Doñana: El agua vuelve a las marismas
Las aportaciones de los esteros del Guadiamar ya llegan al parque natural. La CHG invierte 4,3 millones.
El agua del Guadiamar ya llega a las marismas de Doñana. El futuro de los humedales del parque natural está garantizado en la medida que se ha recuperado una de las principales aportaciones hidrológicas. Es una actuación única, una de las más importantes realizadas en este sentido en España, que trata de devolver a su estado natural las marismas. Atrás va a quedar la acción del hombre durante el último medio siglo, en una zona alterada por las fincas de cultivo y, sobre todo, por el desastre de la mina de Aznalcóllar en 1998. Con la recuperación del caño Travieso que ahora se culmina, las aguas, más que nunca, vuelven a su cauce.
Las lluvias de la pasada semana han permitido una imagen que hacía décadas que no se daba: el aporte del río Guadiamar a la marisma a través de sus esteros. Estos días puede verse cómo el agua ha logrado salvar el dique construido en el punto conocido como Entremuros por los antiguos propietarios de la finca Caracoles, en el término municipal sevillano de Aznalcázar. En los años 60, los agricultores de la zona levantaron un muro para contener las crecidas del río, salvaguardando sus cultivos. Ahora, esa construcción que aisló del agua esta zona del parque ha sido permeabilizada a través de un conjunto de pasos que permiten el aporte controlado y natural mediante el aumento del caudal del Guadiamar por el Lucio del Cangrejo Grande.
Este es el resultado de la obra emprendida por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) este año, como parte de una de las actuaciones contempladas en el proyecto Doñana 2005, aprobado en 1999 a raíz de la rotura de la balsa de residuos minerales de la compañía Boliden-Apirsa en Aznalcóllar. Por un lado, se trata de recuperar el cauce original del caño Travieso y las aportaciones de agua dulce del Guadiamar a través de sus esteros, de manera controlada, evitando la sobreinundación de la marisma.
Esta primera parte de las obras se han centrado en la conexión del caño Travieso con la apertura del dique de Entremuros mediante una batería de 16 conjuntos de tres tubos de 1.400 milímetros de diámetro y 12 metros de longitud. Cuando el caudal del Guadiamar alcanza un mínimo de 10 metros cúbicos por segundo, el agua llega de forma natural a estos nuevos conductos, logrando la entrada a la marisma recuperada en la antigua finca Los Caracoles, que fue expropiada previamente.
La actuación de la CHG, por otro lado, garantizará también los aportes de agua salada procedente del estuario del Guadalquivir con la permeabilización de la Montaña del Río, el dique de tierra levantado de urgencia en 1998 para evitar que las aguas contaminadas de Aznalcóllar entrasen en el parque natural. Esta obra, para garantizar el equilibrio natural histórico entre aguas dulces y salobres en este enclave, prevé la construcción de conexiones en cuatro tramos del muro y su prolongación, de los que dos se han ejecutado ya. Igualmente se establecerán nueve puntos de drenaje transversal, coincidiendo con las leves quebradas del terreno.
La llamada actuación número 6 del proyecto Doñana 2005 se completará con la consolidación del camino existente entre el inicio de Entremuros y la llegada a Los Rompidos, además de la construcción de un camino que cruce Entremuros a la altura de la antigua estación de bombeo de Caracoles y de un puente en el canal de Aguas Mínimas, facilitando así las labores de la guardería del parque y de los agentes del Seprona para la vigilancia y control del canal.
La CHG, dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, tiene previsto para ello la inversión de 4,3 millones de euros procedentes de fondos europeos. La finalización está fijada para octubre de 2015.
El presidente de la CHG, Manuel Romero, aseguró el miércoles a este diario, durante una visita a las obras, que se trata de "la restauración hidrológica más importante de España y probablemente de Europa", realizada por fases "siguiendo un principio de prudencia". Lo confirmó el ingeniero director de las obras, Jaime Palop, insistiendo en la necesidad de "ir despacio, paso a paso, verificando que las actuaciones que se van realizando funcionan correctamente, teniendo en cuenta que estamos ante un ecosistema único".
Precisamente Manuel Romero dijo que las obras emprendidas por la CHG demuestran "lo que nos preocupa la recuperación del ecosistema propio de la marisma de Doñana", sobre todo tras la rotura de la balsa de Aznalcóllar.
La prioridad, insisten, es devolver el entorno a su estado natural, más allá de los efectos del desastre de 1998. El agua vuelve a la marisma para no irse más.
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