Provincia

El abandono condena a la desaparición a muchas ermitas medievales de la Sierra onubense

Ermita de Nuestra Señora de la Piedad.

Ermita de Nuestra Señora de la Piedad. / Jorge Garrido (Huelva)

La inauguración de la exposición Ermitas de repoblación en la Sierra de Huelva en la localidad de La Nava, ha puesto de manifiesto la realidad de un patrimonio importante de la provincia onubense que está en serio peligro de desaparición. Muchas de las ermitas medievales diseminadas por la comarca serrana sufren un proceso de abandono que las ha llevado a la ruina.

En la apertura de la muestra, la diputada provincial de Cultura, Gracia Baquero Delcán; la alcaldesa de La Nava, Inmaculada Morales, y el autor de las fotografías, Jorge Garrido, pusieron de manifiesto la importancia de conocer el patrimonio para contribuir a su valorización. Algo que ha faltado en el caso de muchas de estas ermitas, que han sido utilizadas como cuadras, almacenes o establos para el ganado durante años, provocando un deterioro irrecuperable.

El propio artista confiesa que ha experimentado sensaciones agridulces durante su trabajo. “A la emoción de conocer lugares increíbles y aprender del pasado de la comarca, se ha sumado la frustración de ver el estado en que se encontraban muchos edificios”, apunta Garrido.

Todo ello ha provocado, no sólo su degradación como inmueble, sino también el haber hurtado a la población la posibilidad de disfrutar de bienes culturales de gran raigambre en el territorio, la falta de valorización de lugares de importancia histórica y artística.

Investigación y visibilidad

La iniciativa de la Diputación de Huelva parte de interesantes momentos históricos vividos en la comarca serrana, en cuya Baja Edad Media se produjo la llegada de colonizadores procedentes de latitudes peninsulares norteñas. Estos aventureros trajeron sus costumbres, su vocabulario, cultivos como el castaño y construcciones de gran relevancia para ellos, que se han convertido en focos de cultura y turismo con el paso del tiempo.

Han sido muchas las ermitas de repoblación levantadas en el norte de la provincia fundamentalmente durante los siglos XIII a XV, e incluso más allá, siendo la zona en que más ejemplos mantiene en territorio onubense e incluso en la mitad sur peninsular. En ese catálogo, se han producido pérdidas irreparables en los últimos siglos, pero algunas iglesias sí que han llegado a nuestros días.

Los repobladores fueron construyendo las ermitas e iglesias de acuerdo a los cánones y técnicas que conocían de sus lugares de origen, desde el románico al gótico-mudéjar. De hecho, “algunos autores califican el estilo religioso de la zona en esas fechas como un estilo anómalo, en el sentido de que tiene más que ver con estilos constructivos de otras zonas y otras épocas que con la natural evolución de la arquitectura de origen árabe que existió en la comarca”, apunta Garrido.

La funcionalidad de muchos de estos templos no fue sólo religiosa, sino que formaron parte de una red parroquial que cumplía objetivos de afianzar la población a un extenso y diseminado territorio o servir de apoyo a la vigilancia que ejercían castillos y fortalezas edificados en la frontera portuguesa, al estar edificados en lugares estratégicos.

Con las desamortizaciones pasaron a manos privadas numerosos edificios de la época de la repoblación, y muchos de ellos han sufrido desde entonces el abandono que les ha llevado a la ruina, salvo algunas excepciones en las que las instituciones se han hecho cargo de ellos. La propiedad privada o la inaccesibilidad de algunos edificios ha imposibilitado en ocasiones la actuación pública, aunque algunos propietarios se han empeñado en que la degradación o la falta de uso no lleve a su destrucción total.

El mismo edificio que alberga la exposición, la Ermita de las Virtudes de La Nava, sufrió el expolio y el uso ganadero hasta hace relativamente pocos años. Afortunadamente, la demanda de los vecinos para recuperar los aspectos más importantes de su romería y el tesón de la Corporación municipal, dirigida en aquel momento por Francisco Fernández Jaramago, hicieron posible la recuperación integral del espacio y de la ermita, espléndidamente restaurada por Jesús Mendoza. Hoy, se ha convertido en un Centro de Cultura y Arte que ejemplifica la utilidad y la labor social que pueden cumplir estos inmuebles.

Deterioro irreversible

El propio autor ha ido publicando píldoras informativas en las redes sociales de su empresa, Sierra Photography, con datos e imágenes de diversos templos. La Ermita de Santa Brígida, en Almonaster la Real, por ejemplo, data de principios del siglo XIII y se encuentra en un estado de ruina total, a pesar de ser uno de los edificios de repoblación más antiguos de la provincia. La advocación de la santa irlandesa fue una constante medieval en la zona, como atestiguan las ermitas de Galaroza o Aracena, alternando en ocasiones titularidad con San Ginés.

