La localidad onubense de Moguer, cuna del poeta Juan Ramón Jiménez, regresa este fin de semana a los años en los que vivieron en sus calles el Nobel y Zenobia Camprubí, su esposa, escritora, traductora y lingüista, con una feria en la que todo el pueblo se implica para dar marcha atrás un siglo en el tiempo. Con la VII Feria de Época 1900, Moguer realiza una singular iniciativa de recreación histórica que se ha convertido, con apenas seis ediciones anteriores, en una de las propuestas culturales más atractivas para el visitante de toda Andalucía.

La Feria 1900 es un proyecto de dinamización turística y cultural impulsado por el Ayuntamiento a la que se suman cada año en mayor medida todo tipo de asociaciones y colectivos locales, establecimientos hosteleros, academias de baile, empresas o comercios, así como cientos de vecinos que, a título personal, visten sus trajes de época y se involucran en la recreación.

Este año se dedica a la gran tradición flamenca de Moguer poniendo en valor, por un lado, la figura del gran cantaor local Pepe Rebollo, creador del fandango que lleva su nombre, y por otro, al Festival Flamenco de Moguer que alcanza este año su 50 edición.

El casco histórico de la ciudad, jalonado de edificios monumentales como el monasterio de Santa Clara, el convento de San Francisco, la gran Iglesia Parroquial o el propio edificio del ayuntamiento, se convierte en escenario para esta feria, con más de 60 propuestas de animación que van desde un tiovivo de época a un concurso de pintura en directo, pasando por decenas de espectáculos musicales, exhibiciones o puestos de artesanía.

Se realiza, de forma paralela, la Ruta Gastronómica de tapas y la Ruta de Cócteles, que permite a vecinos y visitantes degustar los mejores sabores de la tierra en más de una veintena de establecimientos hosteleros, también tematizados de 1900 para esta gran ocasión.

La propia programación de la feria, que se imprime recreando la maqueta del periódico El Liberal de Moguer, una de las cinco publicaciones de prensa con las que contaba la ciudad a finales del siglo XIX, es también un homenaje a una época en la que había en el pueblo hasta 300 bodegas en funcionamiento y se exportaban cada año desde el puerto de la Ribera del Tinto más de 200.000 arrobas de vino y licores con destino a Europa y América.