Final feliz en el caso Malaya

almonte Culmina la peripecia judicial del camarero que acabó siendo relacionado con Juan Antonio Roca

La Fiscalía retira los cargos contra José María Mellado, cocinero del Hotel La Malvasía · Se ha defendido en el macrojuicio contra la corrupción urbanística con un abogado de oficio

Arriba, José María Mellado, en Almonte, tras conocer la decisión. Abajo, el hotel donde trabajó, La Malvasía.
Carlos López

21 de junio 2012 - 05:01

Siempre se ha declarado inocente. Pero hace cuatro días la Fiscalía que lleva el caso Malaya así se lo reconocía retirando todos los cargos que pesaban sobre el camarero almonteño José María Mellado. Aunque el calvario sufrido durante cuatro años de causa le ha pasado factura a nivel físico y metal. No es para menos, ha estado inmerso en el mayor caso de corrupción urbanística de España y, en consecuencia, en uno de los juicios más mediáticos en los que cualquier novedad en la operación Malaya abría los telediarios de todas las televisiones nacionales.

Tras la retirada de cargos, pocos limpiarán en su justa medida su buen nombre, el de alguien cuyo único delito fue abandonar su profesión de cocinero para aceptar el encargo de hacer rentable un nuevo hotel (La Malvasía) que se construía en la aldea de El Rocío y al que Óscar Benavente, socio de Roca, invitó a gestionar a través de una empresa llamada Torquemada de Hostelería. Un ente que posteriormente se adhirió a Condeor, empresa esta última que formaba parte del entramado societario de un desconocido entonces Juan Antonio Roca, quien a la postre se revelaría como el supuesto cerebro del expolio marbellí.

Cuando el escándalo estalló en 2006 Mellado no fue molestado por la Justicia. El proceso que instruía el joven juez Miguel Ángel Torres no encontró motivo alguno para procesarle, limitándose únicamente a nombrar como administrador judicial a José Luis Gallardo, quien le conminó a seguir adelante con la gestión de La Malvasía y le ayudó a constituir, en enero de 2008, la firma Explotaciones Hosteleras El Rocío. Sería esta última entidad la que llevaría a cabo la gestión de la infraestructura turística por la que pagaría un alquiler de 3.000 euros mensuales, que le recompensaban así por la enorme inversión que había realizado la familia almonteña para acondicionar el hotel.

No obstante, en octubre de 2008 todo se tuerce. La visita de la Guardia Civil a las instalaciones derivó en que se le imputasen los delitos de blanqueo de capitales y se dictaminase el nombramiento de un nuevo administrador judicial, momento en el que comenzóa un calvario que no culminó hasta cuatro años después.

El cocinero almonteño afirma que la Justicia pierde su esencia como tal cuando se dilata en el tiempo. "Pierdes las fuerzas, no se puede tener a una persona inocente cuatro años pendiente de una sentencia, pues ya le estás condenando sólo con eso. A mí me han destrozado", sostiene con rabia y resignación.

Ahora goza de la libertad de no tener que acudir cada quince días a firmar en los juzgados de Málaga. Incluso para eso hay clases, denuncia: "Algunos peces gordos del caso" gozaban de permiso para estampar su rúbrica en los juzgados más cercanos, mientras que recuerda que él no podía hacer lo propio en los de La Palma del Condado, teniendo que cubrir con su coche 580 kilómetros para una mera firma.

Ahora sólo piensa en dejar que el tiempo diluya todo el calvario sufrido porque "olvidar, olvidar no se olvida".

Sin embargo, su mujer, María Dolores Espina, la verdadera e incansable abogada durante todo este proceso, lanza un mensaje positivo y afirma que esta travesía en el desierto les ha servido para distinguir a los verdaderos amigos de los simples conocidos. Más aún en un pueblo donde muchos carecen de la capacidad para entender conceptos como la presunción de inocencia y que lo tentáculos de la corrupción son infinitos, si bien en ella también se ven envueltas personas cuyo único delito es encontrarse en el lugar equivocado o trabajar para un Roca a través de la tela de araña mercantil que ideó para sortear la acción de la Justicia.

Desde la distancia que imprime verse separado de la causa, Mellado pronostica que los autores materiales del expolio marbellí pagarán, ya que "el proceso es imparable gracias a que es la sociedad la que está detrás impulsando esto".

En cuanto al futuro del Hotel La Malvasía pronostica que "Roca nunca querrá desprenderse de lo que ha sido uno de sus ojitos derechos".

Distinta lectura es el estado en que hoy se encuentra, ya el que el cocinero almonteño dice que se ha convertido en "un corralón, donde no se invierte como mi familia hacía cuando lo gestionaba".

La Malvasía atrajo a El Rocío a muchos de los hoy encausados y puso la lupa de las corruptelas en el término almonteño.

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