Atreverse

28 de octubre 2025 - 03:07

Siempre funciona. Lo pongo año tras año en clase a unos alumnos desconectados de la poesía y con alergia a cualquier cosa que suene a cultura, y siempre funciona. Hago tres pases: una lectura individual, un vídeo de la película Lope donde el actor Alberto Amman lo recita, y, después de ponerlo en contexto y explicarles de qué va, lo vuelvo a leer yo. Desmayarse, atreverse, estar furioso…

Al principio puede parecer que este viejo soneto de Lope los deja indiferentes, pero siempre surge alguna vocecilla tímida que dice «qué bonito, maestra». Y sí que es bonito, ¡vaya si lo es! Lope sabía lo que hacía y sigue siendo un conquistador a través de los siglos. ¿Qué adolescente puede tener 15 años y no enamorarse de él? Es imposible. Es imposible tener corazón y no rendírselo. Mostrarse alegre, triste, humilde, altivo…

Lope de Vega describe con honestidad y acierto los primeros estadios del amor, pero es en ese «atreverse» del primer verso donde está la clave de todo en la vida. «Atreverse» y dar el paso, animarse a intentarlo, saltar al vacío y sentir el vértigo de empezar de nuevo. Huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave…

Charlaba con amigas y una se quejaba de que siempre le decían, con sorna, que todo le pasaba a ella y se defendía alegando que porque ella hacía cosas. Tenía razón. Todo le pasaba a ella porque se atrevía a vivir, a experimentar, a equivocarse, y no sólo en el amor sino en general en la vida. Siempre son los que se lanzan los que dejan las mejores anécdotas. Con el corazón machacado, manifestaba con pasión aunque con ojos tristes su voluntad de seguir, de intentarlo de nuevo, de exprimir la vida. De creer que un cielo en un infierno cabe…

Admiro al que se arriesga. Al que se echa para adelante. Al que incluso muerto de miedo y con las rodillas temblando se adentra en lo desconocido, abraza la responsabilidad y la incertidumbre de vivir. Al que no se queda estático, vegetal, sumido en la previsibilidad de la rutina, esperando que algo cambie o suceda porque sí, porque tiene que suceder. No, las cosas no tienen que suceder si no haces que sucedan y en ese hacer cabe el error, el tropiezo, el ridículo y la burla. Bravo por quienes se caen y se vuelven a levantar, con el corazón roto, el ánimo desgajado y la esperanza hecha jirones. La escuchaba hablar y aquellos ojos, cubiertos por una capa de humedad que no terminaba de caer, en el fondo vibraban con esperanza y convencimiento en lo que decía. Quien lo probó, lo sabe.

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