Almonte hace oficial su petición de conectar Sanlúcar con Matalascañas
El trayecto está dirigido al turismo ·El viaje duraría unos 40 minutos tras recorrer 34 kilómetros ·El transporte propone vehículos todoterreno similares a los que recorren Doñana




Recorra el litoral almonteño a través de unas playas vírgenes de finas arenas, flanqueadas por el pulmón de Europa: Doñana. Disfrute a su paso por la quietud de paisajes donde el hombre aun no ha posado su mano y descubra paisajes costeros alumbrados por las 3.000 horas de sol al año de las que puede presumir Matalascañas.
El texto no se ha extraído del tríptico o del paquete turístico de una agencia de viajes. Sin embargo, no sería una utopía ver este tipo de ofertas en un futuro no muy lejano si fructifica la propuesta municipal de comunicar la costa almonteña con el municipio gaditano de Sanlúcar de Barrameda mediante un servicio público de transporte que transcurriría a lo largo del litoral.
El pleno almonteño, de momento, ya ha respaldado la medida y ahora las diferentes administraciones tendrán que determinar si dan curso a la petición que permita unir sendos núcleos urbanos separados por Doñana.
Actualmente la única comunicación terrestre entre ambas urbes se encuentra vinculada a la carretera A-483, A-49, SE-30; N-IV, A-481. Todo esto obliga a los usuarios a tener que recorrer hasta 180 kilómetros y a pasar inexcusablemente por Sevilla.
El proyecto, al que ha tenido acceso este periódico, aboga por una ruta alternativa, actualmente de uso restrictivo por las necesidades del propio Espacio Natural.
Se trata de recorrer el espacio comprendido entre la playa de Matalascañas hasta Punta de Malandar, para posteriormente cruzar en barcaza hasta Sanlúcar de Barrameda. Un total de 34 kilómetros con una duración estimada de entre 40 y 75 minutos.
Más concretamente el transporte terrestre se realizaría con vehículos de pareja fisonomía a los que actualmente recorren el Parque: con tracción a las cuatro ruedas y circulando a unos 50 kilómetros hora, velocidad, claro está, condicionada a agentes externos como las mareas.
El objetivo es que el impacto ambiental sea mínimo, proyectándose sendos trayectos de ida y vuelta, mientras que la afluencia de vehículos estaría sujeta a la demanda puntual, ya que tal como figura en el estudio el trayecto se limitaría a cumplir funciones turísticas, medioambientales y comerciales.
Aun así el equipo de Gobierno ha dejado abierta la posibilidad de definir en "un futuro la ruta más adecuada, siempre en función de los valores socioeconómicos como el turismo, cultura, deportes, gastronomía".
Las bondades del proyecto son claras a estos efectos, si bien los socialistas han hecho hincapié en las repercusiones que tendría a nivel medioambiental, dado que la elección del transporte público permitirá reducir los gases de efecto invernadero a la par que se minimizan los desplazamientos por la zona.
El concejal de Turismo, Domingo Núñez, subrayó que "en la actualidad el tránsito por la playa se encuentra restringido, de modo que es necesaria una autorización del órgano gestor del espacio protegido para poder circular por la playa".
La circulación por el espacio se limita únicamente a los vehículos destinados a investigación, guardería y usos tradicionales como el marisqueo en la playa. A ello cabe sumar "los permisos puntuales que, en muchos casos, duplican o triplican las autorizaciones antes subrayadas", apuntan las fuentes municipales consultadas.
Precisamente y según los estudios realizados por la institución local la afluencia media diaria ronda los treinta vehículos particulares, mientras que el transporte público vendría a unificar los desplazamientos, reglarlos y canalizarlos a través de unos horarios específicos, con lo que se reduciría de forma importante el número de vehículos por la orilla, lo que implícitamente conlleva "un gran ahorro de los combustibles fósiles".
Además, según enfatiza el edil almonteño, se reduce la tasa de posibles accidentes, impactos con aves y los residuos que generan los vehículos.
Siguiendo este decálogo de intenciones el futuro apeadero de la línea regular quedaría emplazado en la entrada de Matalascañas, junto a la Oficina de Turismo, lo que facilitaría así la incorporación de los visitantes o viajeros de una forma inmediata, amén de situar dicha infraestructura fuera del espacio protegido.
Con todo lo expuesto las debilidades del proyecto quedarían limitadas a la circulación por un espacio protegido, la generación de ruidos, el peligro de vertidos, el peligro de colisión con animales salvajes o el lanzamiento de objeto desde vehículos.
El concejal de Turismo remarcó que "todas estas debilidades que presenta el proyecto son problemas que soporta el litoral de Doñana, por lo que la mayor parte de estos impactos se reducirían con el transporte público".
Con todo, Núñez insistió en que "las necesidades históricas de comunicar ambas provincias pueden tener hoy una solución ambiental respetuosa porque la iniciativa es socialmente justa, medioambientalmente sana y económicamente viable".
Por otra parte, a expensas de que el aeropuerto de Huelva traspase la barrera del papel y la declaración de buenas intenciones, el de Jerez podría convertirse en una de las mejores alternativas para el turismo internacional que desease disfrutar de su descanso en Matalascañas o su entorno. Hasta ahora y según los análisis del sector, el aeropuerto de Sevilla dispone de unas tarifas un tanto prohibitivas para ciertos bolsillos que se han visto resentidos por la crisis, mientras que la alternativa de Faro, mucho más barata, cuenta con el enorme lastre que supone tener que sufrir un transfer de cuatro horas, lo que echa para atrás a potenciales clientes. Por tanto esta tercera vía podría ser la más atractiva tanto económica como turísticamente, al ofrecérseles un paquete turístico que incluyese un transfer que les llevaría a recorrer toda la costa de Doñana.
El alcalde, Francisco Bella, considera que "cualquier turista europeo estaría encantado de realizar un paquete turístico que llevara a realizar todo este recorrido".
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