Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Vox, un estado de ánimo
Me monto, como cada año, mi verano griego a lo Hawái-Bombay de Mecano. Es decir, mi verano griego onubense, gaditano o sevillano oyendo las voces extraordinarias de Anastasia, Melina Mercouri, Maria Farantouri o Elli Paspala y a los intérpretes y compositores Mikis Theodorakis, Manos Hadjidakis o Evanthia Reboutsika. Es el universo evolucionado del rebétiko, la música luminosa, azul mediterráneo y cal blanca, feliz y melancólica, tan humana, tan verdadera, tan llena de todos los contrastes que tejen la vida que solo pudo nacer, como el blues, el tango o el fado de una experiencia de marginación y de una vital voluntad de sobreponerse a ella hechas música.
Nació del encuentro, en los años 20 y sobre todo en el Pireo, entre los refugiados griegos y armenios de Anatolia que huían de las matanzas turcas –la Gran Catástrofe de Asia Menor– y los migrantes griegos del interior que huían de la miseria, fundiendo músicas que abarcaban desde Constantinopla y Esmirna hasta Atenas y el interior de Grecia. Creció en los barrios bajos y los ambientes marginales de los que tomó su nombre: rebétiko procede de la palabra griega que designa a un hombre de ambientes marginales.
Declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, ha dado muchos grandes nombres de cantantes, intérpretes y compositores, de entre los que Mikis Theodorakis y Manos Hadjidakis son los que mayor fama internacional alcanzaron gracias al cine y a un mismo director, el estadounidense Jules Dassin que, huyendo de la caza de brujas macartista, desarrolló su carrera en Londres, París y sobre todo en Grecia. Él fue quien en 1960 encargó a Manos Hadjidakis la música de Nunca en domingo y en 1962 la de Fedra a Mikis Theodorakis.
La canción Los niños del Pireo de la primera catapultó inmediatamente a Hadjidakis –Oscar a la mejor música– y a su intérprete en la película, Melina Mercouri –premio a la mejor actriz en Cannes– a la fama internacional. Fedra, también interpretada por la gran Melina, dio su primera fama internacional a Theodorakis, aunque su consagración popular llegó en 1964 con Zorba el griego y su famoso sirtaki.
El 29 de julio se cumplió el centenario del nacimiento de Theodorakis y el 23 de octubre se cumplirá el de Hadjidakis. Este año mi verano griego lo es más que nunca.
También te puede interesar
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Vox, un estado de ánimo
Brindis al sol
Alberto González Troyano
Recuperación de un gran novelista
Crónica personal
Pilar Cernuda
La sombra de Maduro
Cuarto de muestras
Carmen Oteo
Jaleo, jaleo
Lo último