Jaime De Vicente Nuñez

Al Sur lindamos con África

Surcos nuevos

Quien quiera conocer la realidad africana debe leer a Ryszard Kapuscinski, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación

16 de marzo 2021 - 01:35

Son los vecinos del Sur: en un mundo global cada vez más pequeño son, como si dijéramos, los inquilinos del piso de abajo. No les hemos visitado nunca en su casa, ni nos hemos cruzado con ellos en la escalera, pero nos resulta familiar su presencia en un cruce con semáforo o sentados en una esquina, dando los buenos días a los que circulan con prisas a su lado. Son los subsaharianos que, después de una auténtica odisea para llegar hasta aquí, sobreviven amarrados a la economía subterránea, mendigando o aceptando empleos que la mayoría de la población autóctona rechaza. Siglos atrás eran considerados mera mercancía, arrancada violentamente de sus pueblos de origen para ser transportada en barcos, en condiciones subhumanas, a un continente lejano en el que su trabajo debía incrementar la riqueza de poderosos terratenientes.

En la segunda mitad del siglo XIX la mirada de las grandes potencias europeas se dirigió a las materias primas africanas, necesarias para alimentar su revolución industrial. Este proceso de explotación duró apenas un siglo, decayendo a partir de la segunda Guerra Mundial, pero las élites africanas que tomaron el poder -jóvenes que se habían formado en Europa o que habían militado en los ejércitos coloniales- adoptaron el rol de dictadores corruptos, con lo que la descolonización, que tantas esperanzas había suscitado en los pueblos de África, añadió a los problemas endémicos de hambre, sed y enfermedades, el de crueles guerras nacionalistas y tribales.

Pero no es fácil conocer lo que es el África subsahariana a través de los textos de historia, ni siquiera de los reportajes que ofrecen de ella una visión meramente superficial. Más cercana es la de algunos misioneros o miembros de ONG, aunque quizá su implicación, bien meritoria, les reste objetividad. Quien quiera conocer la realidad africana debe leer a Ryszard Kapuscinski. Detrás de este nombre plagado de consonantes se esconde un periodista polaco, al que le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003 "por su preocupación por los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente a presiones de todo signo, que han tratado de tergiversar su mensaje". Acabo de leer Ébano (Anagrama, 2010, 21 edición), obra en la que cada capítulo es una sumersión en la pequeña historia, la real, de los africanos. De Ébano hablaré en el próximo Surcos Nuevos.

stats