Galope corto
sector ecuestre La deriva de Formades, una las 'joyas' de la formación en economía sostenible
En Almonte, el municipio español con más caballos por habitante, languidece una ambiciosa iniciativa de empleo para potenciar el sector ecuestre en Andalucía
La comidilla estos días en Almonte, 22.000 habitantes y 7.000 caballos, está en el Ayuntamiento. No tanto por una aparente operación de transfuguismo por la cual el que fue teniente de alcalde del PP y concejal de Empleo sea ahora un concejal no adscrito y vote con el PSOE, sino por el chismorreo que ha proporcionado que el concejal dimitido denunciara ante la Guardia Civil que uno de sus ex compañeros le informó que tenía documentos suyos íntimos que acabarían con su matrimonio.
Esa carnaza para el cotilleo no es una buena noticia para la economía de Pedro Acosta, pionero del turismo y la formación ecuestre en las arenas en las que muere el Coto de Doñana. Nos vemos en un bar de la aldea de El Rocío al lado de la choza en la que su veterana empresa, Doñana Ecuestre, gestiona paseos en autobuses de safari por el Parque Nacional. Acaba de terminar una pésima Semana Santa para el negocio. "Hace un año tuvimos 1.500 visitantes. Este año apenas hemos superado los 400. Nos sostiene un poco el Imserso, pero claro, son otros precios". La supervivencia de la empresa de Acosta es propia de un equilibrista. El Ayuntamiento de Almonte le debe 400.000 euros que no le paga porque, a su vez, la Junta no le paga ese dinero al Ayuntamiento y el Ayuntamiento no presiona a la Junta por lo del asunto del concejal de Empleo del que habla todo Almonte. ¿Qué le debe la Junta al Ayuntamiento que el Ayuntamiento debe a Acosta? Justo todas esas instalaciones que tenemos enfrente con grandes cartelones de la Consejería de Empleo y que responde al nombre de Formades, Consorcio de Formación Medioambiental para el Desarrollo Sostenible, el único centro de formación de Andalucía en profesionales de un sector, el ecuestre, que ha llegado a mover en la región durante las vacas gordas 1.054 millones de euros y 37.000 puestos de trabajo anualmente.
"Nosotros levantamos el centro. Tenía 80 boxes muy amplios y una pista cubierta de 2.625 metros cuadrados, con capacidad para 1.600 plazas". Pedro Acosta fue uno de los primeros en ver el potencial económico de la aldea más allá del Rocío y la venta de medallas. Un paseo por la aldea, un inmenso poblado fantasma un día cualquiera como el pasado jueves, ofrece un tipismo folk dormido que despierta cada año con su romería. Pero en la plaza central, donde se encuentra la ermita, donde se mira directamente a las marismas del Coto, hay decenas de coches aparcados y las tiendas están abiertas vendiendo a buen ritmo merchandising rociero. Junto a la ermita, en una estancia tenebrosa iluminada por centenares de velas encendidas por los visitantes, dos mendigos, Antonio, un almonteño desdentado y una joven rumana que duerme en la playa con su hija enferma, reparten estampitas.
Los paneles del mirador de la aldea informan de que en 1504 el duque de Medina Sidonia oficializó la tradición de los almonteños de adentrarse el día de San Juan en el Coto para capturar yeguas semisalvajes y sus potrillos para llevarlas al Ayuntamiento de Almonte para su venta pública. Los almonteños son domadores de caballos desde tiempo inmemorial. Acosta vio ese potencial y en terrenos municipales levantó lo que ahora es Formades. Los impagos le han llevado a refugiarse en su pequeña y coqueta choza ofreciendo ahora turismo a motor. Ha tenido que dividir el negocio. La parte ecuestre la lleva su socio Gregorio Camacho, que está esperando a ocho turistas alemanes con unas botellas de manzanilla. Camacho ha tenido que adecuarse a los tiempos: "Tenemos doce caballos, aunque sólo empleamos ocho para los paseos. Hemos reducido el precio de la hora de paseo de 30 euros a 20 euros. El negocio da para vivir, no para vivir bien, pero sí para vivir".
