EDITORIAL
El plan médico de la Junta
Vox ha conseguido que el Ayuntamiento de Jumilla impida la celebración de dos festividades musulmanas en las instalaciones municipales, tal como se venía haciendo en este municipio murciano donde la convivencia no se había visto perjudicada por el rezo conjunto en el final del Ramadán ni en la festividad del Cordero. El PP, que gobierna con Vox este Ayuntamiento, necesitaba aprobar sus presupuestos municipales y, ante la presión del partido de Abascal por recluir estas celebraciones en los domicilios particulares, recondujo la proposición a la prohibición genérica en los pabellones de todas aquellas actividades que no sean deportivas. No hace falta indagar qué hay detrás de esta decisión que el PP, de modo vergonzoso, trata de ocultar. Vox lo ha explicado al sostener que es necesario defender la “identidad nacional” de “costumbres extranjeras”. La identidad en democracia viene definida por la condición de ciudadanía, con sus derechos y sus deberes, de los que no está excluida ninguna de las comunidades, tampoco la musulmana, que está sujeta a las mismas obligaciones y cuyas celebraciones, en efecto, pueden ser reguladas por las autoridades. Como el resto, pero no se puede hacer este señalamiento porque la ciudadanía ampara a todos los españoles y porque la libertad de culto es uno de los derechos fundamentales recogidos en nuestra Constitución. Este derecho tiene como único límite el mantenimiento del orden público, algo que nunca se había sobrepasado en Jumilla. La propia Conferencia Episcopal Española, representante de los obispos, se ha sentido en la obligación de recordar que la libertad de culto está protegida en España, en consonancia con lo expresado por la Comisión Islámica de España. La intención de Vox, contraria a los equilibrios de convivencia, busca agitar la polémica en una región donde ya se han vivido este verano estallidos de violencia como los de Torre-Pacheco.
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