La población de Aracena concentró un buen número de estos templos en su término municipal y en lo que hoy constituyen villas independientes. Es el caso de Las Granadillas, entre Aracena y Corteconcepción, un poblamiento que desapareció definitivamente a principios del siglo XIX. Quedan restos de su ermita, originalmente con advocación a Santiago, de la que se conserva el ábside, y que actualmente acoge la romería de la Divina Pastora, una celebración recuperada hace poco, que se dejó de celebrar cuando la capilla original fue demolida y vendido el solar en 1908, y que se ubicaba donde hoy se levanta el Casino Arias Montano de Aracena.

Hay ejemplos en los que la muerte del edificio vino derivada de la despoblación de los núcleos de población que las albergaron, como la antigua aldea de La Alfilla, entre las actuales poblaciones de Campofrío, La Granada de Riotinto y Aracena, de cuya iglesia se constancia escrita desde 1595, aunque se cree que deviene de una primitiva ermita del periodo de la repoblación de siglo XIII. Los terremotos de 1755 y 1773 y la desaparición de la aldea hicieron el resto.

A veces, la ruina es compartida, encontrándonos el Convento da Tomina, en Portugal, y la Ermita de San Pedro, en Encinasola, al pie de la Vereda de Las Contiendas, en situación lamentable de deterioro y lejos del pasado esplendor que acompañó los sentimientos religiosos en La Raya.

El colmo de la degradación ha sido la inclusión de la ermita de San Salvador, en Puerto Moral, en la Lista Roja del Patrimonio, una iniciativa de la Asociación Hispania Nostra que tiene la finalidad de dar a conocer y proteger aquella parte de nuestro Patrimonio cultural y natural que se encuentra en abandono y en peligro. La Lista recoge aquellos elementos del Patrimonio Histórico español que se encuentren sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. A principios del XIX, la imagen del Salvador, al perderse tanto su capilla como retablo en la ermita, fue trasladada a la Iglesia San Pedro y San Pablo de Puerto Moral, donde aún recibe culto en la hornacina central superior de su retablo mayor.

Los motivos de este bochornoso galardón ya fueron denunciados por personas como Santiago González Flores, que advertían del sinsentido que suponía el abandono de este patrimonio. Años después, ninguna actuación se ha llevado a cabo para detener el deterioro y restaurar una excepcional iglesia que está a punto de derruirse por completo.

La Ermita de la Aliseda, ubicada entre los términos municipales de La Nava y Cumbres de San Bartolomé, es otra joya que aprovecha restos anteriores, en este caso romanos, y que cuenta con “esgrafiados que hacen alusión tanto a temas mitológicos (salamandras y otros animales), como de tipo arquitectónico. Ocres, negros y vivos azules añil dan colorido a la desgastada piedra. Aún sobre una de las entradas levantada en las reformas de 1790 encontramos en rojo la palabra de la titular Aliseda, y, por debajo, dos alisos decoran el conjunto", según González.

Afortunadamente, algunas aún se mantienen erguidas y en buen estado, ligadas fundamentalmente a romerías, hermandades y cultos con pujanza. Entre ellas, pueden mencionarse la Ermita de Nuestra Señora de la Piedad, junto a los muros del Castillo de Cortegana; una ermita de origen repoblatorio cuyo germen se remonta, con seguridad, a la segunda mitad del siglo XIII, edificada a la vez que la fortaleza militar que la acompaña desde entonces.

Otras que siguen siendo referentes para sus poblaciones son las de Santa Lucía y San Pedro, en Aracena, Santa Eulalia, en Almonaster, alrededor de la cual se celebra una espectacular romería repleta de matices folklóricos, o Santa Brígida, en Galaroza, ligada a la fiesta del Huevo y el Bollo el Domingo de Pascua. Una de las ermitas que aparece en la exposición es la de Nuestra Señora del Amparo, en Cumbres Mayores, “un edificio construido en el siglo XIV, conocida entonces como Ermita de los Mártires, que presenta un estilo inspiradamente románico”, según Garrido.

Como último ejemplo, la Ermita de Santa Zita, muy alterada a lo largo de la historia, conserva en sus interior una de las piezas visigodas más destacables de toda la provincia de Huelva, un capitel del siglo VII-VIII d. C., hoy reutilizado como pila del agua bendita, que es uno de los restos más sobresalientes de esta época en toda la comarca.

La exposición de Jorge Garrido, que se mantendrá abierta hasta el 31 de marzo, en horario de jueves a domingo, de 11:00 a 14:00 y de 15:00 a 18:00, es una buena ocasión para ponernos ante el espejo y ver reflejadas la desidia y el desconocimiento en relación a nuestro patrimonio. Y para recordar el necesario reto de actuar como sociedad, para que las iglesias serranas de repoblación no se conviertan en sueños imposibles de rescatar del olvido.

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