No son los únicos a los que el consorcio de formación debe dinero. Isidro Medina, conocido por todo el mundo en Almonte como demuestra que fuera elegido el pasado año para ostentar el honor de ser hermano mayor de la hermandad matriz de El Rocío, es el portavoz de los proveedores. Calcula que la Junta, a través de Formades, les adeuda en torno a 800.000 euros. Medina regenta Ruralia, una nave a las afueras de Almonte dedicada a la alimentación animal. Hay actividad entre las montañas de sacos de pienso y Medina no para de contestar al teléfono llamadas de clientes. "No, gracias a Dios Formades no es mi primer cliente. A mí me debe una cantidad pequeña en comparación con otros, unos 9.000 euros, y mis facturas no son tan antiguas como las de algunos afectados, a los que no les pagan desde hace más de dos años. Pero en sus inicios Formades sí que fue mi principal cliente. Almonte se ilusionó mucho con este proyecto. Era un modo de canalizar una riqueza que estaba muy a mano, que está en el ADN del pueblo. Aquí, casi todo el mundo tiene un caballo".
Corren por Almonte, que está situado a quince kilómetros de la aldea, algunas leyendas sobre Formades: que han tenido que deshacerse de caballos, que algunos potros han muerto de hambre. Este párrafo se podía leer en un periódico digital de Huelva: "La dirección de Formades se desentendió del cuidado de los animales y del pago a las empresas, por lo que estos han dependido de la caridad de estas últimas. A consecuencia de la mala alimentación, los caballos han adelgazado y las yeguas que han parido no han podido dar leche a sus crías, por lo que estas han muerto, ante la indiferencia de la dirección".
Pedro Gutiérrez, jefe de estudios de Formades, "alucina" con estos rumores. El gerente del centro, al que el Ayuntamiento de Almonte le afea ser foráneo por no ser de la comarca del Condado, ha delegado la visita al centro en Pedro, excusándose por estar muy ocupado. Mientras la yegua Caldera me estornuda heno encima, Pedro va mostrándonos la cabaña del centro, 92 animales. "Hay 102 boxes, con lo que nunca ha habido más que ese numero, no nos hemos podido deshacer de esos que dicen". En propiedad, el Consorcio sólo tiene dos decenas de caballos, el resto son cedidos a cambio de manutención. Hasta hace poco el centro adquiría caballos. De hecho, llegó a pagar por Caldera, "mi ojito derecho", dice Pedro, 17.500 euros, "un chollo porque al poco tiempo daban hasta 100.000 euros por ella". Aquí hay caballos de todas las razas y usos y de algunos se muestran muy orgullosos. La última noticia aparecida en la web de Formades data de octubre del pasado año y hace referencia a uno de sus caballos, clasificado para el salón Sicab en un concurso morfológico de Moguer. Ahora, admite Pedro, ya no se compra ningún caballo. "En cualquier caso, nosotros no operamos en el mercado, no vendemos caballos, ni comerciamos con el semen. Estos caballos son para el aprendizaje de nuestros alumnos y, dentro de ese aprendizaje, también se encuentra hacer viable una cuadra, comprar alimentación a precios competitivos, maximizar a través de la doma el valor de un caballo". Claro, que lo de no pagar a los proveedores no entrará en ese apartado del temario. Ahí es cuando el jefe de estudios avisa que no puede hablar de dinero, que de eso él no sabe, pero sí está interesado en mostrar que los caballos están sanos y bien alimentados y, en efecto, así lo parece. A continuación, nos dirige hacia Bético, un potrillo resucitado. "Su madre lo parió sobre un charco y luego lo rechazó, se negó a amamantarlo. Hemos tenido que sacarlo adelante y, mírale, parece que lo hemos conseguido". Algo escuálido aún, pero limpio y sano, el potro huérfano que nació en un charco exuda vitalidad.
