Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Un drama
Imagino que habrán observado ustedes como de manera casi furtiva, sibilina, maquiavélica... en paralelismo, ciertamente calculado con la podemización, por su caminar hacia la extrema izquierda del señor Presidente y la consiguiente deriva del partido que dirige hacia esas posiciones radicales, ha ido desapareciendo el protagonismo y la presencia simbólica del “puño y la rosa”, referencia de marca en los mejores momentos del PSOE, máxime cuando abandonó el marxismo en 1.979, alcanzó el Poder en España y contribuyó decisivamente al progreso de nuestro país, sin tener que ir pregonando constantemente que eran progresistas. “Dime de qué presumes y te diré de que careces”, afirma el saber popular.
Pues bien, tras el vergonzoso espectáculo del Congreso de los Diputados, en el Pleno de aprobación de la Ley de Anmistía, podemos colegir de forma global que nuestros representantes públicos -salvo excepciones- se encuentran a años luz de tiempos de los de aquellos tiempos del “puño y la rosa” cultural intelectualmente, a quienes por cierto en el ámbito socialista, sus compañeros de hoy en la militancia ignoran y menosprecian sin valorar que ellos obtuvieron dos mayorías absolutas, eran un Partido de Estado y no como ahora una fuerza en minoría sostenida, en la acción de Gobierno, por grupos de perfil dudosamente democráticos y anticonstitucionalistas.
Ello, pone de manifiesto la catadura moral del sanchismo que no es capaz de digerir que sin sus antecesores y su apuesta por la socialdemocracia, ellos no estarían donde están hoy, claro que lo hacen regresando al sectarismo más propio de Largo Caballero que a la socialdemocracia de Olof Palme, lo cual, no es precisamente una demostración de progresismo sino una clara tendencia al caudillismo.
Es, por ello, que me acuerdo de un ensayo de Alain Peyrefitte, publicado a principios de 1.983 y titulado.
Cuando la rosa se marchite, donde tras el ascenso de los socialistas de Mitterand al Poder en Francia, en el que planteaba argumentalmente la siguiente pregunta, en mi opinión como buen conocedor de las “oscuridades” de Mitterand: “¿Deberá el socialismo elegir entre la fidelidad a sus dogmas y la presencia en el Poder?”.
Enorme visión de futuro del autor y con clara realidad actual en España donde esta disyuntiva comenzó a resolverse hace cinco años con La Moción de Censura y culminó el jueves con la Ley de Amnistía que por mucho subterfugio dialéctico que se haga es solo una factura de siete votos porque ya solo valen los números, y la estructura, la logística, la estrategia, son secundarios solo vale el “personaje”, tras él nada. Solo la “rosa marchita”.
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