Mire que creo poco (o nada) en las teorías de la conspiración, pero cuando aparecen, generalmente en las bocas de aquellos que las critican, suelo documentarme bien para reírme un poco o bien para determinar el posible origen de ellas. Un ejemplo claro de teorías de la conspiración lo tenemos en el programa televisivo de Iker Jiménez. Pone los dientes largos, abriendo paso a múltiples interpretaciones, pero sin determinar nunca el origen o la naturaleza de los acontecimientos. Eso es teoría de la conspiración y, además, creador en grado sumo de muchas de otras. Lo del coronavirus se presta a estas teorías. Y lo hace con fundamento. Todos sabemos, o nos lo han enseñado así, que se trata de una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. Ha aparecido en una ciudad de China y de ahí, se ha extendido como la pólvora a todo el mundo. Y decimos a todo el mundo porque día a día los medios no tienen otras noticias más importantes que difundir que la expansión, las muertes, los contagios y otros menesteres de dicho virus.

Pero, realmente, ¿sabemos de dónde viene este virus? ¿Sabemos quién o cómo se ha originado? ¿Conocemos sus causas y consecuencias reales? A todas estas respuestas hoy día respondemos con un no rotundo, y todo cuanto nos cuentan, leemos o nos hacen creer, es mentira. Es curioso que en plena guerra de aranceles entre China y EEUU aparezca ese virus. Es curioso que en plena guerra por las emisiones contaminantes la paralización provocada por el virus haya cambiado la imagen de contaminación del país asiático. Es curioso escuchar el problema de las pensiones, y con el coronavirus fallecen los ancianos. Todo es curioso, pero no sabemos nada.

Y a todo esto Sánchez escondido, pasando su particular cuarentena, incapaz de afrontar un problema que es más mental y psicológico que otra cosa. Se cierran colegios y campos de fútbol, pero se permite la manifestación del 8M. Después del 8M se tomaron las primeras medidas. Pero ¿resultaron las acertadas? El tiempo, los contagios y las muertes lo dirán. Y los de la teoría de la conspiración buscarán unas causas que no convencerán a nadie.

Un estudio reciente afirmaba que el coronavirus dejará en el mundo unos quince millones de muertes. Si es en todo el mundo la cifra asusta menos, pero de todas formas nos pone los pelos de punta. Un poco a la Edad Media hemos vuelto, y la peste fue el fin de dicho periodo. Tal vez este virus nos acerque al fin de una época que se ha vuelto algo loca. Y que conste que no creo en las teorías de la conspiración, pero en este caso, espero y deseo, conocer el origen y el fin de su propagación.

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