Tribuna

Rosario Márquez Macías

Investigadora de la Universidad de Huelva

Y de nuevo 3 de agosto

Y de nuevo 3 de agosto Y de nuevo 3 de agosto

Y de nuevo 3 de agosto

C UANDO toda la ciudadanía onubense disfruta del estío y en particular de este festivo día, recordemos en estas breves líneas el origen de esta conmemoración que se remonta a 1492.

¿Qué decir y qué contar del Descubrimiento de América que aún no se haya dicho? Difícil tarea, pues en mi opinión es uno de los temas de la historia que más ríos de tinta hace verter y en muchas ocasiones desde diferentes prismas y visiones.

Me centraré entonces en resaltar el indiscutible papel que nuestra provincia ejerció en la gesta descubridora.

De que Cristóbal Colón era genovés no hay duda, y tampoco de su fecha de nacimiento, 1451, y que durante su juventud había viajado por el Mediterráneo, pero siempre albergó una ambición cesariana: quería alcanzar la fama perpetua y lo consiguió. Para ello se conjugaron diferentes factores económicos, políticos, sociales, culturales y náuticos que hicieron de la Europa del momento el lugar idóneo para descubrir.

Con la caída de la ciudad de San Juan de Acre en 1291 y con posterioridad la toma de Constantinopla en 1453, la salida al Mediterráneo había quedado taponada por los turcos, luego era necesario buscar una ruta alternativa para el comercio con Oriente, de donde venían las suntuosas alfombras persas, las porcelanas chinas y, cómo no, las codiciadas especias. Esta ruta solo podía ser el Atlántico, así que portugueses por un lado -bordeando las costas africanas - y castellanos por otro buscarán un nuevo camino.

En este idóneo escenario colocamos a Cristóbal Colón, que en 1479 se casaba en Portugal con Dª. Felipa Muñiz de Perestrello -hija del gobernador de la isla de Porto Santo- y comenzaba a fraguar su sueño de llegar a Oriente por Occidente. Este proyecto fue oído por Juan I, rey de Portugal, que no lo tiene en consideración debido a que sus descubrimientos llevaban otros derroteros.

Colón sabe que si Portugal no atiende sus peticiones solo la Corona castellana podía ser la elegida y por ello se dirige a Huelva; estamos en 1485 cuando el genovés llega al monasterio de La Rábida. A partir de entonces transcurrieron los siete años decisivos de su vida, a decir de Juan Manzano, durante los cuales se gestaron todos los precedentes que darían lugar al Descubrimiento de América.

En estos años Colón se reúne con los reyes, con los duques de Medina Sidonia y Medinaceli, con los frailes del convento, en especial con Fray Antonio de Marchena y Fray Juan Pérez y por supuesto con los hermanos Pinzones, contando su proyecto a todos e intentando encontrar el apoyo y la ayuda necesaria.

Las noticias no son buenas, los reyes encuentran errores en sus cálculos, los nobles no pueden ayudarlo y los frailes solo pueden oírle.

Hasta que finalmente en 1492 y tras la toma de Granada, la Corona castellana apuesta por el proyecto colombino firmándose el 17 de abril las capitulaciones de Santa Fe.

Conseguido el permiso real, solo faltaban los preparativos del viaje: el puerto, los barcos, los hombres, el avituallamiento y la financiación.

Por todos es conocido que el puerto de salida fue Palos de la Frontera (Huelva) y aún más ahora cuando un equipo de arqueólogos de la Universidad de Huelva ha localizado la ubicación exacta del mismo. Varios fueron los motivos que se conjugaron en esta decisión: la saturación del puerto de Cádiz por ser la salida de los moros tras su expulsión y sobre todo la expresa voluntad del almirante cuando afirmaba: "porque ya tenía de entre ellos algunos conocidos y amigos".

De transcendental importancia fue la ayuda prestada a Colón por los hermanos Pinzones a la hora de montar la armada descubridora, y gracias a ellos se consiguió enrolar entre 90 y 120 hombres, la mayoría de la comarca del Tinto y el Odiel.

En cuanto a las embarcaciones, no debemos olvidar que desde 1479, por el incumplimiento del tratado de Alcáçovas-Toledo, la Corona castellana había castigado al Puerto de Palos imponiéndole una pena de pertrechar una nave y ponerla a su disposición. De aquí viene la carabela Pinta, mientras que la Niña viene de Moguer y la nao de El Puerto de Santa María.

Estas embarcaciones se cargarán con alimentos para unos dos meses, especialmente el bizcocho o galleta, dos litros de vino por hombre y día y carnes y pescados salados, además de legumbres y frutos secos. Al parecer, no faltó alimento a lo largo de toda la travesía.

Y por último, la financiación de la empresa, que corrió de la siguiente forma: un millón de maravedíes gracias a un préstamo de Luis de Santángel, tesorero de la Corona, y otro millón financiado por la familia Pinzón y el propio Colón -gracias a un préstamo de una familia italiana (Berardi)-. En total, dos millones de maravedíes que hacen posible el sueño colombino.

Y así todo está preparado para que el día 3 de agosto zarparan las naves, fecha gloriosa que Huelva no puede por menos que conmemorar un día como hoy, cinco siglos y veintiséis años después.

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