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Gentes de aquí y de allá: Mi tía María Molina

  • Fue un encuentro casual y no buscado el que permitió a una parte de la familia volver a encontrarse

Mi tía María Molina

Mi tía María Molina / M. G. (Punta Umbría)

Tuvieron que pasar muchos años para que pudiese conocerla, pero ya por fin, gracias a su hijo David, el verano pasado él me localizó, fue una auténtica sorpresa. Recibí una llamada telefónica de un redactor de Huelva Informacion, concretamente Eduardo Sugrañes, quien me dijo que había llamado al periódico un señor pidiendo mi teléfono porque quería hablar conmigo acerca de un artículo que yo había escrito.

Eduardo le había pedido su número de teléfono y le dijo con muy buen criterio que me localizaría y que yo lo llamaría. A saber, quien era y que deseaba, podría ser alguien para decirme que yo estaba equivocado en algo, o que la cosa no era como yo la contaba, ya me pasó una vez, que una señora muy enfadada me dijo que su abuelo no era de Punta Umbría, que era de Huelva, como si ser de Punta Umbría fuese algo malo, ojalá yo hubiese nacido aquí, seria todo un honor, pero bueno, ella quería que las cosas quedaran claras, y quedaron, porque yo rectifiqué.

Pero no, no fue así, me respondió un señor educadísimo diciéndome que estaba investigando sobre la familia de su madre María Molina y que sabía que la investigación debía hacerla en Huelva y Moguer así que centró su investigación por estas tierras del sur. El me llamaba desde Barcelona donde residía porque se dedicaba a volar en la compañía aérea Vueling ya que era piloto, se trataba del comandante David Barceló Molina. Y le dije aún extrañado que teníamos el mismo apellido a lo cual él me dijo que es que éramos primos hermanos. Le dije, a ver cuéntame lo que has investigado. Me preguntó si conocía a Federico Molina Ortiz y le dije que sí, que era mi abuelo materno y él me dijo, que también era el suyo. Y así empezó esta historia.

Él junto a su mujer, una encantadora argentinita llamada Cecilia, habían empezado a confeccionar el árbol genealógico de su familia para regalárselo a su madre María Molina Vicario que casi nada sabía de su padre, que a la vez también era el padre de mi madre.

Yo me quedé sin abuelo paterno siendo muy niño, pero me acuerdo perfectamente de él, mi abuelo Sixto que vivía en la calle Rábida de Huelva, y a mi abuelo materno lo vi muy poco porque había sacado unas oposiciones de Inspector de Enseñanza y su destino fue Málaga, donde pasaba grandes temporadas y a Huelva y Moguer venía de vez en cuando, porque aquí era donde estaba su familia, su hija, ósea mi madre y su esposa, o sea mi abuela María Jesús, pero no sabíamos nadie que en Málaga había tenido otra hija que también llevaba nuestro mismo apellido. Mi abuelo era muy amoroso y producto de ese amor malagueño nació mi tía María, hermana de mi madre en 1957, y aunque fue una niña feliz, se sintió muy sola ya que su padre, mi abuelo fue destinado a Melilla donde pasaba mucho tiempo y se vieron muy poco ya que él murió siendo todavía joven.

María Molina. María Molina.

María Molina. / M. G. (Punta Umbría)

Mi madre y mi tía no llegaron nunca a conocerse ya que aparte de vivir en lugares distintos, había mucha diferencia de edad, tanto es así que yo siendo su sobrino soy mayor, tengo más edad que mi tía. Ella estudió en varios colegios de Málaga y se preparó en la rama administrativa, presentándose a unas oposiciones para el ayuntamiento de la capital de la costa del sol, que aprobó tras un esfuerzo grandioso y donde ha permanecido como funcionaria de carrera hasta el año pasado que le llegó la edad de jubilarse

La madre de mi tía, María Vicario Cabrera era viuda de un sargento de la Guardia Civil y en el año 1957 dio a luz a una niña muy bonita María Molina Vicario a quien hace un año he conocido yo y toda su familia de Huelva que la hemos acogido como no podía ser de otra manera, con los brazos abiertos. Todo esto ha sido gracias a nuestro primo David y a su esposa Cecilia quienes han estado organizando un encuentro entre todos que se produjo hace poco en el bonito pueblo de Moguer de donde era su padre, mi abuelo y mi madre, es decir, toda su familia paterna.

