Gente de Aquí y Allá

Juan Pino Cabeza: Extraordinario enseñante y gran persona

Juan Pino Cabeza junto al Rey Felipe VI.

Juan Pino Cabeza junto al Rey Felipe VI. / M. G.

Juan es lo que de verdad se suele decir por estas tierras, “más de Huelva que un choco”. Y no solo por su amor a esta tierra, sino por su gracejo y su acento al hablar. Lo conocí cuando aún estaba estudiando la carrera de Ingeniería Técnica de Minas y aún era novio de la encantadora Ana María Urreta, hija de Salvador, uno de los famosos cantantes que tuvo la recordada Orqueta Molero, que tan felices nos hizo a todos los onubenses con sus melodías y boleros. Con ella se casó al poco tiempo y tuvieron tres hijos a los que conozco desde pequeños. Y puedo decir, afirmándolo rotundamente, que son grandes personas: Salvador, Juan Antonio y Jesús.

A Juan no tardaron en ficharlo en el Colegio Funcadia (Fundación Carlos Díaz) para impartir clases de Dibujo Técnico. Tuvo varias oportunidades de trabajo, cosa común en aquella época, en la que podíamos elegir. Él pudo entrar a formar parte de la plantilla de la Caja Provincial de Ahorros de Huelva, que no era mala opción. Pero eligió la enseñanza, que era lo que le gustaba, y al poco tiempo entró a formar parte del equipo directivo del centro que, tiempos antes, se denominó Estudios Politécnicos Madre de Dios. Poco después fue jefe de estudios, cargo que ostentó durante muchos años hasta que llegó a ser director, ya hasta su jubilación. Alumnos, profesores y compañeros lo recuerdan siempre con mucho cariño por lo buen compañero que ha sido siempre, además de un extraordinario enseñante. Siempre dispuesto a ayudar y haciendo favores a todo el que lo necesitaba.

Juan nació en Huelva en 1944, hijo de Manuel Pino Yáñez y de María Cabeza Hernández. Su padre, hombre dedicado a la mar, patrón de pesca y armador del barco llamado “Chubasco”; y su madre se dedicaba a sacar adelante a sus seis hijos.

Juan fue al Colegio San Casiano de Huelva, donde aprendió sus primeras letras a amar la enseñanza. Por eso su ilusión y su pasión fue su trabajo, enseñar y dedicar su vida al colegio y a los alumnos, algo que se respiraba en el cielo de ese centro de enseñanza, impregnado por la santidad del precursor Padre Laraña, del que salieron y siguen saliendo tantos jóvenes tan bien formados y con grandes valores para afrontar la vida. Hace solo unos días escribí sobre uno de esos alumnos que se formó en sus aulas y hoy es un gran arquitecto que, además, ocupa un importante cargo en la Escuela Superior de Ingeniería de la Universidad de Huelva: Juan Carlos Andújar Márquez. Pero no es él solo, muchos alumnos de Funcadia ocupan o han ocupado puestos muy relevantes en las industrias de Huelva. Y todo ello, gracias al bueno de Juan Pino y todos sus compañeros de la enseñanza.

Decía al principio que Juan Pino Cabeza siente y ama a Huelva. Y es verdad, él vive las cosas de su ciudad con intensidad. Vive la Semana Santa y disfruta de ella, no se pierde las Fiestas Colombinas, es recreativita, aunque no puede asistir a todos los partidos, pero lo sigue y lo pasa mal cuando pierde y salta de alegría con sus ascensos, porque para él Huelva está por encima de todo. Por eso mismo también le gusta ir desde siempre a la Plaza de Toros de la Merced a ver triunfar a los toreros de la tierra. Es seguidor de Litri padre, Juanito Posada, Litri hijo, Chamaco, Emilio Silvera, padre e hijo, David de Miranda y tantos otros que nacieron en esta tierra torera.

Hoy Juan está jubilado y se dedica a pasear con Ana María, su mujer, y a disfrutar siendo abuelos y ya bisabuelos también, de una nieta de su hijo Salvador que, para mí, sigue siendo un niño. Juan se llena de emoción y satisfacción cada vez que lo paran por las calles los hombres y mujeres que pasaron por sus aulas y que le cogieron tanto cariño en el colegio que no se resisten a darle un abrazo a quien fue su profesor y director durante algunos años.

Tengo que destacar que su mujer es una mujer excelente y llena de bondad. Y eso hace bueno el dicho de que “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. Pero, además, aquí se da la circunstancia de que también detrás hay unos grandes hijos. A Salvador, que es el mayor, es al que más he tratado y fue quien me ayudó a redactar estas torpes letras, pero muy llenas de cariño. Juan Antonio es un gran profesional que trabaja en la industria onubense; y Jesús, que es el pequeño, es un corazón que tiene piernas.

En definitiva, que ha sido para mí un placer poder dedicar este artículo en mi galería de gente de pro que tanto ha hecho por Huelva.

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