Mari Carmen Donoso Rodríguez: Viuda de una víctima del naufragio del 'Blanca de Prieto'
Gentes de aquí y de allá
En diciembre de 1999, Punta Umbría vivió una tragedia en el mar que conmocionó a toda la localidad
El hundimiento del barco pesquero Blanca de Prieto, con base en Punta Umbría, causó un hondo pesar en toda España. Y en Punta Umbría mucho más, por las condiciones en las que se produjo y, sobre todo, porque los cinco marineros fallecidos eran familia y todos vivían aquí en el pueblo.
Mari Carmen Donoso nació en este pueblo marinero el 12 de agosto de 1972. Hija, como no, de un marinero llamado José Luis Donoso Santana, que durante toda su vida navegó en los barcos del bueno de Sebastián Pomares y de su familia. Ella tiene la suerte de disfrutar de su padre, que afortunadamente aún vive. Él nació en Ayamonte, pero desde muy joven se vino a vivir a Punta Umbría, donde conoció a Rosario Rodríguez Garrido. Se casaron y tuvieron cinco hijos, siendo Mari Carmen la mayor.
De pequeña fue al colegio San Sebastián, cuyo director era don Víctor y posteriormente don Eugenio, de los que guarda muy buenos recuerdos, igual que de don Rafael Llanes, con quien lo pasaba muy bien, como todos sus alumnos, porque era un maestro muy original. También guarda un recuerdo muy cariñoso y especial de don Bibiano y su esposa Tere. Una vez que terminó su graduado escolar se puso a trabajar en negocios de la playa hasta que, con 19 años, se casó con Juan José Díaz Romero, marinero con el que tuvo dos hijos: Juan José y Alejandro.
A su marido le tocó el cupón de la ONCE y ganó nada más y nada menos que 30 millones de pesetas, los cuales invirtió en comprase un barco, el Blanca de Prieto. El 14 de diciembre de 1999 Mari Carmen, junto con sus hijos, fueron al muelle de Punta Umbría para despedir a Juan José y su hijo pequeño lloró porque se quería ir en el barco con su padre. El día 16 salió a la mar desde El Puerto de Santa María en su viaje de prueba y, por causas que nunca llegaron a aclararse, aunque sí existen claras sospechas, el barco se hundió con sus cinco tripulantes a bordo, que eran su marido, su suegro, cuyo cuerpo nunca llegó a aparecer, sus dos cuñados y el motorista, que no era de la familia pero que era amigo de todos ellos.
El alcalde de Punta Umbría, José Hernández Albarracín, se volcó con la causa, con la familia y con la búsqueda de los náufragos. Yo también participé poniendo a disposición unos equipos de radares, GPS y los equipos más sofisticados del momento para hacer batimetrías, facilitados por mi buen amigo Miguel Ángel Jiménez Salvador, que se involucró en la búsqueda. Sin embargo, solo apareció en el fondo del mar la mitad, la parte de la popa, por lo que queda claro que el barco se partió en dos.
Mari Carmen no paraba de llamar por teléfono a su marido y se asustó mucho al no recibir respuesta, máxime cuando su hijo se acababa de operar y le extrañó que su padre no llamara. Por eso ella sospechó lo peor y decidieron ir para allá toda la familia. Fue entonces cuando en la playa de la Barrosa de Chiclana se confirmó la triste y trágica noticia: El “Blanca de Prieto” se había hundido y nada se sabía de los marineros.
El accidente fue en diciembre de 1999 y hasta el mes de mayo de 2000 no apareció el último marinero. Además, el día de Reyes apareció en la costa de Málaga uno de los malogrados marineros, con lo cual el cadáver fue arrastrado por el mar atravesando el estrecho de Gibraltar desde el Océano Atlántico hasta el Mar Mediterráneo.Mari Carmen, al igual que todos los familiares, no recibió ninguna compensación por parte de la mutua y hoy vive de su pensión de viudedad. Y sus dos hijos, que tienen problemas en la vista, trabajan, paradojas de la vida, vendiendo cupones de la Once.
Punta Umbría e Isla Cristina son dos pueblos marineros a los que de vez en cuando azotan este tipo de desgracias. No hace mucho aconteció otro hundimiento cerca de nuestro espigón donde murieron un padre y su hijo.
Solo me queda, en esta breve reseña, tener una oración por el alma de Juan José Díaz Romero, Juan Díaz Alonso, Nicolás Díaz Romero, Francisco Javier Díaz Romero y Manuel Villegas. Descansen en Paz.
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