Gentes de aquí y de allá

José María Ley Pérez: El amor propio personificado

  • Ha sabido sobreponerse a todo cuanto la vida le ha deparado hasta asentarse en una provincia que conoce gracias a su trabajo

José María Ley Pérez.

José María Ley Pérez.

Conocí a José María recién llegado a Huelva. Había nacido en Mieres (Asturias) en 1963, donde su padre, José María Ley Palomeque, ejercía como ingeniero de Minas. Y él, junto a sus hermanos Quique, Lalo y Rafa, fueron a realizar sus primeros estudios al Colegio Colón de los Hermanos Maristas de Huelva, donde conocieron y se hicieron amigos de mi hermano Emilio.

Cuando ya estudiaban Bachiller y, para ganarse unas pesetillas, tanto mi hermano como ellos se ofrecieron para ayudarme en mis trabajos topográficos. Todos ellos lo hicieron con gran profesionalidad y como si de unos expertos se tratasen. No en vano hoy dos de ellos son notables ingenieros y Quique (don Enrique Ley) es un ilustre economista que ejerce su profesión con éxito en nuestra capital.

De José María, a quien todos conocemos como José, o más cariñosamente como Josito, es de quien voy a escribir más ampliamente. Debo decir que todos los amigos de mi hermano Carlos, incluido él mismo, y todos los de mi hermano Emilio, también incluido él, así como todos los amigos de sus amigos, han trabajado conmigo en alguna ocasión. Cientos de jóvenes de Huelva han sido mis ayudantes de campo y de ninguno tengo quejas. Todos fueron unos chavales ejemplares y aprovecho para tener un recuerdo cariñoso y emocionado hacia José Parreño, al que llamábamos Parre, y que falleció en plena juventud. Pero en honor a la verdad, como Josito no hubo ninguno. Era un trabajador incansable, siempre de buen agrado y con buen humor por muy agreste y dificultoso que fuese el terreno.

Él fue mi ayudante muchos años y, mientras sus hermanos iban terminando sus carreras, él no estudiaba nada. En el aspecto personal pasaba un mal momento que, gracias a que conoció a Paula, la mujer se du vida, reaccionó y ella le ayudó a superar su mal momento. Una pena que ella falleciera antes de que le tocase, lo que fue otro mal momento que tuvo que pasar el bueno de mi amigo. Pero afortunadamente lo superó y se matriculó en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) a la vez que trabajaba en la delegación de Medio Ambiente de forma interina como vigilante forestal, nada más y nada menos que en la torre de vigilancia de El Mustio, en el término municipal de Aroche. Luego estuvo cargo de la emisora y después pasó a formar parte del retén contra incendios y, ya por último, fue conductor de camiones hasta que por fin en el año 2009 se graduó y obtuvo su título de Licenciado en Derecho. Posteriormente consiguió, a base de esfuerzo, el grado de Ciencias Jurídicas de las administraciones públicas.

Hoy José María trabaja en la administración de forma eficaz y ejemplar. Yo mismo tuve que hacerle una consulta técnica y me la resolvió de forma muy favorable. Y es que siempre ha sido y es todo un ejemplo de superación y de amor propio, un orgullo para su madre Julia, que cuenta en la actualidad con 89 años y ve con satisfacción como sus hijos progresan y todos sus hermanos tienen la alegría de ver que el mayor de todos ellos, gracias a su empeño, tiene por fin un lugar en la vida como le corresponde.

Hoy José lleva una vida muy apacible y tranquila de la que disfruta todo lo que puede viajando por España, lo que es su gran afición. Igualmente le encanta la provincia de Huelva, que conmigo la recorrió casi entera y lo que no conoce se va a visitarlo ahora. He traído a estas páginas a esta persona para que vean todos que, si en algún momento pasan por un mal momento, con buena voluntad y trabajo se consigue lo que se quiere, solo hay que tener ganas y amor propio.

Antes de finalizar esta breve semblanza de un hombre ejemplar quisiera contar un par de anécdotas que yo mismo viví con él como prueba de su honradez como persona y su cariño. Una vez estábamos en la sierra de Aracena levantando un plano taquimétrico en una montaña y subimos con mucho calor, porque era verano, y mi hermano Carlos y yo, al llegar la cima, desfallecimos con un golpe de calor. Entonces él no tuvo otra ocurrencia que bajar a por agua y volver a subir para para refrescarnos y echárnosla por la cabeza de forma que de nuevo recuperamos nuestro ser y pudimos trabajar. Ese detalle, a pesar del tiempo transcurrido, no se puede olvidar. Así de noble es nuestro querido Josito.

En otra ocasión fuimos a Lepe a ver un partido de fútbol que jugaba el San Roque contra un equipo asturiano el Hispano, porque les había tocado en suerte al jugar ambos la Copa del Rey. Durante el partido nosotros aplaudimos al equipo de Asturias y todos los locales nos miraban y de broma y con respeto nos decían que nos fuésemos de allí. Lo pasamos muy bien y nos reímos mucho, porque la verdad es que todos los hermanos Ley son muy ocurrentes y simpáticos. Desde estas páginas os doy las gracias por haber compartido conmigo parte de vuestras vidas. Os envío abrazos a todos, pero el más fuerte para José María Ley Pérez, un espejo donde mirarse.

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