Cayetano Hernández del Campo, el alcalde que se remangaba

Cayetano Hernández del Campo, el alcalde que se remangaba
Cayetano Hernández del Campo, el alcalde que se remangaba

El alcalde de las puertas abiertas le decían. Un hombre cargado de buena voluntad y que con mucho esfuerzo e imaginación consiguió grandes logros para la ciudadanía puntaumbrieña. Un hombre bueno, honesto. Una buena persona. Punta Umbría llora estos días la pérdida de Cayetano Hernández del Campo, alcalde de la primera Corporación democrática surgida de las elecciones de 1979 y que se mantuvo en el cargo de primer edil hasta 1987, si bien dedicó 21 años de su vida al noble ejercicio de la política. Nos ha dejado a los 82 años.

Ahora que llevo casi 5 años al frente de la Alcaldía de Punta Umbría, me doy cuenta de que Cayetano fue una persona con gran amplitud de miras. No eran tiempos fáciles, ahora tampoco lo son y, a pesar de las dificultades, Cayetano fue capaz de idear una Punta Umbría mejor. Cargado de ilusión, se esforzó por crear la base sólida que a día de hoy sustenta mi pueblo. Durante su mandato, se urbanizó la Avenida de Andalucía y se acometieron muchas obras de asfaltado de calles de arena de la localidad, así como de saneamiento del casco antiguo. También fue el impulsor del Instituto de Enseñanza Secundaria Saltés, de la Casa de la Cultura Juan Ramón Jiménez y de la sala de exposiciones José Caballero. El edificio que en la actualidad alberga el Ayuntamiento salió a concurso cuando él era alcalde.

Cayetano se remangaba y se ponía a trabajar por su pueblo. Y lo hacía con la mejor herramienta: con el corazón. Amaba profundamente esta tierra y gracias a ese amor no se paralizaba a la hora de llamar a cualquier puerta para defender los intereses de los puntaumbrieños y las puntaumbrieñas. Lo primero era, como buen socialista, el bienestar de su pueblo. De él me gusta imitar sus virtudes, sobre todo la cercanía a los ciudadanos y muy especialmente a las familias humildes. Cayetano era una persona cercana, amable, que le robó mucho tiempo a su familia para dárselo a su pueblo. De eso puede contar mucho su magnífica esposa, Maruja Suñé, y toda su familia de buena gente y orgullo de Punta Umbría. Se va una buena persona y un mejor puntaumbrieño.

A su lado estuvieron en el primer mandato Francisco Rodríguez Cermeño, Miguel Redondo González, Josefa Pérez López, Sebastián Pomares García, José Antonio Pérez Perujo, Rafael Martínez Río, Pablo Torres Calvo, Benito Serrano Zarco, José Figueroa Agea, Manuel Sevidanes Bustillo, Manuel Barrero Galán y Francisco Galloso Botello.

En 1983 formaron la Corporación con él al frente Emilio Rodríguez Valdés, Juan Núñez Guitiérrez, Sebastián Pomares García, Gregorio Jiménez Vidosa, Juan Gómez Carbajosa, José M. Gallardo Galera, Manuel Barrero Galán, Miguel López Andreu, Manuel Sánchez Rodríguez, Guillermo Rodríguez de la Rosa, Antonio Olaya López y Manuel Fernández Gey.

En el año 2006 recibió, emocionado y entre lágrimas, una Distinción 26 de Abril, el máximo galardón que concede el Ayuntamiento de Punta Umbría a aquellas personas que con su trayectoria personal o laboral han contribuido a consolidar la identidad puntaumbrieña. Ese día le brotaban las lágrimas y no era ningún paripé. En él no había trampa ni cartón. Era todo sinceridad, todo cariño a Punta Umbría. También le fue otorgada una mención especial del Día de Punta Umbría en 2009, por formar parte de esa primera Corporación de la democracia. Y tiene una calle junto al colegio San Sebastián, en la barriada del Rocío. Estos reconocimientos más que merecidos no saldan la deuda moral que Punta Umbría tiene y tendrá con su figura, con el alcalde del pueblo. Descanse en Paz.

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