Horas bajas para el botellón
matalascañas
Los hosteleros celebran el descenso del consumo de alcohol en la calle asociado a la nueva ley de seguridad ciudadana, menos permisiva Los vecinos piden espacios para los jóvenes


La nueva Ley Órgánica de Seguridad Ciudadana, llamada desde algunos sectores Ley Mordaza, ha reducido los efectos del botellón en Matalascañas, aunque no ha conseguido aún erradicarlo por completo en el núcleo almonteño. Los empresarios de la hostelería aplauden la medida que permite, no sólo que se llenen sus establecimientos y suba notablemente su facturación, sino que genera un consumo mucho más responsable y moderado al lograr que muchos jóvenes dejen de tomar alcohol una vez tienen un evidente estado de embriaguez, lo que previene un gran número de comas etílicos.
El presidente de Cepyme-Almonte, Pedro Roldán, apunta que se ha dado un importante paso en este sentido, al mitigar los "perjuicios que generaba su práctica entre los vecinos y el poco dinero que generaba" en la costa almonteña. El representante de los empresarios locales añade, además, que con ello se han evitado problemas de tráfico en las zonas donde se concentraba el grueso de los jóvenes.
Aún así, en el Alto de la Piedra amanecen casi a diario bolsas y botellas de plásticos y vidrio de bebidas espirituosas, por lo que en las redes sociales comenzó a circular el bulo de que el Ayuntamiento había permitido nuevamente esta práctica. Nada más lejos de la realidad: el perfil social de la Concejalía de Juventud almonteña lanzaba un comunicado dirigido a "los jóvenes que veranean en Matalascañas, que no existe lugar habilitado para realizar botellón, por lo que en toda la localidad queda prohibido".
Pero no es sólo que el Ayuntamiento no haya habilitado un espacio físico para este menester, sino que la propia ley impide taxativamente destinar espacios públicos para consumir en la calle.
De hecho, establece multas que van desde los 100 a los 600 euros en virtud apartado 17 del artículo 37 de dicha norma, en el que se "prohibe el consumo de bebidas alcohólicas en lugares, vías, establecimientos o transportes públicos cuando perturbe gravemente la tranquilidad ciudadana".
La Policía Local de Almonte, que no quiso concretar a este periódico el número de denuncias interpuestas en lo que va de verano por este motivo, está haciendo una labor disuasoria en vez de castigar económicamente a quienes sorprenden con bebidas en los espacios públicos.
El presidente de la Asociación de Propietarios de Matalascañas, Juan Gómez, reclama a la Administración local que habilite un área para el consumo responsable y que goce de vigilancia, música y buenos accesos. El representante vecinal insiste en la necesidad de casar la demanda de los más jóvenes que buscan diversión en el núcleo costero, en función de sus posibilidades económicas, con la de los vecinos que pretende descansar durante sus vacaciones estivales. Para Gómez, la falta de un espacio de estas características hace que se beba "en cualquier zona verde", razón por la que demanda un espacio para este cometido y por lo que propone los terrenos del antiguo camping Rocío Playa, al final del Parque Dunar.
Vecinos como Antonio Sánchez relatan que les parece bien que cada cual realice la actividad que desee al aire libre siempre y cuando no genere un perjuicio al prójimo. Sin embargo añade que "se tendría que sancionar" a quienes dejan sus residuos "tirados en la vía pública". "Yo tengo perro y si no recojo sus heces, me multan. ¿Por qué a los jóvenes no?", se pregunta.
El botellón fue un problema endémico en toda España, si bien en Matalascañas cobró una dimensión mayor al ser un punto de encuentro de decenas de miles de jóvenes llegados desde municipios del Condado que viajaban en transporte público y desembarcan en la costa dispuestos a emborracharse.
El Ayuntamiento de Almonte destinó la zona de la Avenida de las Adelfas para reducir los perjuicios a los vecinos. Sin embargo, el volumen de personas que llegó a concentrarse durante el boom de esta práctica social llegó a generar una fuerte preocupación entre los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, debido a que el número de participantes superaba en mucho al de efectivos policiales mínimos necesarios para actuar ante cualquier eventualidad.
Regularizar el consumo no logró los objetivos marcados. Los vecinos denunciaban que el botellón se había extendido a cualquier zona verde del núcleo costero, incrementando con ellos los perjuicios por la suciedad y el malestar entre todos aquellos que querían conciliar el sueño.
También te puede interesar
Lo último
Contenido patrocinado