Diego Benito Mora, jefe de la Policía Municipal
gente de puntaumbría
Escribir de Diego es hablar de un hombre bueno. Fue una de las primeras personas que conocí y traté cuando aún muy jovencito entré a trabajar en el Ayuntamiento de Punta Umbría donde éramos solo un grupo muy reducido de funcionarios.
Fue el alcalde Ricardo Serrano Terrades quien me lo presentó formalmente en su despacho y me dijo "cuenta con él para todo lo que necesites" y así fue, enseguida se ofreció a acompañarme y asesorarme en algunas inspecciones comprometidas que yo debía realizar.
Diego había nacido en Paymogo en el año 1942 y el carácter andevaleño nunca lo perdió, era un hombre cariñoso y entrañable y a la vez era recio, sobrio y muy serio y riguroso en su trabajo como jefe de la Policía, pero además era muy cercano al ciudadano que se acercaba a él para pedir su ayuda, su consejo o su información.
Tengo en mis recuerdos miles de anécdotas vividas junto a él cuando salíamos de inspección en un vehículo Land Rover de color café que utilizábamos para todo, para el Servicio de Aguas, para el Almacén Municipal, para los Servicios Técnicos y para la Policía.
En aquellos tiempos éramos tan pocos los empleados municipales que realmente se podía decir que éramos una familia, los policías eran solo unos pocos, todos ellos cargados de una gran humanidad, por tanto no tengo más remedio que dedicarles unas letras a ellos: Antonio Ruiz, José María Arenas, Pedro Fernández, Luis de las Casas, Sebastián Rodríguez y que afortunadamente viven y están entre nosotros, y con los que me encuentro de vez en cuando y sin querer me fundo en un fraternal abrazo, abrazo que me sale del corazón.
Ojalá, pudiese hacer lo mismo con Antonio Rasco con quien tenía una relación más que de compañero de amigo, Antonio llevaba siempre los bolsillos de su uniforme llenos de caramelos para las pequeños, Manuel Pedraza, Antonio Cabello, Manuel Gey, más conocido como Manolo el municipal, Manuel Molins, Antonio Gómez Sequedo y Fortunato Castilla, todos ellos buenas personas y magníficos profesionales que desarrollaban su actividad casi sin medios. Y como no citar al bueno de Domingo Ávila, más conocido como Domingo el alguacil.
Diego, utilizaba generalmente una ruidosa moto Montesa Impala, que nada más oírla a lo lejos ya imprimía respeto. Entonces las calles asfaltadas eran solo unas pocas: la calle Ancha, la Carretera Industrial, hoy Avda. de Andalucía, la Avda. del Océano y nada más, es por ello que la motocicleta de Diego era imprescindible para callejear por las estrechas vías de arenas y así poder conseguir que la delincuencia juvenil fuese muy baja en aquella época.
Diego había sido paracaidista, luego guardia civil en Rota y en Ayamonte, hasta que le ofrecieron la Jefatura de la Policía Municipal en Punta Umbría donde murió con solo 61 años, en el año 2003, después de haber sido intervenido quirúrgicamente en dos ocasiones.
Diego se casó con una mujer buena, también de Paymogo, que le dio cuatro magníficos hijos y una sola hembra, su hija Rita que se casó con Antonio Redolosi, el único policía que sigue sus pasos en nuestro municipio, Antonino, otro gran policía que llegó a jugar en el Recreativo de Huelva y que hoy su hijo ya figura en los escalafones inferiores del club más antiguo de España. Sus cuatro hijos varones se dedican a la construcción siendo modelos a seguir, por su honradez y por su buen trabajo. Seguro que Diego estará orgulloso de ellos desde el cielo.
Recuerdo que de vez en cuando jugábamos un partido de fútbol los compañeros del Ayuntamiento en jornadas de convivencia que organizábamos en el campo, en los pinares cercanos a la Depuradora de agua potable, y Diego que era muy aficionado a la cocina, se encargaba de hacer unas paellas que aún hoy las recordamos y ni que decir tiene que las calderetas de cordero nos quitaban el sentido. Era -como buen andevaleño- un amante del campo, de los animales, de la naturaleza y sobre todo del compañerismo y de la amistad.
Era muy devoto y tenía verdadera pasión por la Romería de la Santa Cruz, de tanto arraigo en Punta Umbría y le gustaba tanto el campo, que cada vez que su servicio se lo permitía, me acompañaba a medir, por eso cuando esto escribo me emociono recordando a tan preciado amigo y compañero, y tantas vivencias compartidas.
En definitiva, que el cabo Diego Benito más conocido como El sargento Diego es otra de esas personas que merecen ser recordadas porque fue toda una institución en este pueblo costero donde ejerció su labor de Policía Municipal con verdadera vocación de servidor público.
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