El Malacate

Javier Ronchel

jaronchel@huelvainformacion.es

La Opinión de Javier Ronchel | La campaña electoral de todos

Hay dos semanas por delante para que los candidatos impliquen a la población en las elecciones más que en su propia victoria para que entre todos construyamos nuestro futuro La Opinión de Javier Ronchel | Larga vida al Salón del Cómic de Huelva

La campaña electoral de todos La campaña electoral de todos

La campaña electoral de todos

EL viernes empezó la campaña electoral. Si alguien andaba despistado quizá lo descubrió al pasear por la calle y encontrarse con carteles, vallas y autobuses decorados para la ocasión. Probablemente sea lo único que diferencie estos días de los anteriores. Y seguramente de los posteriores también. Porque hay una sensación latente, hace años, de vivir en un estado permanente de campaña electoral. Es una campaña que no cesa y por eso no parece que se intensifique cuando se hace oficial, a pocos días de las elecciones de verdad. A ratos incluso da la sensación de que la intensidad se rebaje y se traslada cierta relajación, quizá por llegar sus protagonistas exhaustos al momento decisivo, como en un final con esprint de un maratón.

Pero quienes sí parecen llegar cansados a este punto son los votantes potenciales, sometidos al bombardeo de mensajes, y espectadores forzados de un cruce continuo de críticas, más que impresiones, amplificado por la exposición que ofrecen en la actualidad tantos canales de comunicación al alcance de cualquiera.

Antes se vivía de otra forma. La campaña empezaba con una pegada de carteles: papel, brocha, goma y pared. No había internet ni redes sociales. Ni otros soportes más ecológicos. Ahora el papel ha quedado denostado, residual, reducido en las paredes a los conciertos del verano y las ferias taurinas de temporada.

Antes había mítines en la calle, con estrellas musicales de reclamo y políticos nacionales ejerciendo también de estrellas en un mundo sólo abierto a dos cadenas de televisión, la radio y los periódicos. Hoy esa sobreexposición en otros canales directos al público ha devaluado esa fórmula, en la que ya no entran los partidos. Mejor el formato reducido, aunque la audiencia sea menor, que las grandes masas, ya la excepción.

Puede que haya temor a llenar grandes plazas, como muchos artistas rehúyen de los grandes estadios. Y si el lleno no está asegurado, mejor no mostrar debilidades, sean ciertas o no.

Quizá estas elecciones del día 28 no son las más indicadas para actos masivos. En éstas se apunta más a la cercanía y la intimidad. Son las votaciones de los pueblos y las ciudades, de los barrios y las calles. Las nuestras. Las que compartimos con esos vecinos y conocidos, con los amigos de nuestros amigos, con esos que a veces nos encontramos echando una caña en el bar de la esquina y que ahora nos piden el voto para poder dirigir nuestro pueblo.

Y por eso de que están ahí, al alcance, se les puede parar en la calle y hablarles de las losas sueltas en nuestra plaza, de esos jardines donde juegan nuestros hijos que necesitan un repaso, o de esa carretera con baches que sufrimos a diario con nuestro coche.

Esa es la magia de estas elecciones municipales. Y es la que debe prevalecer a pesar de las siglas y los colores, de los intereses y la ambición particular de los partidos, que ya miran más a las otras que llegarán en diciembre que a las que más deben preocupar a los votantes. Porque estos tienen ahora la fabulosa posibilidad de participar en el proyecto de pueblo o ciudad que se quiere para los próximos años, esos en los que vivimos, y la mayoría seguirá habitando para siempre.

Todos debemos tener claro que hay unas elecciones que nos tocan más de cerca que otras. Primero, los electores, que somos todos. Pero también quienes están al frente de esas candidaturas que copan carteles y que tienen una gran oportunidad de reconciliarse con el electorado e implicarle en esa tarea de construir pueblo y ciudad, que es mucho más que la política que se entiende ahora. Es una necesidad natural que partidos y candidatos se impliquen en transmitir la importancia de participar, vayan los votos en una dirección o en otra. No será tanto de la coincidencia con El Rocío, con un tiempo playero o un partido del Recre; será más de que todos hayamos entendido nuestro deber.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios