Arias breves

Rafael Ordóñez

Y ahora los molinos

Imagine usted, lector, que durante la mitad de su vida ha vivido en una casa. Piense que desde esa casa ha visto y vivido uno de los más bellos paisajes que imaginarse pueda. Ni qué decir tiene las alegrías, las desilusiones, las esperanzas que han cuajado entre aquellas cuatro paredes. Y ahora, cómplice lector, se entera de que en aquel paisaje, que recuerda y recordará hasta el día en el que sus ojos definitivamente se cierren, van a instalar un ruidoso y malhadado bosque de molinos de viento. Pero no son molinos cualesquiera. Son molinos metálicos, tubulares de 55-60 metros de altura con aspas y aerogeneradores de 58 metros de diámetro. O lo que es lo mismo, un parque eólico. La cosa está anunciada hace tiempo. La amenaza parece que va camino de cumplirse. El dique Juan Carlos I, con Mazagón al otro lado del canal del Padre Santo, es el lugar elegido para ubicar esta monada. Decenas de molinos alineados, aspas asaetando el viento, frente a la playa de las Dunas, frente al Muelle del Vigía, un desastre sin paliativos. Una barbaridad. A lo mejor a los niños les hace mucha gracia en verano. Pero a los mayores, ninguna, cero.

Naturalmente que el personal autóctono está que trina. Mis vecinos y amigos de la benemérita Plataforma Mazagón Verde-Puerta de Doñana están ya con el azogue metido en el cuerpo y han comenzado la tradicional romería administrativa, de despacho en despacho, para tratar de despertar lo mejor de sí de la fría, insensible e indiferente maquinaria ordenancista, oficialista, burocrática y covachuelista al uso. Tratan mis vecinos de armarse de razonamientos técnicos y científicos. También los tienen. Pero sobran. No cabe en cabeza alguna, que no esté atada por la servidumbre al vil metal, que le parezca normal el emplazamiento que han elegido para colocar este maldito parque de molinos.

¿Por qué en Mazagón? Pues muy sencillo, hermanos. Poca población, sociedad no del todo cohesionada y esperanza de poca respuesta popular. Buena gente que no nos van a incordiar mucho. Hombre, siempre será más fácil que en Ordunte (Vizcaya). Allí, nada de nada. El mismo gobierno autonómico se puso detrás de los manifestantes. Aquí nos zurcirán a todos los que nos oponemos pacíficamente y con argumentos. Aquí no habrá violencia, ni amago, ni señal alguna. Aquí, una vez más, indirectamente, nos lanzarán el mismo mensaje: la violencia es útil, los violentos alcanzan metas, ellos llegarán siempre a las mesas de negociación. Si eres pacífico, serás bienaventurado, según Jesús, el Señor, pero te pondrán enfrente de tu casa todos los parques eólicos que les vengan en ganas.

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