La 'bofetá'

Los dirigentes de esta debacle saben que la desigualdad sanitaria conlleva a la insolidaridad

El misterio representa a Jesús ante el sumo sacerdote Anás y a Malco con la mano alzada en actitud de abofetear al Señor en presencia de Caifás y José de Arimatea, miembros del Sanedrín.

Valga esta imagen para representar el "gesto amenazante" de la soberbia y autoritario despropósito de la Consejería de Sanidad y sus grandes pontífices que se atreven a condenarnos y maltratarnos sin que un mínimo de pudor y el eco de la voluntad popular expresada en cuatro manifestaciones sirvan para modificar su actitud, ya que su ineficiencia es evidente y su actitud degradante, sin que por ello el señor consejero y demás dignatarios sumisos al dictado del poderosísimo susanismo, hayan reconocido la auténtica realidad de la indigna situación sanitaria que nos vemos obligados a soportar, desde hace años, sin que los afectados y paganos tengamos la posibilidad de discrepar sobre tan vejatoria situación, que nos reduce hasta el escandaloso ninguneo, la hipocresía y el menosprecio.

Malco-Alonso, levanta su mano contra los pacientísimos sufridores de su injusta causa, dictando sentencia sin escuchar las voces de miles de afectados, sin colores políticos ni intereses ocultos. Sólo su egregia voluntad de sátrapa se impone.

Los dirigentes de esta debacle saben perfectamente que la desigualdad sanitaria en Andalucía conlleva a la insolidaridad del estado del bienestar, sin que por ello se den por aludidos y se permitan decidir desde Sevilla los recortes, plantillas, citas interminables, cierre de camas, quirófanos... lo que se dice una brillante escenificación del juego político en virtud de criterios ajenos a la profesionalidad. Vale el dedazo de la Consejería, ignorando el "presupuesto provincializado" sanitario, que desde el Consejo de Gobierno de la Junta se ha destinado a Huelva. Transparencia cero.

Así que ya pueden caer bombas o concentrarse todos los andaluces pidiendo una "sanidad digna" para que esta provincia esté a la altura que se merece que no nos oirán, no les afectará, no se molestarán, ya que los onubenses no somos ese grano de pus de Granada, sino unos molestos cantamañanas a los que hay que dejar croar como a las ranas hasta que llegue el día en que afonen sus cánticos y todo vuelva a su estado actual.

Ante tal prepotencia, como aquel Malco o este Unamuno, sostengo: "Tendréis la razón de la fuerza no la fuerza de la razón". ¿Os suena?

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