Manuel Guillén Rodríguez: Topógrafo de raza

Gentes de aquí y de allá

Entre Zafra, donde nació y Punta Umbría, se forja una relación que se inicia desde la época de estudios

Manuel Guillén Rodríguez.
Manuel Guillén Rodríguez.

Punta Umbría/Él nació en un pueblo muy vinculado con Huelva, la bonita localidad extremeña de Zafra. Al poco su vecina dio a luz a una niña a la que bautizaron con el nombre de Rosa y la madre de Manolito le dijo: “¡Oh, qué pena que no ha sido un varón para que jugara con mi niño!”. Pues sí, las cosas de la vida, al poco Rosita y Manolito jugaron, después se hicieron novios y después se casaron.

Él se fue a estudiar la carrera de Ingeniería Técnica Topográfica a Madrid, que era el único lugar de España donde se podía estudiar. Y allí mismo fui yo. Durante nuestro tiempo en la escuela teníamos un grupo de amigos que, los que aún vivimos, nos solemos ver al menos una vez al año. Pero hoy voy a escribir exclusivamente de mi amigo Guillencito, al que yo considero un auténtico topógrafo de raza, un clásico de los que ya no quedan.

En Madrid nos veíamos en las clases, donde lo pasábamos muy bien porque teníamos unos profesores muy exigentes pero buenísimos que nos enseñaban de forma genial. Y fuera de clases nos reuníamos tomando unos vinos en la taberna Lecumberry, muy cercana a la escuela y a la que recientemente he vuelto con otro compañero y gran amigo, José Miguel Belillo, que sigue tal cual, no ha cambiado nada. A veces, sobre todo en época de exámenes, nos reuníamos en el Colegio Mayor Femenino Blanca de Castilla, donde vivía Chus y donde estudiábamos toda la noche y con un gran rendimiento, a la vista de lo bien que nos salían los exámenes.

Manuel Guillén Rodríguez.
Manuel Guillén Rodríguez.

Cogimos la costumbre de que al terminar íbamos a un fotógrafo cercano a la escuela, en la calle Cea Bermúdez, y nos hacíamos una fotografía para el recuerdo. Una de esas fotos se la mandé a Manolo y a raíz de ella, en la que por cierto él no estaba, escribió un artículo muy bonito que se publicó en la revista de nuestro colegio y que tituló “¿Y yo dónde estaba?”. Debo decir que Manolo escribe muy bien, tiene mucho arte con la escritura, es muy ameno y no se pierde nunca la atención leyéndolo. Pues bien, en ese artículo se preguntaba que por qué él no aparecía en esa fotografía, que a lo mejor estaba jugando al billar en los Billares Metropolitano o tal vez estaba con Rosita de paseo.

Manolo era un chico muy delgadito, con mucho pelo y una barba muy negra. Y cuando pasó algún tiempo sin vernos, aunque sí manteníamos contacto telefónico, lo llamé un día porque yo iba a dar una conferencia titulada “Vértices geodésicos en la sierra, lugares con encanto” en un pueblo de la Sierra de Huelva, Cumbres Mayores, que está cerca de Zafra. Y cuál fue mi sorpresa cuando lo vi que tuvo que presentarse porque yo no lo conocí. Y eso que no había pasado tanto tiempo. Yo creo que nos habíamos visto la última vez en su pueblo con motivo de su boda con Rosita, su novia, su amiga del alma desde pequeñitos.

Después de aquel encuentro nos prometimos vernos más a menudo para no llevarnos tanta sorpresa, porque a mí también él me encontró muy cambiado. Ya mi barba y mi pelo no eran negros, se habían vuelto muy blancos. Y así lo hacemos, él viene a Punta Umbría o yo voy a Zafra y nos vemos con más frecuencia. Su madre de pequeña vivió en Huelva y le contaba que cuando el Rey Alfonso XIII vino de visita ella fue en brazos de su madre a verlo paseando por las calles onubenses y le hizo una caricia en la cabecita, lo cual ella recordaba siempre con mucho orgullo, “el Rey me tocó la cabeza”, decía.

Zafra es un pueblo muy bonito y con mucha historia. Cada casa es un auténtico patrimonio y él las conoce todas porque trabajaba con un arquitecto de reconocido prestigio y experiencia en rehabilitación de edificios históricos, Manolo Fortea. Y mi amigo Guillén confeccionaba todos los planos detallados de cada restauración y después me las enseñaba a mí contándome todos los detalles y sus historias. Manolo, a lo largo de mis muchas vistas, me enseñó el pueblo entero y la verdad es que es precioso. En la Plaza Chica, en el punto de unión con la Plaza Grande, hay un pilar de granito que tiene grabada una vara de medir sobre la cual mi querido amigo hizo un estudio que publicó y que seguramente es de lo más completo que se haya escrito sobre tan singular elemento que recuerda el pasado comercial de la ciudad de Zafra. Manolo tiene realizados muchos estudios sobre el pasado de la villa y además tiene una muy buena memoria. Tengo en mi memoria a Guillencito andando por los campos y dehesas extremeñas con su taquímetro y trípode a hombros.

stats