Ella se había casado con Diego Barceló Mayorga, bancario de profesión y un magnífico caballero, buen marido y buen padre de dos hijos Diego y David que la han hecho y la siguen haciendo muy feliz, igual que ellos a todos nosotros también porque es otra familia que se ha reencontrado con la nuestra después de mucho tiempo perdido, siendo todos de la misma sangre.

Efectivamente, ellos vinieron a conocernos y el encuentro se produjo en el pueblo muy culto de Juan Ramón Jiménez como no podía ser de otra forma, de allí era mi abuelo Federico que era también muy culto, hijo de otro gran maestro Federico Molina Alcón que a pesar del tiempo transcurrido, todavía es muy recordado entre la gente mayor, que fueron alumnos suyos en su colegio de la Plaza de las Monjas, edificio de dos plantas que aún sigue en pie y de allí descendemos ellos y nosotros por parte de nuestras madres.

María Molina. María Molina.

María Molina. / M. G. (Punta Umbría)

Fue un día muy bonito y entrañable, llegamos a Moguer antes de la hora prefijada y yo me encontré con ellos por la Plaza de Las Monjas y sin mediar palabras ni habernos visto nunca, nada más vernos nos señalamos y nos dijimos, “primos…sois vosotros, ¿verdad?,” si, y allí mismo se nos saltaron las lágrimas y más al mirar a mi tía María tan guapa idéntica a mi madre cuando tenía su edad. Juntos paseamos por el pueblo de su padre, enseñándole, la casa donde vivió, por donde jugó de niño, en el colegio donde dio clases, y luego tuvimos una comida de convivencia donde nos conocimos mejor. Por la tarde le enseñamos la playa de Mazagón y merendamos en el Parador Nacional de Turismo Cristóbal Colón cuyas vistas desde el acantilado les impresionaron y es que no es para menos.

Al día siguiente como no podía ser de otra forma, quedamos en Punta Umbría, que por cierto ya la conocían y les gustaba mucho, lo cual suponía para nosotros una gran satisfacción. Hacía varios años que habían venido a pasar unos días y se quedaron en uno de los hoteles maravillosos que posee nuestra localidad y comimos en un chiringuito de la playa donde permanecimos hasta hacer una tertulia después a modo de sobremesa con mi abuelo Federico en el centro de la conversación.

A nuestra tía, le contamos una y mil anécdotas sobre su padre, que a pesar de haberlo tratado poco pero sí que sabíamos cosas de él que nos habían contado nuestra madre, abuela y tías. Era una persona como dije antes, muy culta y peculiar, con mucha sabiduría, simpático y capaz de enamorar solo con su forma de hablar. Mi tía María se siente muy satisfecha y orgullosa de todo lo que logró en su vida profesional a base de esfuerzo, honrando a su padre y a su madre y nosotros su familia de Huelva también estamos muy orgullosos de ella y muy agradecidos del esfuerzo que hicieron para conocernos, ya somos una familia unida y además muy querida entre todos sus miembros.

Próximamente nos volveremos a ver y esperemos que algunos de mis hermanos que no pudieron conocerla por estar fuera aquel bonito día tengan la posibilidad de verse ahora, al igual que su otro hijo Diego, que tampoco pudo venir aquel día y ya de esta manera estemos la familia al completo. Querida tía María, para terminar, decirte que te tenemos mucho cariño y te queremos mucho, eres una gran mujer y eres la pieza que nos faltaba. Mil besos

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