La otra orilla

Una democracia digna

Este país necesita políticas sociales de largo plazo, este país necesita puentes y no muros

Ha comenzado un nuevo año y con él salen a flote nuevos deseos, nuevas esperanzas. Hemos escrito nuestra carta a los sabios de oriente y en ella hemos redactado nuevos propósitos. Hemos rezado para que no nos traigan carbón y para que la salud esté presente en nuestras casas. Este artículo quiere ser una carta a nuestros gobernantes, a nuestros conciudadanos, a nuestros amigos, a todos los que formamos parte de este país llamado España. Ha terminado el año con el monotema del conflicto catalán, con unas elecciones que no sabemos si servirán para algo y con muchas apelaciones por parte de todos a la democracia. Se ha repetido tanto la palabra democracia en los últimos meses que se ha vaciado de contenido. Se habla sólo de algo formal. Y las formas son importantes, pero cuando se atropellan la democracia se deteriora cada vez más y se corroe.

Así se olvida que la democracia como proyecto de vida en común debe colocar en su centro a los empobrecidos, a los precarizados, a los excluidos. Se olvida que las desigualdades acaban con el proyecto democrático, que el empobrecimiento y la exclusión dejan la democracia sin sustancia. Y cuando sólo hablamos de votos y mayorías se esconde y se enmascara la realidad. Una democracia digna, como la que deseo para este año, es una democracia que resuelva la causa estructural de la pobreza, que resuelva la desigualdad, que destierre la corrupción, que cree un proyecto de sociedad y de futuro en el que prime la solidaridad, en que las pensiones sean dignas, el trabajo decente, la vivienda sea un derecho inalienable, la sanidad una sanidad preocupada por los que peor lo pasan, la educación sea de calidad; un proyecto de sociedad pensado desde el bien común y no desde las patrias y las banderas.

Este país necesita políticas sociales de largo plazo, este país necesita puentes y no muros, diálogo y no confrontación ni cargas policiales. Este país necesita una democracia construida desde la defensa de la mujer explotada y maltratada, desde el respeto a la diversidad sexual, desde los inmigrantes que llegan buscando un trabajo que les permita vivir como personas, desde la acogida de refugiados que huyen de la muerte, desde el cuidado de un medio ambiente cada vez más deteriorado. No pido mucho, sólo vivir desde la dignidad de ser humanos. Mientras no resolvamos los problemas de los que más sufren, no resolveremos los problemas de nuestra democracia.

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