Parar la reforma y sentarse otra vez a negociar

Europa ha dejado claro que no le gusta la reforma del CGPJ. Al Gobierno no le queda más remedio que negociar y el PP debe hacer un esfuerzo para llegar a un acuerdo

Aunque de una manera suave y discreta, la Comisión Europea le ha hecho saber al Gobierno de España que no aprueba su proyectada reforma del método de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). La UE, genéricamente, ha dejado claro que está "preocupada" con la proposición de ley que presentarán los dos partidos que forman el Ejecutivo (una maniobra un tanto burda para agilizar el proceso), porque "ni es el camino, ni el momento adecuado". Es decir, que invalida tanto el fondo como la forma. Es más, la Comisión Europea anima a "reducir la influencia del poder legislativo o el ejecutivo sobre el judicial", todo lo contrario de lo que el binomio Pedro Sánchez-Pablo Iglesias pretende hacer con la Justicia española. En la Unión ya empiezan a escucharse voces que comparan a España con países como Polonia por el sometimiento de la Justicia al Gobierno, lo que nos colocaría entre esas democracias iliberales tan mal vistas (y con razón) en Bruselas. Por todo esto es positivo que el presidente Sánchez, que ayer asistió al Consejo Europeo, haya dado muestras de una cierta (aunque todavía muy tímida) rectificación de su postura inicial y haya vuelto a llamar al PP a que se siente a negociar la composición del CGPJ, paralizada desde hace dos años. Aunque el Ejecutivo tiene la mayor parte de responsabilidad en este dislate, no se puede obviar que el PP también tiene su cuota, por lo que también debe hacer un esfuerzo en la búsqueda de la solución final. Ahora mismo, lo más urgente es frenar una propuesta de ley por dos razones: la primera y más importante porque supone una degradación de nuestro Estado de Derecho, al permitir a los poderes ejecutivo y legislativo intervenir excesivamente en el judicial, dañando gravemente la separación de poderes y el espíritu de Montesquieu; y la segunda porque enemista a España con Bruselas en unos momentos especialmente complicados, cuando estamos pendientes de la llegada de unos fondos europeos que son fundamentales para superar la profunda crisis que está provocando el coronavirus. Es hora, por tanto, de sentarse y negociar.

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