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Gentes de aquí y allá: Jacinta Rodríguez, cirujana

  • Por Fernando Barranco Molina 

Gentes de aquí y allá: Jacinta Rodríguez, cirujana

Gentes de aquí y allá: Jacinta Rodríguez, cirujana / M. G. (Huelva)

Llevaba tiempo deseando escribir sobre alguna mujer y, por una cosa o por otra, hacía tiempo que no lo hacía. El otro día escribí sobre una excepcional, mi tía María Molina, y hoy lo hago sobre otra que también es singular y muy especial, la cirujana onubense María Jacinta Rodríguez Rodríguez. Tengo otras en cartera que son también del mismo gremio, de mucha valía y que bien se merecen este pequeño reconocimiento que yo les hago. La verdad es que merecen mucho más, pero yo humildemente hago lo que puedo con estas pequeñas semblanzas a modo de reconocimiento.

Jacinta nació en Huelva en el año 1958 y desde pequeñita sus padres Miguel Ángel y Manuela la enviaron a estudiar al Colegio de las Madres Teresianas, donde estuvo hasta terminar el bachiller. En su casa reinaba un gran espíritu familiar entre padres e hijos. Jacinta tiene dos hermanos varones menores que ella y ese carácter de hermandad también se lo ha transmitido a sus hijos, Nuria y Jorge, que trabajan y viven en Madrid y Barcelona respectivamente. Y como novedad, decir que pronto Nuria la va a hacer abuela, por lo que ella se siente muy contenta y feliz.

Ella no tiene parientes que se dediquen a la medicina, pero con solo 15 años conoció a su novio, el bueno de Pepe Hierro, que era mayor que ella pues tenía entonces 19 años y estaba estudiando medicina. Y aunque ella diga que no, algo le influyó, aunque realmente el motivo principal de estudiar Medicina fue su afán de aprender e investigar. Pero insisto, Pepe Hierro, que siente la medicina como una herramienta útil para ayudar al prójimo, algo tuvo que ver.

Una vez licenciada empezó a ejercer como médica de atención primaria, pero al hacer el MIR eligió la especialidad de Cirugía y obtuvo el título. Primero se dedicó a la cirugía general y, posteriormente, durante casi 10 años, hizo cirugía vascular para, después y por último, dedicarse de forma definitiva a la cirugía de mama, donde también ejerce otro gran profesional de Punta Umbría, el doctor Diego Ladrero, a quien el otro día nombré de paso al dedicarle un artículo a su hermano Antonio Ladrero. Y también forma parte de ese magnífico plantel de buenos cirujanos la doctora Juana Salas, a quien le tengo un cariño muy especial del que ya hablaré en otro momento.

Jacinta ha salvado muchas vidas. En una ocasión hubo una persona apuñalada en el tórax y no había en aquel momento ningún cirujano disponible de esa especialidad. Y ella, sin haberlo hecho nunca, se atrevió a operarlo y lo salvó. Por eso la paran por la calle muchas personas que, llorando, le dan las gracias por haberle salvado la vida o algún miembro cuando ella operaba en cirugía vascular. Y con las operaciones de mama ocurre lo mismo, salva muchas vidas siempre que los tumores sean cogidos a tiempo.

Además de operar, Jacinta colabora con trabajos de carácter internacional y por tanto está al día con todas las pautas y tratamientos que se siguen en el mundo. Semanalmente se reúne con sus compañeros en sesiones donde se exponen los casos de cada paciente con la perspectiva de diferentes especialistas. Para eso trabaja en un hospital de referencia en este campo, el Juan Ramón Jiménez, donde existe un equipo de mama multidisciplinar en el que, además de los magníficos cirujanos, colaboran oncólogos, radiólogos y muchos profesionales más.

Jacinta le tiene tanto amor a su trabajo que ha llegado a interrumpir sus vacaciones para ir al hospital a operar a pacientes que no podían esperar. Eso se llama ser médico de vocación y, según se dé buena tinta, un año se quedó sin disfrutar de sus vacaciones anuales porque había otros médicos de baja y ella era muy necesaria. Gracias a su gesto no hubo que cerrar el servicio de cirugía. Eso hoy afortunadamente no ocurre porque todos los servicios de cirugía tienen suficientes profesionales y además todos excelentes.

Ella es una persona muy dulce, y eso lo digo a boca llena y con conocimiento de causa, porque somos amigos desde hace tiempo y lo comparto con todos los que la conocen. Al principio puede parecer seria, pero tan pronto como se intima con ella sale a relucir su dulzura y su tranquilidad. He de decir que jamás la vi discutir con nadie.

En sus ratos libres se dedica a leer, ya que es una gran lectora, y a pasear por la playa con los pies metidos en el agua de su Punta Umbría de su alma, a la que adora y donde vive mucho tiempo, incluso en invierno, siempre junto a su marido al que adora. Bueno, a decir verdad, forman una pareja envidiable porque él siente verdadera admiración por ella.

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