La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
MÁS allá de la satisfacción de ver a un compatriota aupado a la cumbre mundial del éxito, la noticia de que el fundador de Inditex, Amancio Ortega, ha alcanzado por unas horas el primer puesto de la lista Forbes de los hombres más ricos del mundo, desbancando al magnate Bill Gates -fundador de Microsoft-, es una de esas historias que ejemplifican el precepto más amable del capitalismo: la posibilidad de cualquier persona de llegar a lo más alto de la pirámide social gracias a su esfuerzo y talento.
Esta ley, que muchos ponen en duda, se cumple a rajatabla en el caso de Amancio Ortega, cuyo padre era un modesto ferroviario y que comenzó a trabajar a los 14 años como empleado de una tienda de ropa. Desde que abrió su primer Zara en 1975 en una céntrica calle de La Coruña, este empresario ha conseguido montar un auténtico imperio con marcas de ropa tan conocida como Massimo Dutti, Pull & Bear o Stradivarius. No hay prácticamente una gran ciudad en el mundo que no albergue alguna de estas tiendas. Inditex ha conseguido vestir a generaciones de hombres y mujeres con actualidad y calidad a unos precios más que competitivos. En ese sentido, podríamos decir que Inditex representa al mundo de la moda lo que Ikea al mundo de la decoración. Gracias a Inditex, hoy cualquiera puede vestir a la moda por una cantidad asequible a cualquier bolsillo de la clase media.
Frente a los multimillonarios forjados en la especulación financiera y que apenas mejoran las sociedades a las que pertenecen, Amancio Ortega, con una fortuna de 70.000 millones de euros, ha creado un imperio presente en 88 mercados y con más de 6.700 tiendas en el mundo que dan empleo a más de 140.000 trabajadores. Y todo gracias a un modelo de negocio donde la innovación es continua y consigue sacar nuevas colecciones a un ritmo vertiginoso, lo que ha acabado con el tradicional esquema de la moda de una colección por temporada.
Además, llama la atención el estilo personal de un empresario totalmente alejado del foco mediático y nada aficionado a figurar en las citas rituales del poder económico, político y social. Como los héroes de las películas de Frank Capra, Amancio Ortega es un hombre corriente y trabajador, comprometido profundamente con su entorno, algo que demostró cuando donó a Cáritas, sin ninguna exhibición, 20 millones de euros para paliar los efectos de la crisis, la mayor donación personal de la historia de España. En definitiva, este leonés criado en Galicia ejemplifica la mejor cara del empresariado español, un ejemplo a seguir y del que presumir.
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