Isabel 'La Chucha'

Isabel de la Rosa Pino, 'La Chucha'.
Isabel de la Rosa Pino, 'La Chucha'.
Fernando Barranco Molina

12 de mayo 2014 - 05:01

EL pueblo lo hacen sus habitantes sean de la condición que sean, cada uno aporta lo que puede y hoy traigo a esta galería a una mujer excepcional, una mujer a la que la vida le ha dado muchos golpes, pero ninguno ha podido con ella, de todos ha sabido sobreponerse.

Isabel 'La Chucha' como la conoce todo el pueblo o también la mujer del Choquito, se llama Isabel de la Rosa Pino, tiene en la actualidad 74 años y han sido todos ellos muy intensos. Quien no recuerda en la llamada playa del Cruce en la playa de La Bota, una caseta de madera blanca en la misma playa, era la llamada caseta de Los Chuchos, un matrimonio con un montón de hijos que todos vivían allí entre aquellas tablas.

Isabel fue la primera en nacer de todos los hermanos y nació en otra caseta que estaba ubicada en la ría de Punta Umbría donde hoy está el edificio Torre Umbría, de allí tuvo un deambular por varios lugares de la costa en los primeros años de su vida, allá donde su padre encontraba trabajo, Isla Cristina, La Antilla, Aljaraque, Mazagón y aunque tiene un recuerdo muy borroso de su infancia sí que recuerda que fue muy feo y muy duro, como algo que le sucedió con poco tiempo todavía desde su nacimiento. Sus padres al tener que ausentarse de la chabola-vivienda y no poder llevar a la niña, la dejaron metida en una cesta y colgada en el aire para que no la fuesen a devorar los animales de la zona. Fue descubierta al oír sus llantos a punto de morir porque llevaba cuatros días a la intemperie y sin alimentarse. Fue el primer golpe duro de su existencia, después vendrían muchos más, algunos de ellos no los voy a contar para no hacer llorar a nadie y menos a ella.

Isabel nació en el año 1939 recién terminada la guerra de España y los años que siguieron fueron muy malos para todos los españoles, la alimentación era escasa, menos mal que por allí pasaba muy a menudo un rebaño de cabras que llevaba Carmen 'La Rana' y al menos bebían leche que esta mujer les ofrecía y, además, le ayudaban a hacer queso con la leche cuajada. También en El Portil se instalaron unos militares en un campamento y de sus ranchos diarios, potajes, cocidos y demás ellos iban a comer las sobras que los soldados le daban.

Isabel tiene vivencias como para escribir una novela sobre su vida y forma parte de la historia de Punta Umbría, porque la historia de un pueblo como indicaba al comenzar, la hacemos todos los habitantes, los ricos y los pobres, los cultos y los analfabetos, los listos y los torpes y no podemos olvidarnos de nadie y menos de las personas como ella que lo han dado todo con sus escasos medios, por sus hijos y por sus vecinos, como aún lo sigue haciendo. Allí donde haya un vecino o una vecina necesitada, allí esta ella dándolo todo, ayudando a quien sea y como sea.

Algunos de los acontecimientos históricos de este pueblo, los vivió en primera persona, como por ejemplo la llamada historia de El hombre que nunca existió, que aunque ella era pequeña sí que recuerda con cierta nitidez, aquel episodio porque la curiosidad infantil le llevó a estar junto al cadáver del aviador con su maletín de documentos, haciendo hincapié en el lugar exacto que no fue como dicen ni en El Portil ni en La Bota, sino más hacia Punta Umbría, en la Mata Negra ya casi metido en la playa de Los Enebrales. Naturalmente también vivió los rodajes de las películas que por allí se rodaron, La batalla de Inglaterra o El hombre que nunca existió y recuerda todo el cielo lleno de aviones de guerra, yo mismo recuerdo todas las dunas de la zona, llenas de aviones destrozados por donde jugueteamos los niños.

Otro episodio triste que ella vivió muy de cerca fue el hundimiento del barco de pesca llamado Blanca de Prieto, en aguas de Barbate, ya que el padre y los tres hijos que murieron eran vecinos de su calle. Eran como hijos suyos y la desconsolada viuda se vió en todo momento arropada por todos los puntaumbrieños y su vecina Isabel permanentemente con ella.

La madre de Isabel crió allí en la playa de La Bota a sus 13 hijos mientras el padre se buscaba la vida como redero o marinero. A esta mujer la pintó de forma magistral la artista local Antonietta Ponzone y aparece en la contraportada de las primeras ediciones del libro de Juan Carrero, Historia de Punta Umbría . La expresión de su cara quemada por el sol es sorprendente y aparece con un niño en brazos que precisamente no era suyo sino el hijo de su hija retrasada mental que había sido violada. Eran unos tiempos malos. Las penas no se acaban ahí, este niñito murió cuando sólo contaba 9 años.

Creía Isabel que su liberación era casarse y se casó con un hombre bueno, el conocido como El Choquito que enfermó a los dos años de casarse y desde entonces fue ella la que llevó la casa adelante, tuvo 7 hijos de los cuales le viven 4, habiendo tenido ingresados 3 de ellos a la vez, no pudiendo dejar el trabajo porque sino no comían. Hizo todo lo que podía por buscar unas pesetas para alimentar a sus hijos, por ellos lo daba todo, iba a coger piñas cuando era la época. En los meses de mayo y junio se dedica a blanquear chalet, ella preparaba la cal y luego con la brocha y la escalera dejaba blanco brillante las casas de la playa. Hizo ramos de flores, se dedicó a coser por las casas, fue mariscadora y aún hoy con su edad, se pone por las tardes a la hora del paseo, a vender caballas en la calle para dar de comer a los cuatro hijos que conviven con ella.

En la Barriada de la Cofradía de Pescadores tiene su vivienda, que casi se queda sin ella en el momento del reparto y que si no es por las gestiones que le hizo "Señó Migué", de quien escribí el primer capítulo de esta serie Memorias de Punta Umbría. Don Miguel Redondo, con el don por delante como quiere ella que se le nombre, le escribió al gobernador una carta que le consiguió que se le concediese la vivienda donde hoy sigue viviendo.

Su marido murió hace 14 años y sigue en el corazón de ella, que además recuerda perfectamente todo lo vivido porque tiene una extraordinaria memoria.

A pasar de todo esto, ella es feliz con lo que tiene y muy contenta de sus vecinos y vecinas tan buenos. Y es feliz por su fe en la Virgen del Carmen y la Santa Cruz, de la que ahora el pueblo entero lleva de romería y a la que ella fue cada vez que pudo.

En definitiva, que Isabel es historia viva de Punta Umbría, de un pueblo que se empezó a forjar cuando ella nació y que tanto ella como todo el pueblo sufrió lo suyo para llegar a ser lo que hoy esta siendo y que nada tiene que ver ya el pasado con el presente. Punta no era sólo, ingleses, veraneantes, arena, sol y playas, era también sufrimiento y lágrimas, por eso era importante traer hoy a Isabel a esta galería de personas importantes que han hecho y hacen pueblo.

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