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Cultivo de cidra: extrayendo lo más dulce de la tierra

  • Siembra típicamente cartayera, como en su día lo fueron los famosos higos y almendras, pero que ha logrado sobrevivir al paso de los años

Cultivo de cidra: extrayendo lo más dulce de la tierra

Cultivo de cidra: extrayendo lo más dulce de la tierra

Si hay un producto agrícola que define a identifica a un municipio onubense muy concreto, se trata sin duda de la cidra -Curcubita ficifolia-, un cultivo tradicionalmente de secano que históricamente ha estado muy vinculado a la localidad costera de Cartaya, donde no solo persisten, sino que incluso en los últimos diez años ha aumentado el número de agricultores dedicados a su producción.

Uno de ellos es Juan Antonio Ramblado Abrio (52 años), administrativo en el Departamento de Intervención del Ayuntamiento de Cartaya, pero que complementa este trabajo con la producción de cidra, una actividad que ha heredado de sus antepasados y por tradición familiar: su padre, su abuelo y su bisabuelo –hasta donde tiene conocimiento- se dedicaron a la agricultura.

Juan Antonio Ramblado Abrio, conocido por todos en Cartaya como Juan Abrio, compagina por tanto su actividad profesional con la agricultura tradicional, especialmente vinculada a la cidra, aunque también en mucha menor medida a la producción de almendras, lo cual representa para su familia un complemento económico.

Y puede hacerlo porque, según precisa, se trata de un cultivo de carácter extensivo que "no requiere dedicación exclusiva" como sucede con la agricultura intensiva; porque "sólo hay que dedicarle seis meses al año"; y sobre todo porque cuenta con los medios, la maquinaria, los terrenos y, "lo más importante, los conocimientos acumulados y heredados de mis antepasados". Abrio nunca se ha planteado dedicarse exclusivamente a la agricultura, pero siempre ha tenido muy claro que quería recoger el testigo de su familia en relación a este viejo oficio tradicional.

Un oficio que tiene un argot propio, cuyas raíces se hunden en el pasado más remoto de Cartaya, que es conocido en el resto de municipios de la provincia onubense, y fuera de ella, por la excelencia y calidad de sus frutos, y que mantiene intactos muchos de sus elementos hasta el punto de que los productores, compradores y vendedores de cidras "aún hablan en pesetas", detalla este agricultor cartayero.

Juan Antonio Ramblado Abrio tiene plantadas dos hectáreas de cidra en la zona conocida como Prado Viejo de Cartaya, lo que supone entre 2.300 y 2.400 matas por hectárea, que producen una media anual de 30.000 kilos de dicho fruto por hectárea.

Afirma que en Andalucía hay dos grandes compradores de cidras, uno en Málaga y otro en Córdoba, siendo en este segundo punto donde se venden prácticamente el 90% de la que se produce en Cartaya.

Aunque el cultivo tradicional de cidra requiere escaso manejo para el agricultor, encierra un conjunto de técnicas, heredadas del pasado, a las que en los últimos años solo se ha añadido el riego por goteo por ser un fruto que requiere mucha agua, de la que está compuesto en un 80%.

Así, según detalla, entre enero y febrero se prepara el terreno con el arado de la tierra, para después llevar a cabo lo que en el argot de la actividad se conoce como ‘encamellonao’ -hacer ‘camellones’ o lomos de tierra-. Éstos se disponen en vertical y en horizontal, con una separación entre ellos de 1,8 metros. Los ‘camellones’ se entrecruzan, para plantar entre dos y tres pipas de cidra en cada uno de los cruces.

La siembra se produce en la primera semana de febrero, siendo muy importante que coincida con luna llena. Algo que, "a priori parece no tener mucho sentido", explica Ramblado, pero que según la sabiduría popular está relacionado con una mayor presencia de luz por la noche, lo cual "acelera el proceso de germinación y el crecimiento de la planta".

Las pipas se siembran ya ‘rejonadas’ –o lo que es lo mismo, con ‘rejón’ o con la germinación ya iniciada-, para a las dos semanas, una vez brotada la planta, proceder a retirar, a mano, "las malas hierbas que crecen a su alrededor". Esta labor que se repite un mes después de la siembra.

Dependiendo de la pluviometría de cada año, se empieza antes o después con el riego de la plantación, cuya recolección se realizará finalmente durante el mes de julio.

NUEVOS AGRICULTORES AL CULTIVO DE LA CIDRA

Según precisa Juan Antonio Ramblado Abrio, hace aproximadamente unos 10 años "solo quedábamos en Cartaya entre ocho y diez productores de cidra". No obstante, prosigue, lejos de lo que podría parecer por tratarse de un cultivo tan antiguo, y por las opciones que encuentran los agricultores de la localidad actualmente en la producción de otros frutos como berries, cítricos o de hueso, a lo largo de la última década se han ido incorporando a esta actividad "bastantes personas, sobre todo jóvenes, dándose la paradoja de que siempre ha sido un cultivo impulsado por personas muy mayores".

La cidra es un cultivo típicamente cartayero, como en su día lo fueron los famosos higos y almendras de Cartaya, con la diferencia de que el primero ha logrado sobrevivir al paso de los años gracias a agricultores como Juan Abrio, quien concluye señalando que "en otros pueblos de la provincia de Huelva el cultivo de sidra ha sido, y es, bastante residual".

CABELLO DE ÁNGEL, UN PLACER 

De la cidra se obtiene uno de los ingredientes de relleno más utilizados en la repostería tradicional: el cabello de ángel.

En España se usa en diferentes recetas reposteras, que en nuestra provincia se traducen en cortadillos, empanadillas o meloja con cidra, destacando especialmente las típicas tortas o cocas de pascua que se hacen en numerosos municipios onubenses durante la Semana Santa.

Además de proporcionar un excelente sabor a estos dulces, el cabello de ángel también aporta importantes beneficios para la salud ya que este fruto es una fuente de antioxidantes y de fibra, además de poseer propiedades antiinflamatorias, diuréticas o desinfectantes, así como es beneficioso para el tratamiento de enfermedades del hígado.

APOYO A LA AGRICULTURA TRADICIONAL

Para el diputado coordinador de Territorio Inteligente, Salvador Gómez, la Costa Occidental de Huelva conserva aún cultivos tradicionales desde fechas muy antiguas, que nunca dejaron de ser referencia por sus buenas y cuidadosas producciones, como es el caso de la cidra.

"Podría sonar a cultivo residual –añade- pero no lo es porque aún hay zonas en la comarca donde este cultivo de secano prácticamente aún pone en producción un número importante de hectáreas". Y es que para Gómez decir cidra y decir campos de Cartaya "es todavía una realidad gracias a los agricultores que aún mantienen cultivos tan tradicionales como este".

Por otra parte explica que se trata de un producto "tradicional en sus muchas vertientes porque la calabaza de cidra ha servido, por ejemplo, para seguir conservando la cultura y la tradición de la repostería de la zona, como puede ser la tradicional coca que se elabora por Semana Santa en casi todos los pueblos de la Costa".

"Cercano por tradición a las actividades agrarias de mi comarca –añade-, conozco la cidra de Cartaya desde hace muchísimo años, casi desde pequeño, y soy de los que piensa que estos cultivos alternativos ayudan a fomentar el desarrollo de la comarca, manteniendo a través de sus explotaciones la oferta de posibilidades para generar empleo y actividad económica de los productores". Por todo ello, concluye, "nuestro apoyo y acompañamiento a este cultivo también, para que se puedan seguir conservando la riqueza original de la provincia de Huelva".

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