Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Cada día resulta más exasperante comprobar que instalados en el universo de la corrección política, el lenguaje woke, el rechazo del odio, la xenofobia, el supremacismo… nos encontramos de pronto con el empeño institucional de tomarnos por tontos.
Digo esto porque en los ámbitos políticos, las casualidades suelen ser excepcionales, si es que existen, y tratar de justificar como error algún movimiento o decisión calculada, no es más que una manera hipócrita de falta de respeto al saber y entender de los ciudadanos libres y no rendidos al apesebramiento o la servidumbre ideológica que es una forma, digamos que respetuosa, de esclavitud intelectual.
Pienso así porque no es de recibo que la Alcaldesa de Granollers venga a decirnos que defiende firmemente los valores de la paz y la convivencia, en el comunicado donde pretende desmarcarse del indigno taller planeado por uno de los grupos activos en la organización de las Fiestas Mayores del municipio con el descarado argumento de no conocer los contenidos de una actividad titulada: “Técnicas aplicadas de guerrilla urbana” y que figuraba como taller en el Programa de Festejos editados por el Ayuntamiento, además de estar publicitado en la web del mismo y explicándolo como “herramientas técnico-tácticas para una estrategia subversiva”.
Todo un ejercicio de distorsión educativa, al estar orientado a niños y enseñar lanzamientos de cócteles molotov a muñecos ataviados como policías y el arrastre de contenedores para la formación de barricadas… pero lo más indecente es que los “¿monitores?” tengan el descaro y la insolencia de decir, públicamente, que todo ha sido malinterpretado.
Verdaderamente vergonzoso exponer una justificación tan falaz, como también lo es el silencio del señor Illa y la nueva Consejera de Interior, colegas ideológicos y de partido (PSC) de la Alcaldesa de Granollers, todo ello sin profundizar en el discurso de convivencia alcanzada en Cataluña, palabrería vacua pero con apoyo mediático.
¿Imaginan un silencio similar si los hechos hubieran sido, por ejemplo, en Bandalona, con mayoría del PP?, no creo necesario comentar más.
Debemos pensar que las Fuerzas de Seguridad tienen que afrontar la conflictividad callejera organizada desde una posición de inferioridad obligada ante, como es lógico, la limitación exigida de “proporcionalidad” en su actuación, limitación no existente para los revoltosos que se permiten menospreciar el concepto de autoridad porque no es inusual encontrarse entre ellos a mucho “pequeño burgués”, amparado familiar y políticamente aunque en situaciones de emergencia requieran el análisis a quienes algún día atacaron y defendieron. Esa es su grandeza.
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