¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática
Cualquiera tiene derecho a especular y ficcionar (con perdón) con las preferencias sexuales de las figuras históricas. Por ejemplo, una Pasionaria sumisa y atada al lecho de Stalin (mentalmente lo estaba), un Franco libertino de cabarets (su padre tenía algo de eso), un Espartero entregado a la zoofilia y enamorado de su caballo, o una Isabel II desnuda frente a todo el regimiento de la guardia... Las posibilidades son enormes y divertidísimas. Lo único que debemos convenir es que todos esos cuentos entran dentro de la más pura especulación y que confundirlos con la verdad histórica es como afirmar que la tierra es plana.
Ya saben que Alejandro Amenábar ha vuelto a perpetrar una película, El Cautivo, en la que se pone sobre el tapete la posible condición homosexual de Cervantes. Dicha especulación no es nueva y carece absolutamente de base documental seria, más allá de los chismes interesados de un fraile envidioso y cabrón. Todo se basa en la suposición –sobre la que no existe ningún documento– de que el autor de La Galatea consiguió sobrevivir a su cautiverio en Argel (y sobre todo a sus intentos de fuga, penalizados con una muerte atroz) gracias a los favores homoeróticos que debió prestar al mandamás Hasán Bajá, que andaba encariñado con aquel español rubicundo que tenía el don de contar historias. Digamos que una Sherezade con pelos en el pecho y acento alcalaíno.
Convengamos por un momento que esto es así y que Cervantes, para sobrevivir, se avino a ciertas prácticas sexuales que satisfacían a su moro enamorado. Eso no le convertiría en gay, sino en mero y esforzado superviviente abusado por un jefe rijoso. Una víctima carne del Me Too.
Como ya demostró en su película sobre Unamuno y los sucesos de Salamanca, Amenábar “más que divulgar la historia la banaliza”. Me lo dijo con estas palabras el otro día un buen amigo y gran crítico de cine mientras dábamos cuenta de un par de huevos (como los de la campaña de la ministra Ana Redondo) con papas fritas y jamón.
El cineasta, en un momento de euforia, ha llegado a decir que “Cervantes iría hoy en una carroza del Orgullo Gay” Yo lo veo más bien en un tanque del desfile del 12-O, porque si algo dejó claro el escritor fue su orgullo por haber sido soldado en Lepanto. En cualquier caso, en tanga o de uniforme, qué grande y eterno es Don Miguel de Cervantes.
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