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Marines de EE UU desembarcan en Mazagón para 'liberar' a Huelva

  • El próximo mes de octubre se cumplirán 44 años del mayor despliegue militar realizado por el Ejército norteamericano en tiempos de paz · En la operación 'Lanza de Acero 1' participaron 50.000 soldados

Lunes 26 de octubre de 1964. El reloj marca las siete menos cuarto de la mañana y el horizonte de las playas de Mazagón comienzan a verse inundado de barcos de guerra y submarinos nucleares. Mientras cientos de aviones y helicópteros se adueñan del espacio aéreo, buques de asaltos anficios acceden a la costa y con una precisión milimétrica se sitúan frente a unas pasarelas instaladas en la playa. De sus proas comienzan a salir cientos de vehículos y miles de soldados con sus armas en ristre que buscan impacientes pisar la arena blanca que tienen ante sí y que se muestran desoladas tras el final del verano. De esta forma se pone en marcha la operación en clave 'Steel Pike 1' , el mayor despliegue de fuerzas militares realizado por los Estados Unidos en tiempos de paz.

Aunque la descripción tenga todas las reminiscencias de un guión de Hollywood y todos los ingredientes para protagonizar la última superproducción del celuloide, todo este despliegue militar respondía sólo a un simulacro, si bien contó con un presupuesto de 10.300.000 dólares.

Una inversión con la que dar vida a la mayor representación de guerra de la historia con el desembarco en un país que se supone está sojuzgado por una potencia extranjera. 'Lanza de Acero 1' se desarrolla durante cinco días en los que estaba previsto el asalto de las playas y la posterior conquista de los objetivos: 'Alfa', Huelva; 'Bravo', Niebla; y 'Charlie', El Rocío, amén de la posterior consolidación de las posiciones en poder ya del Ejército de 'liberalización'.

En esta ingente misión militar participaron cincuenta mil hombres, un centenar de unidades navales de superficie y submarinas, así como doscientos aviones y helicópteros, mientras que el tapete de 'juego' lo conformarían emblemáticos escenarios de la provincia en los que recrear esta maniobra bélica.

El mayor despliegue visual se llevó a cabo precisamente con el desembarco inicial que acontecería en las semi-vírgenes playas de Mazagón. La operación de asalto se convirtió en todo un espectáculo mediático al que asistieron una amplia representación de la jerarquía española y norteamericana como el ministro de la Marina de Estados Unidos, Paul H. Nitae, y su homónimo, Nieto Antúnez, los jefes militares y navales de la región del departamento de Cádiz y una ingente profusión de destacados y condecorados militares norteamericanos.

El desembarco en tierras mazagoneras sería divisado desde un acantilado a 40 metros sobre el nivel del mar, donde se instaló un enorme observatorio con una tribuna para los asistentes. Como si de un acontecimiento deportivo se tratase, a través de altavoces se radiaba, tanto en el idioma anglosajón como español, las operaciones que acontecían en las playas. La propia Marina norteamericana facilitó a los presentes 300 prismáticos para divisar la minuciosidad con la que se ejecutaban las operaciones y para contemplar el que sería el mayor desembarco realizado desde la guerra de Corea.

Todo se habría de ejecutar como si una operación de guerra se tratase, los soldados vivirían sobre el terreno y la operación de conquista continuaría día y noche durante los cuatro días. Ello cortaba de raíz cualquier desfile militar que sirviese como ostentación del poderío de los EE UU; el objetivo era exclusivamente coordinar el magno despliegue de tropas en uno de los ejercicios militares más importante que el mundo hubiese conocido.

Dado el auge en aquellas fechas de la 'guerra fría', las maniobras norteamericanas no pasaron desaparecidas para la extinta URSS. El Gobierno norteamericano afirmaba sin pudor que los comunistas estarían vigilantes a estas estelares operaciones. Quizás alimentados por estas declaraciones, lo cierto es que durante la estancia de los buques en Mazagón, las crónicas de la época hablan "de que frente a sus costas se divisó un pesquero ruso" al que se le invitó a abandonar la zona. Una anécdota más de las muchas que comenzarían a circular entre la población civil que vivía expectante, a la vez que con cierto recelos, la ingente presencia militar de la considerada como primera potencia mundial. La decisión de los americanos de realizar en suelo español este simulacro respondía a las excelsas relaciones de ambos países desde la rúbrica de "los acuerdos de colaboración para el establecimiento de bases conjuntas".

'Steel Spike 1' finalizaría el viernes con la toma de la capital con un nuevo desembarco en la Punta del Sebo. Para la ocasión los mandos militares instalaban frente al monasterio de La Rábida una base desde la que divisar las operaciones y corregir posibles fallos. A las 8:30 de la mañana desembarcó en la Punta del Sebo un batallón de Infantería de Marina española a cuyo mando se encontraba el teniente coronel Colim Marin, todo ello reforzado por unidades de tierra y apoyo aéreo proveniente de la bases de Rota y Almería.

Tras alcanzar el objetivo 'Alfa', las maniobras tocaron a su fin y días después el viento limpió todo rastro militar sobre las arenas. Mientras que el eco de los reactores de los aviones y el rugir de los barcos de guerra se difuminó en unas aguas que alberga la historia de unas operaciones militares que quedarán para la posteridad y que habrán de figurar en los anales como las de mayor envergadura en tiempos de Paz y de las que Mazagón fue testigo privilegiado.

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