Provincia

Cuentamé otra de indios... y vaqueros

  • Dos murgas, las de Emilio Sández y Carlos Columé, se inspiran en el lejano Oeste para exponer a pieles rojas y cowboys con mucha pluma · La comparsa de Tubito fue el plato fuerte de la noche.

La jornada sabatina del concurso carnavalero isleño se inició con varias filas de butacas vacías en el teatro Horacio Noguera, tal vez por la escasa calidad a nivel global del grupo de la segunda jornada de la segunda parte de las preliminares. Abrió fuego el grupo de la Escuela de Carnaval dirigido por Juani Contreras. La agrupación de las niñas sedujo al público con las letras antológicas de la fiesta, poniendo como broche final a su repertorio el pasodoble 'La Higuerita marinera', himno oficioso del Carnaval de Isla Cristina.

En plena competición actuó ya la comparsa puntaumbrieña La compañía del sargento Alegría, de la peña Mi Compadre y dirigida por Francisco Hernández Galloso. El batallón de la localidad costera interpretó una presentación que recordaba a alguna agrupación similar del gaditano Antonio Martínez Hares y afrontó los pasodobles con gallardía, hablando sobre la importancia de no dejar de lado a los amigos después de casarse y lanzando un hermoso piropo a Isla Cristina que el público recogió con agrado.

La primera murga de la velada fue la onubense de la peña La Colombina, El charco de los patos. Las bailarinas de tutú se mostraron muy metidos en el tipo, y con el poderoso aval de sus 25 años de experiencia afrontaron un repertorio simpático pero que no llegó a calar hondo entre el respetable. Los cuplés, con dedicatoria para la alcaldesa isleña, María Luisa Faneca, fueron lo más destacado de su propuesta.

Antes de llegar al descanso, la comparsa de las niñas. La agrupación de Ana Salas, La guarida del capitán Canalla, es la única femenina del concurso y se presentó ante los isleños con tipo bucanero y despliegue de sensibilidad. Sus pasodobles versaron sobre el niño que sueña con ser carnavalero y un homenaje "al bosque de duendes y hadas" de Asidem, el más laureado. La crisis y la Ley Antitabaco centraron sus cuplés.

La primera de vaqueros gays de la noche llegó de la mano de Emilio Sández y su En las montañas Rocosas nos volvimos mariposas. Muy metidos en el tipo y con indio incluidos, los isleños dedicaron su primer pasodoble a los 20 años de existencia de la peña Las Monjas. El segundo fue para las redes sociales y la forma de ligar de la juventud. Sus cuplés, a un virus internauta y a personajes típicos del pueblo.

Otra murga, la de Cartaya Er Mali, quiera o no, se diluyó en la jornada sabatina. La agrupación de Pedro Garrido, que viene por primera vez a la competición isleña, no dejó demasiado claro en su actuación a qué personaje respondía el tipo, pero se esforzó para cantar a la crisis desde la perspectiva de un niño, para hacer una crítica al Vaticano (en sus dos pasodobles) o para hacerle un cuplé a la crema Vaginesil.

El plato fuerte de la noche llegó con la actuación de La corona de agua, viento y sal, la comparsa de Manuel González Gutiérrez 'Tubito'. Con una estética majestuosa, letra de Juanfran Abreu y música de José Luis López, sus principescos componentes defendieron un repertorio armónico y elegante que dedicó pasodobles a la mujer ama de casa y a una de las espectadoras del teatro, que siempre está presente y va en silla de ruedas, a la que -como ya hiciera Fae el pasado año- entregaron un ramo de flores. Fue el instante más emotivo de la noche. Los cuplés fueron también para la Ley Antitabaco y para la maleta roja.

El punto y final a la velada lo pusieron Los soldados de Arizona y los indios Mariconas. La murga de Carlos Columé, que procede de la peña Quién dijo miedo, ofreció una propuesta similar a la de Emilio Sández, aunque esta vez con la mitad de la agrupación y vaqueros y la otra mitad de indios, más compensada. Muy metidos en la piel de los personajes, los componentes supieron defender un repertorio que estuvo a la altura de las circunstancias y que dejó con ganas de más al público.

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