Manuel Rivero González, el ayamontino universal
Que sea de Huelva
El legado de El Pintado, como se le conocía, llega a nuestros días y abarca arquitectura, arte y agricultura.
La historia de la provincia de Huelva está plagada de ilustres personajes que, de una forma u otra, han ayudado a engrandecer lo que hoy es gracias a su legado. Si la gran época de la provincia se inició en el siglo XV con el Descubrimiento de América, desde entonces, y en siglos posteriores, han surgido figuras destacadas en diversos ámbitos, algunas de ellas desconocidas, incluso para los habitantes de su localidad natal.
Es el caso de Manuel Rivero González, ayamontino conocido como El Pintado que vivió entre los años 1697 y 1780. Gran comerciante que viajó hasta en seis ocasiones a las Indias Occidentales, la primera de ellas con tan solo 13 años, en 1710, llegando a lo que actualmente es Puebla de Zaragoza, en México, y realizando su última travesía en 1736. Durante estos viajes, Rivero cosechó una importante fortuna que le permitió, a su vuelta, llevar a cabo diversos proyectos de obras, civiles y religiosas, principalmente en Ayamonte, aunque también en otras localidades próximas. Además, toda esta actividad permitió a El Pintado obtener un prestigio y renombre que le llevaron a ser nombrado Teniente Corregidor y Justicia Mayor de la localidad fronteriza y, cuatro años después, obtendría el cargo de alcalde.
Fruto de su matrimonio con Juana Inocencio Díaz en 1719 tuvo seis hijos -cuatro varones y dos mujeres- a los que inculcaría el gusto y saber por el comercio. Esto le llevaría a crear diversas compañías comerciales, hasta cuatro con sus propios hijos, o las puestas en marcha en 1740 junto a dos comerciantes británicos o dos años después junto a su hermano.
Son numerosas las construcciones que se mantienen actualmente dirigidas, o mandadas construir por Rivero, la mayoría atribuidas al arquitecto gaditano Pedro Luis Afanador y al constructor Escamilla. Es el caso de la Casa Grande de Ayamonte, donde residió Manuel Rivero, una casa señorial con fachada de piedra ostionera y grandes ventanales, con influencias de las construcciones de los indianos. Actualmente, acoge el área de Cultura del Ayuntamiento de Ayamonte, así como la biblioteca púbica Jiménez Barberi. Tiene un auditorio multifuncional con medios para actuaciones culturales y exposiciones. La conocida como Casa de la Laguna (por el nombre de la plaza en la que se ubica), que acoge el Ayuntamiento de Ayamonte, es una construcción de las llamadas casas de indianos. Tiene un patio central con una fuente, jardín, amplias habitaciones en la planta superior a las que se accede por una escalinata central.
El molino de San José, conocido como el Molino El Pintado, es el más destacado molino mareal de la provincia. Estuvo activo hasta 1946, retomándose su actividad con la puesta en marcha del proyecto de la Vía Verde Litoral, como lugar de observatorio de aves. En 2009, se reinauguró como Ecomuseo y Centro de interpretación del hombre y la marisma, en el que se muestra el aprovechamiento sostenible de este espacio durante los últimos dos siglos.
Debido a sus convicciones religiosas, coleccionó numerosas obras de arte, la mayoría de tipo sacro, y destinó importantes cantidades de dinero a construir y rehabilitar templos de Ayamonte. Así, promovió la creación del retablo mayor de la iglesia del Salvador, y los de Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora de los Dolores y del Santo Cristo, la capilla funeraria y sus tres retablos. Manuel Rivero también puso en marcha la torre campanario, el enterramiento y el camarín de la Iglesia de las Angustias, patrona de la localidad fronteriza. Es bajo el altar de esta parroquia donde reposan sus restos. Junto a ello, aportó la Visión de Santa Teresa, el retablo de San Juan Nepomuceno y San Antonio, el convento de San Francisco y la ermita de San Antonio.
El campo y la agricultura fueron campos destacados en la vida de Manuel Rivero González en Ayamonte. Reformista e ilustrado agricultor, tierras que no tenían uso los convirtió en huertas fértiles, como la Huerta del Carmen, en la que plantó 5.000 olivos, siendo el principal productor de aceite de la zona y donde contaba con unos 70.000 nidos de palomas.
Un aspecto menos conocido, pero no menos destacado fue su carácter solidario, del que se beneficiaron numerosos ayamontinos e instituciones próximas. Es el caso de los franceses que, huyendo de los ingleses llegaron a la localidad portuguesa de Lagos, y a los que trasladó a su propia casa, dándoles toda clase de viandas. Tuvo especial vinculación con la Cofradía de Marineros de Ayamonte, a la que daba cuantiosos y frecuentes donativos.
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