La tribuna

Antonio Rivero Taravillo

Albanio en dos orillas

Albanio en dos orillas
Albanio en dos orillas

13 de julio 2025 - 03:07

Vuelvo hoy a ti, Albanio, Luis Cernuda, a tus años mozos y los que no lo fueron tanto, pues que tú no conociste la senectud sino la madurez tan sólo, pisado el umbral de aquella pero sin internarte por su camino. Me dirijo a ti, Albanio, con la máscara que empleaste en el libro que mejor retrata Sevilla sin nombrarla, salido en su versión definitiva unos días antes de que murieras en esa otra orilla nuestra, México, impreso en el Estado de Veracruz al que durante siglos llegaron tantos españoles de muy varia condición (Cortés el primero) y de cuyo puerto zarpaba después de haber arribado a Acapulco, tu queridísimo Acapulco, Albanio, el galeón de Manila que tras surcar el Pacífico descargaba sus mercancías (alguna había en tu casa natal de la calle Acetres) y las ponía sobre acémilas y carromatos hasta embarcarlas de nuevo por el Atlántico hasta este puerto de Indias, estos muelles del Arenal, este patio a cuya luz escribo y en el que se perciben las brisa del Guadalquivir según los movimientos de las mareas.

Tú supiste en carne propia de viajes, casi siempre obligados, para la supervivencia: ser lector de español aquí, profesor de lo mismo allá o acullá. Para vivir elegiste cuando te fue posible aquel país en el que nuestro idioma era más populosamente hablado que en parte alguna, y que te estremeció al atravesar la frontera desde el norte que te asfixiaba. Tú sí que pudiste ir a donde le fue negado a tu admirado Cervantes, y desde 1949 a 1963 habitaste allí salvo periodos en los que regresaste a tierra de yanquis, siempre para la docencia y no para la vida indócil, plena del poeta.

Tu obra nunca ha dejado de estar vigente, Albanio, y en estos años, el que estamos y los que se avecinan, tu figura adquirirá, debe adquirir, un relieve especial desde esta orilla que es centenario de 1925 (año medular que tú preferías como marcador de la famosa Generación de la que fuiste uno de sus más altos protagonistas) hasta la de la centuria transcurrida desde 1929, el de la Exposición Iberoamericana que no conociste, hombre de dos continentes, porque ya estabas rondando por el mundo, sin olvidar el océano de la efeméride de 1927, océano tan inmenso que es al mismo tiempo Pacífico y Atlántico de nuestra poesía.

Orillas temporales y orillas físicas. En la Sevilla que dejaste atrás y en aquel México al que te incorporaste, cuántas cosas las mismas, a pesar de las inevitables diferencias. Lo supo tu amigo, uno de los grandes interlocutores intelectuales que tuviste, tu gran valedor, decía, Octavio Paz. Él, de madre andaluza, aportó la nota más emocionante y certera en el corazón de Sevilla, en el Salón del Almirante del Alcázar, cuando en 1988 la ciudad, tu ciudad, reunió a los mayores especialistas en tu obra, a los mejores conocedores de tu vida, poco a poco desbrozada. Cómo te definió en un poema tantas veces releído: “Pájaro por las alas / hombre por la tristeza / Una mitad de luz Otra mitad de sombra / no separadas: confundidas”.

Confundidas las dos orillas de tu vida junto al barrio de Santa Cruz sevillano y la calle Tres Cruces de Coyoacán, en las bardas floridas del barrio del Porvenir junto al cuartel de la Borbolla en que mandó tu padre, Albanio, y las tapias exuberantes entre las cuales transcurrían tus paseos diarios alrededor de la casa en la que tuviste tu sobrio cuarto, consulado hispalense en lo que fue Nueva España. Conozco un rincón de allí, una fachada familiar que para ti era de Sevilla, asomada a una plazuela con una iglesita si no de Santa Catalina de Santa Catarina. Cuando te mordió el infarto redactabas una nota sobre los Álvarez Quintero. Y revisando las hemerotecas hallé que ese día se proyectaba en una sala de la capital mexicana –¡cuánto te gustaba el cine, Albanio– ¡Viva Sevilla y olé!

Aquí en el centro de la ciudad de Ocnos un mirlo emite ahora su cortejo vespertino. Otro allá cantará simultáneamente el del mediodía. Dos orillas y un único canto. Como tú, Albanio: hombre por las alas, pájaro por la tristeza.

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