Óscar Lezameta

Unas tetas en nuestro camino

Ansia viva

Estábamos tan tranquilos con una pandemia y la amenaza de una guerra en Europa cuando se nos cruzaron unas tetas

Debimos ser los dos únicos habitantes en este país que nos lo perdimos. Cenábamos Eva y yo con un reportaje de la panadería Galparsoro de Donosti, disfrutando de las delicias de un sabio, mientras a nuestro alrededor se desataba el abismo tó entero que dicen en Almería. Acostumbro a aprovechar los últimos minutos antes de acostarme y sumergirme en el torrente de hemoglobina que llenan la mayor parte de mis lecturas, cuando me topé con la agria polémica que decía el Arangüena. Uno que estaba acostumbrado a ver las consecuencias de una pandemia que no nos la sacamos de encima, a pasearse por las desdichas laborales que nos acechan a la vuelta de la esquina, a las barbaridades que también se dicen por esos mundos de dios y a las habituales visitas a mis foros con los que nutro mis manías, no tenía el cuerpo para lo que se le vino encima. Tetas por todas partes, un desfile que ríase usted de esa etapa del destape de infausto recuerdo para casi todos, salvo para alguna momia andante. De pronto la amenaza de una guerra nuclear en pleno corazón de Europa, estaba mucho más lejos de lo que está la propia Ucrania. Nada de eso tenía importancia alguna. Tetas y más tetas y, sobre todo, nombres y caras de un jurado a punto de partir al exilio porque no supieron valorarlas en su justa medida (y esto va sin segundas).

La cosa pasó a mayores y al día siguiente, cuando el diazepán dejó de hacer su efecto y el café empezó a hacer el suyo, pensaba que ya habíamos hecho suficientemente el ridículo y las cosas se habrían calmado, pero no, ahí estaban las tetas otra vez, invadiéndolo todo. A favor y en contra, con fotos o sin ellas, incluso, como si no tuviéramos bastante con esa imagen bochornosa que nos acostumbran a dar, los políticos que padecemos a diario, también se metieron en el fregao. Han pasado de entrar a través de una imagen con libros de fondo, a una con animalitos que huelen fatal pero molan, a hablar sobre las tetas. El asunto es que se trata del festival de Eurovisión, un evento al que no entiendo todavía la razón por la que acudimos cada año para hacer el bobo, pero bueno. Que debían haber ido las tetas este año y no se hable más, hombre. A lo mejor nos hubiera dado lo mismo, pero algunos hablan de una comisión de investigación y la que ganó que, al parecer no debía tener tetas, tuvo que cerrar sus redes sociales porque la peña la insultaba y amenazaba por haberse interpuesto en el camino de las tetas. Tres días después seguimos en medio del debate, no se vayan a creer y las tetas de esa cantante son ya muchísimo más famosas que las de la Lola Flores o Marisol cuando aparecieron en Interviú. Total que aquí estoy, que ni he escuchado la canción, ni he visto las tetas. Ya me vale a mi también.

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