
La firma
Antonio Fernández Jurado
“Y tú, más”
Se preguntaba Alain Peyrefitte: “¿Deberá el socialismo elegir entre la fidelidad a sus dogmas y la permanencia en el Poder?”. Resulta evidente, a la vista de los hechos, que el “sanchismo” ha elegido la permanencia en el Poder, entre otras cosas, porque para el sanchismo parece existir solamente la ambición desmedida por ostentar el Poder.
El problema es que una vez conseguido, hay que saber por qué, para qué y dirigido a quién, se quiere ostentarlo y solo tengo una respuesta: por él mismo, para él mismo y hacia quienes le rindan pleitesía.
Por tanto, los acontecimientos que estamos viviendo, ya anunciados por Rivera en su día, se están cumpliendo al afirmar que el Presidente tenía un plan para perpetuarse en el Poder y lo estamos comprobando, con rotundidad, en solo siete años. Claro, que Rivera está en su casa y Sánchez en el ansiado Poder, aún a costa de rendirse ante sus socios y aparecer como consentidor de maniobras presuntamente corruptas en su entorno.
Es, por ello, que los hechos no me parecen una “astracanada”, ni un “vodevil”... sino algo mucho más serio y todavía más, cuando en las encuestas nos encontramos que tiene un sustento de votos nada despreciable y con tendencia a crecer por su propia izquierda y un perfil de votantes entre los que no tiene impacto negativo los problemas iniciales, la inauguración de un hospital sin recursos en Melilla, la pretensión -mediante bulos- de modificar los accesos y competencias en la carrera judicial, el flagrante e inhumano incumplimiento con los pacientes de ELA… como la aplicación pretendida por “generosidad” la amnistía que no obviará la posibilidad de repetición de hechos rechazados por el Consejo Europeo… o el referéndum de autodeterminación. En definitiva, momentos críticos para nuestro sistema porque se le combate desde dentro por una cuestión patológica de personalismo absolutista y lealtades apesebradas.
Por ello, se necesita un plan alternativo visible, claro, real, moderno, eficiente… que corresponde al PP plantearlo con rotundidad, sin complejo y con fortaleza que devuelva la confianza en los criterios de igualdad entre los ciudadanos, equidad entre territorios, rescate institucional… todo ello bajo el imperio de la Ley y la Constitución, para no contraponer “demo con autocracia”
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