III Jornadas de patrimonio del Andévalo en La Puebla de Guzmán
En defensa del patrimonio cultural
Dentro de un mes se celebrará una nueva edición de estas jornadas con comunicaciones y ponencias, pero también con exposiciones, degustaciones gastronómicas o eventos musicales
HACE ya algunos años, un grupo de amigos fundamos la asociación cultural Campo de Andévalo para trabajar desinteresadamente por una comarca con muchos problemas de desarrollo económico, pero dotada de una gran riqueza cultural y medioambiental. Nuestro sueño era organizar unas jornadas comarcales de patrimonio en El Andévalo al estilo de las de la Sierra, cosa que se consiguió en el año 2010 gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Alosno, sus vecinos y personas tan vinculadas a aquella realidad como Santiago Osorno. Autopropulsados por el éxito de las primeras organizamos las segunda, el año pasado, en Santa Bárbara de Casa. Allí también el equipo de gobierno del Consistorio, las asociaciones y representantes tan singulares como Antonio Escudero hicieron posible, de nuevo, el milagro. Todo ello con la inestimable colaboración de instituciones como la Diputación Provincial de Huelva que además de adecentarnos los espacios escénicos nos publica el libro de actas.
Dentro de aproximadamente un mes La Puebla de Guzmán va a acoger las III Jornadas de Patrimonio del Andévalo. Las facilidades que en todo momento ha dado su alcalde y el diseño llevado a cabo por la Asociación Campo de Andévalo van a propiciar un intenso programa que nos llevará a conocer mejor esta singular comarca. Las ponencias y comunicaciones serán la base sobre la que se cimentará otras actividades como las exposiciones, degustaciones gastronómicas o eventos musicales. La Puebla es un municipio muy especial, habiendo desarrollado siempre las funciones de cabecera comarcal. Su extenso término municipal, su vocación agroganadera y forestal, su magnífica arquitectura popular y la impoluta conservación de sus tradiciones nos hablan ya de un espacio de autenticidad y fiabilidad. A ello debemos sumar la amabilidad y sencillez de su gente y la capacidad para transformar los recursos gastronómicos del medio en excelentes platos, entre los que podemos citar las calderetas, los revueltos de gurumelos o turmas y las migas. Todos ellos los debemos de acompañar del excepcional pan cocido con leña de encina o jara, verdadera sinfonía en la boca. Y qué decir de sus dulces, los cuales durante las principales fiestas esparcen sus fragancias por todo el vecindario, porque, señores, las casas de La Puebla no sólo huelen a cal blanca sino también a pestiños, borrachos, rosas, tortas o magdalenas.
Pero esta realidad encierra más sorpresas, como sus poblados mineros, su afición por el caballo, los molinos harineros en sus cabezos, La Virgen de La Peña en el Cerro del Águila o las tapas de revoltillo y morcilla en sus bares. Claro que esta comunidad mira con ilusión al futuro, depositando grandes esperanzas en que las aguas de su pantano puedan convertir en regadío a miles de hectáreas, que los aerogeneradores que mueve el viento incrementen la renta familiar, que las administraciones mejoren las comunicaciones o que La Mina de Las Herrerías se convierta en un proyecto de desarrollo cultural y turístico.
Este importante microcosmos de patrimonio y cultura es lo que le va a ofrecer La Puebla del Guzmán a todo aquel que quiera compartir las Jornadas del Patrimonio. En este marco el caminante agobiado por la prisa acortará su paso, se emborrachará de tranquilidad y podrá sentir en la cara ese contacto con la naturaleza del que nos hemos alejado por la carrera tecnológica y el consumismo compulsivo.
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