¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática
Ajuanma Moreno (Moreno Bonilla para sus adversarios) se le ha complicado la vida. Primero el PSOE le quitó a Juan Espadas para exiliarlo en un Senado dominado por los populares. El añorado Espadas era el sparring con el que los peperos se entrenaban mientras echaban unas risas y planificaban los fines de semana. El enemigo perfecto: débil y deprimido. Pero a Juan Espadas, ay dolor, lo sustituyeron por María Jesús Montero, política correosa, gesticuladora y a ratos desquiciante, capaz de sacar de sus casillas al mismísimo san Juanma. Aun así, todo se podía arreglar mostrando un poco de más garra en su enfrentamiento contra el eterno rival. Hasta que ocurrió lo peor: estalló la crisis de los cribados de cáncer de mama, la bomba H de la legislatura. Mujeres y cáncer, mala combinación. Moreno Bonilla (Juanma Moreno para sus amigos) tropezó con lo mismo que Susana Díaz, su antecesora en el virreinato andaluz: la sanidad pública, un sintagma sometido a todo tipo de contorsiones y demagogias; una gran boca insaciable de dinero público. La sanidad pública es ese elefante en la habitación que todo el mundo ve y comenta, pero nadie sabe cómo desalojarlo. Además, de vez en cuando barrita y deja sordos a los presentes. En esta cuestión Juanma se encontró con la mala gestión de los suyos elevada a la enésima potencia por unos sindicatos (especialmente los llamados de clase) que hace tiempo que olvidaron sus principios sindicales para convertirse en brazos de acción callejera de los partidos de izquierda. El siete ha sido (está siendo) importante. Mientras todo esto ocurre se acumulan las encuestas en las que se demuestra el crecimiento electoral de Vox, especialmente entre los más jóvenes. Con el PSOE despertando de su letargo andaluz y Vox subido en el cohete, pocos apuestan por que el PP revalide su mayoría absoluta en el Parlamento Andaluz. El yerno perfecto tendrá que gobernar con Vox, con lo poco que le gusta eso a las suegras.
Y para rematar la mala racha, algo huele a podrido en Almería, un histórico bastión del PP andaluz. Moreno ya tiene su caso de corrupción, como todo buen presidente autonómico que se precie. Ha reaccionado rápido, pero quedan muchas cosas por salir. Demasiadas como para culpar de los problemas a una pinza entre PSOE y Vox, el argumento fake con el que se quiere tapar todo.
También te puede interesar
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática
El mundo de ayer
Rafael Castaño
El grano
Voces nuevas
María Fernández
Andalucía en la voz
Quizás
Mikel Lejarza
23:59:59