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Gente de aquí y allá: Belli González Orta, auténtica mujer puntaumbrieña

Belli González Orta-

Belli González Orta- / M. G.

Me encanta hablar con ella porque tiene una gran memoria y recuerda todo lo que pasó en Punta Umbría desde tiempos inmemoriales. Nos lo pasamos muy bien hablando y recordando miles de anécdotas de aquella Punta Umbría que se nos fue, pero que permanece en nuestros recuerdos.

Bella, que tiene ese nombre tan bello y tan lepero, tiene todo bello, pero lo principal es su corazón. Ella nació en Huelva, pero fue por las circunstancias, pues enseguida la trajeron a Punta Umbría, que es donde ha desarrollado toda su vida. Desde pequeña se le vio venir, era una niña muy buena, muy juguetona y que siempre fue muy feliz.

Su madre trabajaba en la compañía con los ingleses. Era una gran trabajadora y en su tiempo libre iba siempre a echar una mano a Rosario la del Casino, que le tenía mucho cariño, el mismo que le tuvo su hija y aún le sigue guardando un grato recuerdo, igual que a toda la familia.

En un determinado momento ocurrieron ciertos hechos en su vida que le cambiaron, en cierto modo, su forma de vivir. La cosa se le puso cuesta arriba, pero como ella tenía un gran amigo desde la más tierna infancia, Juan Pérez Domínguez, más conocido en el pueblo como Juanito Soledad, un hombre bueno de los de verdad, decidieron, cuando ella solo tenía 16 años, casarse e irse a vivir juntos. Y desde entonces Belli volvió a ser tan feliz como en su infancia y hoy, afortunadamente, sigue igual de contenta, acompañada siempre de su marido, de sus hijos y de sus nietos que la adoran.

A todo esto, a su marido, siendo aún muy jovencito, lo llamaron a filas y le tocó en suerte nada más y nada menos que irse a hacer su servicio militar al Sahara. Y allí se fue, a El Aaiún, donde cayó muy bien entre sus jefes y oficiales y consiguió el llamado “pase pernocta”, con lo cual tenía las tardes libres y se pudo dedicar a hacer obras de albañilería y ganar algún dinerillo que le permitió, tras pedir los correspondientes permisos, llevarse para allá a Belli y a su hija recién nacida.

Y tras acabar la “mili”, como él no había parado de trabajar, consiguió ahorrar algo para poderse volver a Punta Umbría y emprender una nueva y definitiva vida. Así fueron naciendo sus otros hijos que, con el paso del tiempo, les han dado siete nietos que les hacen muy felices.

Cuando le digo a Bellita que le voy a dedicar un artículo en el periódico por ser una mujer valiente, emprendedora y, sobre todo, una puntaumbrieña cabal de los pies a la cabeza, ella se ríe y me dice que me lo agradece, pero que ya salió el otro día en la prensa. Y es que tiene mucha gracia, porque fuimos juntos a Lepe a la galería de arte John Holland Gallery de la calle Real de lepe, del gran pintor lepero, afincado durante tantos años en Chicago, el célebre Santana, que nos invitó como siempre, a una magna exposición; y al día siguiente salió Belli en la prensa, en la fotografía que ilustraba la noticia, observando uno de los cuadros.

Tanto ella como su marido montaron en Punta Umbría un bar restaurante, bar de copas y música, que en su momento fue de lo mejor del pueblo. Se llamó “Andros”, igual que la bonita isla griega del mar Egeo, y ella desde casa preparaba muchas cosas ricas que luego se degustaban en el pub, con notable éxito.

Y es que Belli siempre acompaña a su marido en todo. Si él va a la Peña Flamenca a cantar, cosa que le gusta mucho, ella va con él a bailar o a tocar “los palillos”. Ambos pertenecen a la Hermandad de la Santa Cruz y asisten siempre que pueden a la romería del pueblo porque son creyentes y siempre les gusta colaborar con las cosas de su Punta Umbría de su alma.

Siempre le gustó involucrarse con las cosas del pueblo y colaboró, por ejemplo, cobrando los recibos cuando esas cosas se hacían casa por casa, o vendía loterías con el fin de recaudar fondos para hacer más grande la hermandad que fundaran, entre otros, Joaquín Guisado Vides y José Suñé en el año 1947.

Pero no solo colaboró con la Santa Cruz, también con las Hermandades de la Virgen del Carmen o de la Virgen del Rocío. Y no solo con asuntos religiosos, sino que siempre está dispuesta a ayudar a todos los vecinos y a todo quien se lo pida, porque Belli es una persona muy buena, como decía al principio. Por eso, no se le pudo poner mejor nombre que el que se le puso, porque es Bella por fuera y por dentro.

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