En tránsito
Eduardo Jordá
Resurrección
Esta semana se celebra el Wofest en Huelva, un festival de cine que ya anda este año por la octava edición. Tres días de proyecciones en el Gran Teatro que se repiten a las puertas de la primavera. Y no es casual. En el mes de marzo, asociado ya a la mujer, el WofestHuelva es una muestra de cine hecho por mujeres. ¿Por qué? Porque no siempre tienen facilidades para hacer películas. Y cuando lo consiguen, no siempre acceden en las mismas condiciones al mercado que el resto de autores. Hombres, claro. Y porque no siempre tienen la visibilidad que merecen para sus trabajos. Hay honrosas y muy destacadas excepciones que recordarán los buenos aficionados al cine, pero seguro que a una amplia mayoría le cuesta mucho nombrar al menos a dos directoras. Y no digamos alguna que haya tenido reconocimiento de la industria con un Oscar de esos que se entregan esta misma noche.
De ahí que esta muestra, sencilla en su concepto, aunque muy grande y efectiva en sus propósitos y resultados, haya conseguido erigirse en una ventana imprescindible a la que asomarse cada mes de marzo, para ver también otra forma de reflejar a la mujer en las películas, lejos de los estereotipos que perduran en la industria, de una manera más justa, convertidas también en referentes para cualquiera.
Es una manera de acercarse un poco más a la igualdad, con el enorme valor añadido de hacerlo a través de la cultura, que debe ser siempre vehículo para todos los cambios sociales que todavía quedan por afrontar.
Aun ahora, año 2023, resulta paradójico que haya necesidad de reclamar libertades y derechos para la mujer, y de repetir acciones por la igualdad de sexos, en la que tanto se ha avanzado en los últimos años pero que tanto más queda por avanzar. No solo en el cine.
La máxima y más grave expresión de esa desigualdad real es la persistente violencia hacia la mujer. Y siempre que se mantenga entre nosotros habrá una necesidad urgente, vital, de intervenir para evitar vidas amenazadas y muertes que son totalmente impropias e incompatibles con una sociedad occidental teóricamente avanzada.
Detrás de esos terribles asesinatos y agresiones que se repiten todos los días hay conductas que empiezan en el menosprecio, en la anulación de derechos y libertades, que, por desgracia, como tantas cosas en la sociedad actual, encuentra abono en la ausencia de educación y respeto a las normas básicas de convivencia entre personas.
Hay una gran tarea pendiente para avanzar en la igualdad a través de la educación, y no solo en colegios o institutos. Sobre todo en casa, de puertas para dentro, con nuestros hijos, a quienes tenemos la obligación de formarlos en valores de respeto, tolerancia e igualdad para que construyan un mundo mejor que el que nos toca vivir ahora.
La cultura es un aliado valiosísimo para trabajar y caminar hacia delante, por encima de los obstáculos que, cada vez más, pone una clase política capaz de quitar el foco de lo importante para provocar una brecha que solo sufre la mujer, convertida en objeto de pugna.
Hace unos días se movilizaban miles de personas en todo el país coincidiendo con el 8-M. Y seguirá siendo así cada año siempre que el mismo desequilibrio exista. Como a lo largo del mes de marzo, teñido ya de morado en el calendario. Y en él aparecen propuestas tan necesarias, constructivas e interesantes como este WofestHuelva que entre el jueves y el sábado debe concentrar gran parte de nuestra atención.
Es una buena oportunidad para llevar a nuestros hijos al cine. Chicas y chicos. Todos. Y que puedan aprender a normalizar una situación que siempre ha sido excepción.
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