La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
LA afluencia de turistas a Andalucía no para de subir. A sus evidentes encantos, posiblemente la comunidad autónoma con más espacio natural aprovechable, hay que sumar el contexto inestable de muchos destinos alternativos. Hemos apostado por un modelo de turismo de masas, de millones de personas, y claro, hay que ver qué consecuencias tiene. Lo que está claro es que por ahora esta incesante llegada de turistas no se corresponde con un crecimiento del empleo de calidad, ni en un desarrollo económico claro de los pueblos y ciudades que lo sufren, lo que me genera la duda de que si no somos capaces de colectivizar los beneficios de tanto consumidor foráneo ¿para qué atraer a turistas a tropel?, y otra duda aún más de fondo, tras las consecuencias desastrosas de la especulación urbanística en nuestra costa ¿podremos arrepentirnos a medio plazo de decisiones irreversibles tomadas a lomos de la fiebre del oro del turismo?
Es evidente que en Andalucía, y muy especialmente en Huelva, la reflexión entre calidad y cantidad aún no está muy presente, estamos continuamente hablando de expansión y se dedica muy poco tiempo a la reflexión social y económica. Deberíamos buscar factores de competitividad distintos al de permitir la afluencia como único elemento. La calidad basada en un respeto altísimo por el entorno y en una afluencia sostenible a los espacios naturales aportaría continuidad y autenticidad. Y la calidad basada en un encuentro respetuoso con las costumbres y dinámicas poblacionales traería a la actividad económica local un intercambio foráneo-autóctono beneficioso. Y claro, para esto hay que saber optar: huir de espacios macrohoteleros o iniciativas turísticas homogeneizadoras, que poco socializan los beneficios y además no vuelcan el consumidor a la economía autóctona; o incorporar cualquier elemento turístico nuevo siempre después de una propuesta formativa laboral, y por supuesto de un minucioso análisis de las consecuencias sociológicas, económicas y naturales.
Ha llegado el momento de sacar todo el rendimiento a la actividad turística. No dejemos que los lobbies de constructores y hosteleros nos diseñen el futuro, no pensemos sólo en el negocio, hay algo más importante y es la capacidad de poder vivir dignamente donde uno ha nacido. Pensemos mejor en turismo colectivo, no de masas.
Ah!, se me olvidaba, ¿y un aeropuerto para qué?
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