Los alumnos, que vienen becados de todas partes de Andalucía y para los que Formades tiene habilitado un internado, realizan tareas de mantenimiento mientras Pedro pasea orgulloso entre los boxes. No es un hombre de caballos, viene de la banca. "Pero bueno, soy de Almonte y en Almonte todos sabemos algo de caballos". Este centro presume de economía sostenible y, como todo lo que lleve ese sobrenombre, hay un tuerto que nos ha mirado, que ha decidido que sea insostenible. Empezó el centro en 2001 con planes muy ambiciosos. El sector ecuestre era sólo una pata más de un lugar en el que se quería formar en energías limpias. El amplio apartado de estudios se redujo por falta de medios. "A muchos políticos parece que les cuesta entender que el sector ecuestre tiene un potencial enorme. En Alemania, donde el caballo es una religión, se encuentra entre los primeros sectores productivos del país. El otro día un hombre de Almonte me contó cómo había comprado un buen potro por 5.000 euros. Lo domó, lo cuidó, lo adiestró, lo presentó a los certámenes. Consiguió venderlo a los dos años por 50.000. El mercado es muy volátil y, aunque los precios han caído, el sector ecuestre no se ha resentido tanto de la crisis como otros. Si tú formas a un personal cualificado, obtendrá un empleo de calidad. Antes, este trabajo se veía como el de un peón agrario; ahora no. Ahora un buen profesional se cotiza bien, ya sea mayoral, herrador, guarnicionería, doma... todo eso lo enseñamos aquí. Nuestras promociones tienen un porcentaje de ocupación de un 67. Pocos sectores pueden decir eso".
¿Pero puede sostenerlo el dinero público? José Joaquín de la Torre, el concejal del PP acusado por el presunto tránsfuga de coaccionarle con documentos íntimos, ha declarado que "estamos ante un ejemplo más del fracaso de las políticas de desarrollo sostenible acometidas por el PSOE en Doñana. Un modelo que se ha revelado como completamente insostenible y que no hace protagonistas de su futuro a gente de la zona".
Medina, el propietario de Ruralia, afirma que muchos proveedores ya se han negado a servirles mientras no empiecen a pagar sus facturas. "El proyecto era apasionante. Aquí lo acogimos con mucha ilusión, pero se ha ido viniendo abajo. Ahora el gerente nos dice que no nos puede pagar porque ni siquiera cuenta con la figura del interventor, por lo que no podría extender las facturas, aunque tuviese liquidez, que no la tiene. Y si no la tiene es porque no están llegando las subvenciones desde Empleo o porque empezaron muy fuertes hace diez años y cada año, cuando había dos, gastaban tres. Nadie conoce muy bien cuáles son las cuentas de Formades, lo que sabemos es que no paga".
Tampoco Medina, desde el observatorio de su empresa, es tan optimista sobre el sector ecuestre como el jefe de estudios de Formades. "El boom del caballo vino parejo del boom del ladrillo. Las grandes cifras que se manejan del sector son anteriores a la crisis. El caballo era un artículo de lujo. Quien pudo comprarse un caballo en Almonte a cuenta de la burbuja, que aquí también la hemos tenido, se lo compró. Forma parte de la tradición. También mucha gente de Sevilla los compró, allí están, en la aldea, se les puede ver. Yo mismo llegué a tener ocho caballos, ahora ya sólo tengo cinco y tendré que reducir. Mantener un caballo cuesta unos 1.200 euros al año. No todo el mundo puede permitírselo. Afortunadamente, no se ven caballos abandonados porque ahora, con los chips, eso es casi imposible, pero, al igual que nosotros, los caballos también viven peor que antes".
Los caballos, nos han dicho en Almonte, han salido de las cuadras para estar en fincas. Los propietarios reducen costes. Ya no se compra tanta alimentación en las tiendas y los animales vuelven a pastar. Paseando por Almonte, en una parcela, vemos al propietario de un pony haciéndole correr en círculos; al lado, un hombre siega con una hoz el forraje que alimentará a esta pequeña centella negra de ingobernable crin.
En la aldea comprobamos lo que nos han dicho. Finalizada la cuadrícula de calles de arena desiertas con las casas de hermandades de todos los pueblos de Sevilla, Huelva y Cádiz que congregan aquí una vez al año a casi un millón de personas, llegamos a Doñana, que nos recibe con un inmenso campo donde quizá más de cien caballos rebuscan en la tierra. Buena parte de ellos, no todos, tienen atadas las patas delanteras y avanzan a trompicones. Potros juguetean con sus madres. No hay más presencia humana que la de los turistas alemanes tirados por cuatro burros en una calesa que fotografían entusiasmados a esta colonia de caballos que no parecen saber qué hacer con su aparente libertad.
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