departamento de Huelva cuando se presente suficientes trabajadores.

La preocupación de la situación, con siete muertos, llega hasta el presidente Eduardo Dato, entonces nadie quiere buscar culpables, la Compañía habla de incendio provocado; lo que se desea es una solución al conflicto minero. Al final hay un acuerdo con el director de la Compañía Río Tinto, Walter Browing. Se firma el 18 de noviembre pero será necesario un laudo de obligado cumplimiento para hacer realidad los acuerdos alcanzados, que no llega hasta el 25 de enero.

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