Ningún escenario mejor para emprender una vida nueva. Si Maracaná era la monumentalidad hecha estadio de fútbol, la grandiosidad en el fondo y, sobre todo, en la forma, Wembley es la Catedral auténtica. Nada mejor que el legendario estadio londinense para este nuevo camino que emprende la legítima representante de nuestro fútbol, la selección nacional. Un capítulo nuevo de una historia nueva y ojalá que sea provechosa.

Ya empezó la Liga de Naciones, ese magnífico invento, con un Alemania-Francia de indudable calado y esta noche se da un clásico del fútbol mundial, un Inglaterra-España que nos retrotrae a aquel gol de Telmo Zarra en Maracaná que atronó todos los hogares españoles en una posguerra que duraba más de la cuenta. Aquel gol que Zarra le marcó a Williams a medias con Matías Prats fue el punto de partida para que el fútbol en España pasase a ser lo que hoy es.

Y si ese punto de partida cuenta con casi setenta años de vida, esta noche en Wembley se anuncia otro Kilómetro Cero de indudable calado para el presente de la selección. Mucho suele hablarse de cimentar el futuro, pero eso es lo que le da verdadera trascendencia al presente. Sin un buen presente no hay paraíso, el fracaso del Mundial ruso hace que las heridas sigan abiertas y no hay mejor remedio para su cauterización que un puñetazo esta noche en el verde tapete londinense.

Todo empieza con la presencia de Luis Enrique, un personaje muy peculiar que ha llegado a Las Roza poniéndolo todo patas arriba. Ya la lista de convocados despertó bastante curiosidad, con algunas ausencias aparentemente inexplicables. Luego se han ido desvelando algunos aspectos de su estricta metodología y todo se dará por bueno si esta noche se da la talla ante los que inventaron un juego que tiene sorbida la sesera a medio mundo. Y es en Wembley, casi nada.