José Luis López Cordero, 'Luis Comino'
GENTE DE AQUÍ Y DE ALLÁ
Con sólo 9 años comenzó a trabajar, después pasó a oficial de albañil y acabó montando su propia empresa
El apodo Comino ha llegado a nuestros días desde la época de su abuela, que era muy pequeñita pero muy nerviosa. Ella era lepera y su nombre era Manuela Cordero Gómez, pero le decían la Comino. Era de una familia acomodada, con propiedades y tierras. Ella se hizo novia de Tomás, que vivía en La Rábida, pues trabajaba con la familia Tejero en Punta Arenilla, en el término municipal de Palos de la Frontera.
Tomás era un gran trabajador y además un artista artesano. Era patrón de la traíña que había en la almadraba de don José Tejero, donde también tenían un galeón que llevaba el nombre de Viva el Rey, en honor a Alfonso XIII. Allí ganaba un buen sueldo, pero la madre de la Comino no lo quería porque decía que era muy poca cosa para su hija, así que ella se escapó con él y se casó sin permiso de la familia.
Tuvieron siete hijos y una de sus hijas es la madre de mi amigo José Luis, a la que también llaman la Comino. Toda la familia se trasladó a Punta Umbría después de pasar por la Cascajera, en la Isla de Saltés, y por la almadraba de Isla Cristina. Una vez aquí, la auténtica Comino entabló conversaciones con Rosario la del casino, mujer muy influyente y que conocía a todos los veraneantes que de Huelva, Sevilla, Badajoz, Córdoba y Madrid acudían y acuden cada año.
La apoyó para montar un curso de costura y además de enseñar a coser a las jóvenes del pueblo, cose para los veraneantes, “los señoritos”, que es como se les decía entonces y que llegan a su taller, que tenía en su propia casa, por medio de Rosario. Allí trabajan sus hijas, entre las que se encuentra la madre de José Luis, que por cierto, como su marido era marinero, ella se fue a vivir con su madre y allí nació su hijo, que es quien me cuenta toda esta historia. Él me dice que desde pequeño recuerda ver en su casa muchos uniformes y tricornios de la Guardia Civil, ya que les cosían a todos los del cuartel.
José Luis nació en Punta Umbría en 1954 y cuando solo tenía 9 años, el 23 de abril de 1963, cuando Punta Umbría se independizó de Cartaya, empezó a trabajar. Con 13 años ya era oficial de albañil, claro que tuvo un gran maestro, Manolo Jiménez Vidosa, hermano de quienes fueron mis buenos amigos Gregorio y Andrés. Cuando Manolo tenía poco trabajo, José Luis ejercía de camarero. Y así siguió hasta que le tocó irse al servicio militar, primero en San Fernando (Cádiz) y posteriormente en la célebre patrullera de la Armada Española V17, donde tantos hicieron su mili.
Cuando acabó volvió a Punta Umbría y se asoció con un promotor local al que le construyó muchos edificios hasta que se separó. Después se dedicó a promover y construir él solo y montar su propia empresa. En 1981 se casó con su novia de aquí también y tuvieron dos hijos, José Luis y Paola, que les dieron varios nietos. Su esposa lamentablemente ha fallecido recientemente. Descanse en paz.
Pero a pesar de ser tan trabajador y estudioso, le dedicó también tiempo al ocio. Fue uno de los fundadores de los campeonatos de fútbol de la Peguera, donde se reunían todos los fines de semana más de 300 jugadores. Además, perteneció a la directiva del Punta Umbría C.F. y también entrenó a los juveniles. Crearon un salón de bingo en la calle Ancha para obtener unos beneficios con los que cubrir los gastos que ocasionaba el club como los fichajes, desplazamientos o equipaciones. Además él también jugaba y recibía cariñosamente el apodo de el piernas. De ahí que su empresa constructora se llama Pernanka, la cual lleva actualmente su hijo, que es aparejador.
También hizo sus pinitos con la política, aunque solo de refilón, ya que se hizo simpatizante del Partido Andalucista, donde ya militaban muchos de sus amigos. Incluso se llegó a presentar en las elecciones municipales en dos ocasiones, aunque no salió elegido, pero apoyó a sus compañeros que sí llegaron a ser concejales.
Tuvo otras muchas ocupaciones, aunque han pasado inadvertidas. Pero es digno de resaltar, por ejemplo, cuando Pepe el cura le pidió ayuda para la construcción en Aljaraque del centro Naim para acoger a los jóvenes con problemas de drogadicción. Luis le construyó una biblioteca y le facilitó muchos materiales, enseres y otras aportaciones.
Naim lleva ya más de 30 años funcionando y es una gran obra social de las parroquias puntaumbrieñas y de Pepe, que desgraciadamente murió de pronto dejándonos a todos perplejos cuando hacía poco tiempo que se había marchado del pueblo a su nuevo destino en El Rocío. Menos mal que no estaba solo porque otro sacerdote le acompañaba en todo y la obra era de ambos, Pepe y el hoy vicario general de la Diócesis de Huelva, don Francisco Echevarría, que es quien continuó al frente.
Luis el Comino ha hecho de todo, incluso adquirió la conocida como “la casa blanca” y la adecuó como lugar de ocio para jóvenes, lo que contribuyó a quitar del Paseo de la Ría el botellón que tantos dolores de cabeza causaba a los vecinos y a la población en general. Hay que decir que eso fue una ocurrencia del entonces alcalde, José Hernández Albarracín, que se había empeñado en quitar esa lacra del centro del pueblo y lo consiguió gracias a su tesón y buena gestión.
Cuando estoy escribiendo esta breve semblanza de el Comino, veo que sin darme cuenta escribo mucho y tengo que cortar por falta de espacio. Pero me hubiera gustado poder seguir y contar más cosas, porque él es una persona llena de vivencias y de muy buena labor en pro de Punta Umbría.
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