Jaime De Vicente Nuñez

Para leer en verano... y siempre

Surcos nuevos

Poemas y reflexiones de García Montero sobre las palabras que dan sentido a la vida

21 de julio 2020 - 01:32

En los veranos normales suelo dedicar un Surcos Nuevos a recomendar alguna lectura, no como experto -evidentemente no lo soy-, sino de la forma en que lo hacen los simples lectores, con el fin de que otros participen del disfrute que uno ha recibido al sumergirse en determinado libro. Parece que, sobre todo en esta época, son los de evasión y entretenimiento los que más éxito tienen. En esta línea, si nos dejamos orientar por las listas de más vendidos, podríamos optar por lo último del ginebrino Joël Dicker, pero estoy seguro de que a los lectores españoles les complacería más volver, por ejemplo, al inolvidable Manuel Vázquez Montalbán, tal vez a alguna aventura aún no leída de su detective Pepe Carvalho.

Quien prefiera la sección de no ficción se verá tentado por Sapiens: De animales a dioses, del israelí Yuval Noah Harari, aunque a algunos les interesará más su inquietante secuela, Homo Deus: Breve historia del mañana. Volviendo al producto nacional, los amantes de los libros deben leer imprescindiblemente El infinito en un junco: la invención de los libros en el mundo antiguo (Siruela, 2019), de la joven Irene Vallejo, avalada, entre otros, por el Premio El Ojo Crítico, de RNE. De su colaboración semanal con el Heraldo de Aragón ya habían surgido dos libros con recopilaciones de artículos, en los que la visión del mundo clásico se superpone a los temas de actualidad.

Si bien las obras citadas pueden asegurar un ameno empleo del tiempo en vacaciones, me voy a permitir una recomendación más personal. Se trata de Las palabras rotas. El desconsuelo de la democracia (Alfaguara, 2019), de Luis García Montero. El director del Instituto Cervantes ha conjugado aquí poemas suyos con reflexiones sobre las palabras que dan sentido a la vida. Arranca con una escena en la que el autor se despierta con el propósito de escribir una historia de amor. Mientras desayuna, enciende el televisor, cuyo noticiario le ofrece lo más granado de los desastres -públicos y personales- del mundo. Concluye: "Se me han quitado las ganas de escribir una historia de amor. Como estoy acostumbrado al consumo, necesito consumir: empiezo el día consumiendo miedo en la sociedad del miedo." A los que coincidimos en este tipo de sensaciones, nos interesa continuar recorriendo, de la mano de García Montero, las páginas de Las palabras rotas. Podemos seguir hablando de ello la semana próxima.

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