caleidoscopio

Vicente Quiroga

El buscador de agua

José Manuel Gómez Baena, onubense, compañero de estudios, ejecutivo de banca, en la que ha ocupado constantemente con acreditada diligencia diversos cargos, se jubiló en 1996 y desde entonces ha desarrollado una vocación siempre alentada: la literatura. La ha ejercido con gran eficacia durante estos años en los que, especializado en relatos cortos, ha conseguido notables premios en diversos certámenes literarios celebrados en diferentes ciudades españolas, entre ellas Ayamonte e Isla Cristina. Nos sorprendió muy gratamente hace cuatro años, y aquí lo recogimos como merecía, con un libro de 14 cuentos, Pudo ocurrir en nuestra tierra, que tenía como escenarios Andalucía, especialmente Huelva y muy concretamente El Conquero, a donde vuelve en esta nueva publicación, El buscador de agua (Las galerías subterráneas del Conquero), que hoy nos ocupa.

Siempre nos fascinó esa extraordinaria obra hidráulica, admirable trabajo de ingeniería, "las galerías subterráneas que captan el agua del acuífero colgante de los cabezos del Conquero", como escribe Gómez Baena, quien afirma que "hay muchas teorías que quieren explicar su origen pero ninguna puede asegurarlo de forma fehaciente, pues sólo son hipótesis basadas en especulaciones sobre lo que algunos historiadores han dejado escrito". Manteniendo que "cuando los árabes llegaron a la vieja Onuba, las galerías ya estaban hechas, pues contienen muchos vestigios romanos", el autor especula sobre la posibilidad de que, cuando arribaron los últimos, ya estaban construidas.

Y sobre este supuesto José Manuel Gómez Baena compone su libro con una prosa sencilla pero brillante, inspirada, precisa y copiosa en las descripciones, sobre todo a la hora de narrar la compleja construcción del acueducto subterráneo que conduciría el agua vital para la Onuba cuya población estaba compuesta por "poco más de 1.200 tartessios, unos 300 fenicios, algunos griegos, feacios, egipcios, y focenses, siendo el resto indígenas nativos o llegados de las tierras interiores". El aura mágica nos traslada al estuario de Saltés y la vieja metrópoli onubense en el feliz reinado del legendario Arganthonio, donde fondean las naves del nuevo Señor de Onoba. Es el principio de un intenso relato que en el escenario agreste y frondoso del Conquero, donde "los nativos ya cultivaban los fértiles terrenos de la ladera oriental del cabezo", desgrana toda una fantástica narrativa sobre la búsqueda del agua.

Ésta es la valiosa aportación a través de la imaginación y la fantasía que despliega Gómez Baena en esta novela sobre los posibles artífices que en época remota construyeron esas galerías del Conquero que, hasta muy bien entrado el siglo pasado, suministraron a Huelva todo el agua necesaria y que a través de los tiempos, inagotable y vital, sigue brotando por el caño de la Fuente Vieja. Una vez más la historia que pudo ser como fue el argumento de sus primeros cuentos, pero en esta ocasión en el ameno curso de una apasionante y bien argumentada narrativa sobre El buscador de agua. Una novela que entusiasmará vivamente a cualquier onubense amante de su tierra y de su pasado.

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